El hecho de que las mujeres no forman parte de las grandes redes de corrupción, sino que, por el contrario, son las principales víctimas del efecto corruptor, es muestra de que la visión y sensibilidad femenina pueden ser un factor de cambio en la procuración de justicia y el combate a la corrupción.
Con esa convicción, Adriana Greaves Muñoz, abogada, consultora y cofundadora de TOJIL, organización civil dedicada al combate a la corrupción y la impunidad, se perfila como la única mujer en la lista de 11 aspirantes para encabezar la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción de la Ciudad de México. La también coordinadora de la Comisión Anticorrupción de la Barra Mexicana Colegio de Abogados sostuvo que la falta de sentencias en dicha fiscalía es un mensaje claro de que no se está combatiendo la corrupción y de la urgencia de un cambio profundo.
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¿Cómo te sientes al ser la única mujer en aspirar a encabezar la Fiscalía Anticorrupción de la Ciudad de México?
En un inicio éramos 21 aspirantes; solamente habíamos tres mujeres, y al momento sólo quedo yo. Me parece importante destacar eso, que no estamos llegando las mujeres a los puestos de poder, no hay tantas personas aspirando. Soy la única que viene desde sociedad civil, con trayectoria específicamente en procuración de justicia, es decir, en materia penal y combate a la corrupción, que son dos líneas que se cruzan, pero no necesariamente son lo mismo.
¿Cuál sería el principal reto que se requiere en la fiscalía?
El primero es tener una Ley Orgánica que funcione. Hoy en día, la Fiscalía Anticorrupción, con todo y su autonomía técnica y de gestión, no tiene un aparato en sí mismo porque la Ley Orgánica que tienen está invalidada desde 2020 por la Suprema Corte de Justicia. La primera parte es fortalecer el marco jurídico, crear protocolos de actuación para poder llevar a cabo actos de investigación mucho más robustos. Siempre es importante el tema de los recursos o procurar recursos humanos, técnicos y de presupuesto. La Fiscalía Anticorrupción ahorita no cuenta con un presupuesto que ellos mismos ejerzan.
Sin un presupuesto ni marco jurídico, ¿cómo ha operado la Fiscalía Anticorrupción?
Los resultados son deplorables. Desde TOJIL hemos trabajado en varios temas de política pública en materia de corrupción en México. Uno de ellos es el Observatorio Ciudadano, donde vemos la evolución y resultados de las fiscalías anticorrupción a nivel nacional, incluyendo la de la Ciudad de México, que, de 2023 y mitad de 2024, reportó que no ha llegado a una sola sentencia. El gran reto es empezar a hacer investigaciones sólidas para poderse sustentar, que se vinculen y que se sancione realmente al culpable.
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Sin sentencia no hay justicia
El tema de reparación de daño para la víctima es importantísimo, pero para poder hacer la reparación de daño tienes que tener una sentencia condenatoria. Es muy importante combatir la impunidad que existe actualmente. Hoy en día es bastante barato cometer actos de corrupción.
¿Cómo se puede incentivar la denuncia ciudadana?
Una de las propuestas principales es instaurar lo que llamamos una línea de alertadores, que se va a centrar no sólo en el anonimato y protección a los alertadores, sino también en un tema de recompensas.
Al respecto, Adriana señaló que, desde hace tres años, TOJIL, en coordinación con las fiscalías y policías de la CDMX, Estado de México, Nuevo León, Puebla, Quintana Roo y Oaxaca, opera “Teo”, chatbot inteligente que recibe denuncias de víctimas de corrupción, y, en los casos que cuenten con las pruebas suficientes, se les brinda asesoría jurídica y representación legal. Es una forma de democratizar la función pública porque es una manera en que el ciudadano puede denunciar directamente, tener esta confianza; este puente se puede hacer completamente anónimo.
¿Se necesita trabajar más con la sociedad civil?
Yo creo que los grandes triunfos en materia anticorrupción de este país todos han venido y provenido de diferentes fracciones o diferentes organizaciones de la sociedad civil. Recordemos que el Sistema Nacional Anticorrupción de 2016 vino, nada más y nada menos, desde sociedad civil. Una de las fortalezas es que tengamos ojos externos, que nos dejemos ayudar por la propia ciudadanía. O sea, el gobierno es de la ciudadanía para la ciudadanía; no debe entenderse de otra forma.
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¿Qué papel tendría la perspectiva de género si llegaras a encabezar la fiscalía?
Hoy en día, siguen siendo las mujeres quienes somos las principales cuidadoras del hogar y de la familia. Esto hace que tengamos muchas más peticiones o demandas de acceso a servicios públicos, y una mayor vulnerabilidad frente al servidor público que intenta pedirnos algún favor o algo para darnos un servicio público que debería ser completamente gratuito. Claro que hay un factor determinante y diferenciado en cómo la corrupción afecta principalmente a las mujeres hoy en día en este país.
¿Una mujer contra la corrupción haría la diferencia?
Tenemos una visión diferente. Creo que tenemos mayor sensibilidad porque las mujeres somos mayormente víctimas de corrupción. En segundo lugar, las mujeres no fuimos, o no hemos sido en su gran mayoría, partícipes de las grandes redes de corrupción, simplemente porque no habíamos llegado a cúpulas de poder o de toma de decisiones dentro de estas redes. No somos parte ni tenemos deudas con esas redes de corrupción. Entonces, tener mujeres en liderazgo en combate a la corrupción es benéfico. Por supuesto que somos gente externa, lo que le da mucho miedo al propio sistema, que lleguemos, porque no somos parte, no somos aliadas, no vamos a ser cómplices de esas redes. Hemos sido victimizadas por la corrupción.
Las mujeres, al no estar involucradas en grandes redes de corrupción, tienen una perspectiva única para generar un cambio real en la procuración de justicia. Su sensibilidad y experiencia como víctimas de la corrupción las posicionan como agentes de transformación.