Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, un grupo de voluntarios se está preparando mental y físicamente para intensificar la búsqueda de migrantes en el desierto de Arizona. El año pasado, la organización Capellanes del Desierto, que preside Óscar Andrade, recibió seis mil 812 llamadas de ayuda para buscar a personas que cruzaron a Estados Unidos de forma ilegal y se perdieron.
“De antemano sabemos que viene peor la situación para los migrantes. Donald Trump viene reforzado”, comentó Óscar Andrade, exmilitar y pastor cristiano, originario de Durango, quien fundó la organización de búsqueda y rescate de migrantes.
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En 2024, los voluntarios de Capellanes del Desierto —conformado en la actualidad por 23 personas— encontraron 315 cuerpos de migrantes en Texas, Nuevo México, Arizona y parte de California. Y, en colaboración con la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos o el Departamento de Sheriff, rescataron a 602 personas con vida.
En entrevista telefónica para ejecentral desde Tucson, Arizona, Óscar Andrade comentó que durante el primer mandato de Donald Trump (2017-2021), el cruce de indocumentados por el desierto aumentó de forma considerable.
›Andrade explicó que, aunque muchas personas consideran que el mayor peligro al cruzar la frontera hacia Estados Unidos es el desierto, con sus animales, cambios de clima, terrenos difíciles y golpes de calor, este riesgo es solo una amenaza secundaria. Según el exmilitar, el peligro más inmediato para quienes buscan el “sueño americano” se encuentra en la frontera mexicana, donde los migrantes se enfrentan a amenazas mucho más graves, como el secuestro, abuso, violaciones, trata de personas y el reclutamiento por parte del crimen organizado.
“Yo vivo aquí en Tucson, estoy a una hora 15 minutos de la frontera Nogales, Sonora, México. Y nosotros hemos ido al desierto y nos hemos encontrado con gente del crimen organizado mexicano, que le llaman halcones. Hemos visto drogas escondidas, armas, dinero, personas armadas. Incluso aquí en Estados Unidos hay un grupo paramilitar que son antimigrantes; los cazadores de ilegales, les dicen”, añadió.
El rescatista lamentó que la respuesta de las autoridades mexicanas sea lenta o nula cuando encuentran a connacionales fallecidos o heridos.
“En la frontera del lado de Sonora, las zonas más peligrosas vienen siendo Sonoyta, Caborca y Altar, de ahí le sigue lo que es Sásabe. Esa región de Sonoyta es donde hay infinidades de desapariciones de mujeres, de jovencitos, donde los reportes que hemos tenido es de que ahí hacen reclutamiento de los jóvenes y meter a las mujeres para trata de blancas Y nosotros, al tener esa información nos hemos comunicado con las autoridades mexicanas y hasta ahorita no se ha dicho absolutamente nada”, exclamó.
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El líder de Capellanes del Desierto se encomienda a Dios para hacer cada búsqueda, junto con sus compañeros y su esposa, quien se ha capacitado para entrar a los lugares más peligrosos del desierto y ha visto atrocidades.
Así, mencionó que hace cuatro meses fueron testigos de la ejecución de seis personas “que venían al sueño americano”, junto con sus dos guías o coyotes en el lado mexicano.
“Del lado mexicano tenían hincadas a las personas, a las seis juntas y a las otras dos aparte, a las que tenían aparte las estuvieron golpeando y les dieron el tiro de gracia y después siguieron para darles también el tiro de gracia a los demás. Y nosotros lo reportamos al gobierno mexicano y volvimos como al mes y medio y ahí seguían los cuerpos, o sea, no hubo reacción inmediata”, apuntó.
Capellanes del Desierto es una sociedad sin fines de lucro. Al respecto Óscar Andrade mencionó que los voluntarios se preparan más que nunca porque con la llegada de Donald Trump se intensificará la militarización de la frontera y los polleros están buscando rutas más peligrosas para cruzar a los indocumentados.
“Cuando estuvo la primera vez Trump en la presidencia, fue algo, se puede decir, de locos. Nos pedían ayuda y nos mandaban coordenadas donde no existía un estanque de agua, un manantial, dónde resguardarse del sol, sino que era pura piedra, arena. Y batallamos como no tiene idea, porque teníamos que caminar jornadas de hasta 18, 19 horas para poder llegar al lugar en donde estaban las personas. En esta segunda vez que llega nos estamos preparando porque ya hemos tenido reportes de lugares así”, alertó.
Albergues en la frontera de México
Los directores de los albergues en Ciudad Juárez, Tijuana, Piedras Negras, Nuevo Laredo y Reynosa, lugares fronterizos de México con Estados Unidos, se alistan para las posibles deportaciones masivas anunciadas por Trump.
El padre Francisco Bueno, director de la Casa del Migrante en Juárez, Chihuahua, dice que el albergue tiene capacidad para 560 personas. Una semana antes de la llegada de Trump había 120 personas de Venezuela, Guatemala, Colombia y otras partes de México.
En 2018, 2019, cuando llegó la primera caravana de migrantes a Ciudad Juárez, se le dio atención a mil 300 personas, el periodo coincidió con la primera administración de Trump.
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El padre Francisco Bueno destacó que se tienen que enfrentar varias realidades, pues en los albergues no sólo hay gente deportada, sino quienes esperan en México a que les den refugio en Estados Unidos y quienes están de paso porque su objetivo es cruzar la frontera.
“La persona deportada busca estar uno o dos días, nada más llegar, descansar, comunicarse con su familia y emprender el viaje. Y la persona que viene buscando asilo llega a durar hasta seis meses, ocho meses, hasta un año dentro del espacio, entonces son dos realidades que hemos atendido dentro de Casa del Migrante y que requieren un tratamiento diferente”, aseguró.
Además. destacó que hasta ahora no ha habido una situación de crisis por la llegada desbordada de personas, pero está preparado para modificar las estrategias si es que la situación cambia.
Los costos son altos
El presidente de Estados Unidos quiere deportar a 11 millones de indocumentados. De acuerdo con el informe “Mass Deportation: Devastating Costs to America, Its Budget and Economy”, del Consejo Americano de Inmigración, deportar a un millón de personas por año supondría un costo anual de 88 mil millones de dólares.
El costo para nuestro país también sería elevado, pero a pesar de las declaraciones alarmantes de Trump, en México se recortó el presupuesto de consulados e instituciones públicas especializadas. Por ejemplo, el Instituto Nacional de Migración (INM) tiene un presupuesto de mil 700 millones 105 mil 266 pesos para 2025, 10.41% menos que en 2024; mientras que la Comisión Nacional de Refugiados (Comar) cuenta con 47 millones 866 mil 822 pesos, una reducción de 6.51 por ciento.
“Estamos muy cerca de un desequilibrio fiscal muy notable. El déficit que dejó el gobierno anterior fue gigantesco y este gobierno no quiere hacer reformas fiscales, así que no tiene otros remedios más que reducir gastos. El recorte presupuestal está asociado a una problemática mucho mayor y hay que ver cómo van a afectar las nuevas políticas económicas de Trump. En otras palabras, estamos a una rayita de una problemática presupuestal realmente grave”, consideró Tonatiuh Guillén López, extitular del INM.
Para el también profesor del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, se prevé que el segundo mandato de Trump sea más agresivo que el primero.
“Una política migratoria, por mucho, más agresiva, no sólo en términos ideológicos, que ya son extremos, sino también en el control fronterizo y repatriaciones, que es el otro eje de su estrategia”, sostuvo.
Al respecto recordó que en 2009, cuando Barack Obama gobernaba Estados Unidos, México tuvo una crisis humanitaria.
“La última ocasión en que tuvimos grandes deportaciones de mexicanos que tenían largo tiempo viviendo en Estados Unidos fue en el 2009, con Obama, y en aquel año fueron un poco más de 600 mil repatriaciones de mexicanos, especialmente se concentraron en Tijuana y se creó fue una crisis humanitaria muy grave, que fue francamente no atendida por los gobiernos, o muy poco; la sociedad civil fue la que atendió más y los propios migrantes”, refirió.
Destaca que el reto para México no será la atención inmediata de personas, sino lo que sucederá a mediano y largo plazo.
“No todo el mundo tendrá fáciles las opciones en México, por lo que se requieren políticas especiales de inclusión y reubicación de estas personas. Esa otra parte que trasciende la asistencia humanitaria de coyuntura es el desafío realmente mayor. Y el segundo desafío mayor es el cambio de política migratoria porque México no ha dado la dimensión que corresponde al desplazamiento de mexicanos, que también están llegando a la frontera norte por razones de violencia e inseguridad. Casi la mitad del flujo mexicano es por este motivo”, advirtió.