Tercera Guerra Mundial | Así funciona la ´Mano Muerta´, último movimiento de Rusia en caso de ataque nuclear
En el entramado de la estrategia militar rusa, existe un elemento que despierta tanto fascinación como alarma: el sistema “Mano Muerta” o Perimeter
En el entramado de la estrategia militar rusa, existe un elemento que despierta tanto fascinación como alarma: el sistema “Mano Muerta” o Perimeter. Este mecanismo, concebido durante la Guerra Fría, tiene como propósito garantizar que un ataque nuclear contra Rusia no quede sin respuesta, incluso en caso de la destrucción total de su liderazgo.
¿Cómo funciona el sistema?
La base operativa del Perimeter es su red de sensores distribuidos estratégicamente en todo el territorio ruso. Estos dispositivos, que monitorean fenómenos como ondas sísmicas, radiación y cambios atmosféricos, están diseñados para detectar señales inequívocas de un ataque nuclear masivo.
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Cuando el sistema concluye que el liderazgo ruso ha sido eliminado, emite automáticamente una orden para lanzar misiles balísticos intercontinentales desde diversas plataformas. Sin embargo, algunos expertos sugieren que su activación está sujeta a supervisión humana en condiciones normales, reservando la automatización para escenarios extremos de colapso total de las comunicaciones.
Contexto actual y actualización estratégica
El resurgimiento de este tema no es casual. La guerra en Ucrania y el deterioro de las relaciones entre Rusia y Occidente han intensificado la percepción de riesgo nuclear. Las recientes modificaciones en la doctrina militar rusa, anunciadas por Vladimir Putin, incluyen la posibilidad de usar armas nucleares en una gama más amplia de escenarios.
En paralelo, informes indican que el Perimeter ha sido modernizado, adaptándose a las exigencias del siglo XXI. Con cerca de 6,000 ojivas nucleares, Rusia conserva la mayor capacidad ofensiva del mundo, y sistemas como este refuerzan su posición como potencia estratégica.
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Aunque el Perimeter cumple con una lógica de disuasión –es decir, evitar ataques al garantizar represalias catastróficas–, plantea serias interrogantes. Un error técnico, un cálculo equivocado o incluso un ciberataque podrían activar el sistema, desencadenando consecuencias irreparables.
Este dilema no solo afecta a Rusia, sino también a las potencias occidentales, especialmente Estados Unidos, que comparten el control del 90 % del arsenal nuclear mundial. La existencia de sistemas como la “Mano Muerta” evidencia que el equilibrio global sigue dependiendo de una frágil combinación de tecnología, estrategia y política.
El Perimeter es más que un sistema militar; es un recordatorio de la vulnerabilidad humana frente a su propia capacidad destructiva. En un contexto de tensiones crecientes, su presencia pone en el debate el uso de la diplomacia para evitar que los enfrentamientos actuales escalen hacia un conflicto nuclear. DJ