Rusia e Irán, un acuerdo en jaque
Ambos países se unen en un ambicioso acuerdo estratégico de 20 años que promete nuevas redes globales, tensiones y retos para Occidente
Con el mundo entrando a una nueva era geopolítica, marcada por la administración de Donald Trump, varios países tomaron medidas incluso antes de la toma de protesta del republicano. Tal es el caso de Irán y Rusia, cuyos presidentes firmaron un acuerdo de cooperación estratégica que les permitirá reforzar su alianza en diversos rubros, desde su economía hasta la seguridad y el desarrollo nuclear.
El tratado que acaba de ser firmado por los presidentes de cada país, representa una posibilidad de modificar el poder político en la región, y abarca trabajo conjunto tanto en el área militar como económica.
El “Acuerdo de Asociación Estratégica Integral”, como fue denominado, fue firmado por el presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo iraní, Masud Pezeshkian. Entre sus disposiciones, establece que ambas naciones se comprometen a colaborar e intensificar esfuerzos durante al menos 20 años en sectores como el militar, la energía nuclear, la tecnología avanzada y la cooperación financiera. De esta forma, buscan enfrentar las sanciones impuestas por Occidente.
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Ademán, el acuerdo obliga a ambas partes a evitar la firma de tratados con terceros que sean perjudiciales para la otra parte y prohíbe el uso de sus territorios para violar la soberanía de su contraparte.
“En todas las áreas donde podamos ayudarnos mutuamente, ya sea en el ámbito militar o de seguridad, vamos a desarrollar una cooperación activa. Debemos trabajar juntos para que el enemigo no logre invadirnos fácilmente, destruirnos y marcharse. El enemigo no debe tener ilusiones de que puede tratarnos sin esfuerzo”, declaró Pezeshkian tras la firma, mientras acusaba a los países occidentales de “avivar la guerra en el Medio Oriente”.
Por su parte, el presidente Putin celebró los “objetivos ambiciosos” del tratado y afirmó que este elevará la relación entre Rusia e Irán “al siguiente nivel”, brindando un “impulso en casi todos los campos de cooperación”.
En el ámbito militar, el acuerdo incluye el intercambio de delegaciones, visitas de buques a puertos, capacitación de personal, intercambios académicos, participación en ferias de defensa y planificación de operaciones conjuntas, así como el intercambio de inteligencia. Se prevé que pronto se realicen ejercicios militares conjuntos en sus respectivos territorios y en aguas internacionales, en conformidad con el derecho internacional.
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›Aunque no se mencionó una colaboración militar absoluta, medios rusos aseguran que no está descartada. Además, el acuerdo fomenta inversiones rusas en la producción y refinación del petróleo iraní, una medida que podría influir significativamente en los precios globales del crudo, dado que ambos países son productores clave.
Según analistas, este acuerdo también refuerza el eje “Rusia-China-Irán”, alineándose con proyectos como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China, que busca conectar Asia, África y Europa mediante redes terrestres y marítimas con la participación de 65 países. Esto podría alterar los equilibrios regionales y globales.
Se anticipa que Donald Trump, al asumir el cargo, incremente la presión sobre Irán por su programa nuclear y actividades balísticas. Esto podría traducirse en nuevas sanciones para los gobiernos de Pezeshkian y Putin, así como en una escalada militar en la región, ya que Estados Unidos busca evitar que Teherán logre una ventaja militar que modifique el balance de poder en Medio Oriente.
Rusia e Irán aprovecharon la coyuntura de la toma de posesión de Trump, realizada dos días después de la firma del acuerdo, para consolidarse como contrapesos clave frente al nuevo gobierno estadounidense. Junto a China y Corea del Norte, fortalecieron sus lazos, especialmente en el sector militar, y se posicionaron como actores relevantes en temas internacionales, desde Medio Oriente hasta Ucrania.
Además, el acuerdo tiene un impacto simbólico que va más allá de sus disposiciones específicas. Representa un desafío directo al sistema unipolar liderado por Estados Unidos, reafirmando la búsqueda de un orden mundial multipolar. Esta postura podría incentivar a otras naciones a seguir su ejemplo, fortaleciendo alianzas alternativas y redefiniendo el mapa geopolítico global.
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