Nueva Orleans, también conocida como The Big Easy, es una ciudad alegre. Esa alegría se contagia al caminar por el Barrio Francés. Desde los balcones de hoteles y bares, la gente arroja collares de color púrpura, oro o verde que los paseantes de la calle atrapan. La festividad principal es el Martes de Carnaval, o Mardi Gras, cuando la ciudad se desborda de vida y color.
La Nouvelle-Orléans fue fundada en el delta del río Misisipi en 1718 y fue nombrada en honor al príncipe Felipe II, duque de Orleans, que era el regente durante la minoría de edad de Luis XV. Su ubicación era estratégica para controlar el comercio en el Golfo de México. La construcción se realizó sobre tierras pantanosas, lo que ha sido una pesadilla a lo largo de la historia, ya que se ha inundado en varias ocasiones, la última en 2006 con el huracán Katrina.
En 1763, Francia cedió la Luisiana a España, hasta que Napoleón la recuperó brevemente para después venderla a Estados Unidos en 1803. A lo largo del siglo XIX, Nueva Orleans se distinguió por ser un lugar donde convivían europeos, africanos, caribeños y nativos americanos. Este mosaico cultural dio lugar a una rica tradición musical y a la cocina criolla.
Garden District
Este es uno de los barrios más bonitos de la ciudad. Es famoso por sus mansiones históricas, calles arboladas y jardines exuberantes. Comenzó a desarrollarse a mediados del siglo XIX como una comunidad de lujo para los estadounidenses ricos que llegaron a Nueva Orleans después de la compra de Luisiana, diferenciándose del más europeo y criollo French Quarter.
El nombre se debe a los enormes jardines de magnolias, robles y buganvilias que rodean las mansiones, muchas de las cuales están diseñadas en estilos neoclásico, victoriano, italiano y gótico. No te pierdas el Commander’s Palace, un restaurante de color azul fundado en 1893, que ofrece un menú de platos criollos y es parte de las atracciones de la ciudad.
Jackson Square
Originalmente conocida como Place d’Armes, es uno de los lugares más populares por su vida cultural, llena de artistas callejeros, músicos y pintores. Su nombre actual honra a Andrew Jackson, séptimo presidente de Estados Unidos y héroe de la batalla de Nueva Orleans, en la que derrotó a los británicos en 1814.
La plaza está rodeada por edificios del siglo XVIII, como la catedral y el Cabildo. Este último se construyó en 1799 y fue donde se firmó la compra de la Luisiana. La catedral de San Luis es una de las más antiguas de uso continuo en Estados Unidos. El templo original fue destruido en 1788 en un incendio. El actual terminó de levantarse en 1850.
Barrio francés
El French Quarter es el corazón histórico y cultural de Nueva Orleans. Es la zona más antigua de la ciudad, con una rica herencia que combina influencias francesas, españolas y criollas. Sus calles empedradas y edificios coloniales con balcones de hierro forjado crean un ambiente único. Uno de sus puntos más emblemáticos es Bourbon Street, famosa por su vida nocturna, llena de bares, clubes de jazz y restaurantes que sirven cocina cajún y criolla.
Este sitio es el epicentro del Mardi Gras. Con su mezcla de historia, música y cultura, el French Quarter es un lugar que no te puedes perder.
Cementerio Lafayette No. 1
Ubicado en el Garden District, es uno de los cementerios más antiguos y famosos de la ciudad. Se abrió en 1833 y refleja las costumbres funerarias de la región, donde las tumbas están sobre el suelo. Debido a la naturaleza pantanosa sobre la que se construyó la ciudad, los cuerpos no podían ser enterrados bajo tierra. Esto llevó a la construcción de mausoleos y criptas familiares elevadas para evitar que en las inundaciones la lluvia sacara los cuerpos.
El Cementerio ha sido el lugar de descanso de muchas familias ricas. Se puede ver una mezcla de estilos arquitectónicos, desde lo simple hasta lo ornamentado. Este cementerio es famoso por haber sido escenario de varias películas, como “Entrevista con el vampiro”, y ha inspirado a escritores y artistas por su atmósfera gótica. Además, se asocia con leyendas locales de Nueva Orleans.