Narcoterrorismo, arma de doble filo
La posible designación de grupos criminales como terroristas abre un debate sobre sus efectos en la cooperación binacional y la lucha contra el narcotráfico
El presidente Donald Trump dio un paso adelante para cumplir una de sus principales promesas de campaña al asumir el gobierno de Estados Unidos: designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras.
A pocas horas de su juramentación el pasado 20 de enero, el republicano firmó una orden ejecutiva, equivalente a un decreto presidencial en México, para cumplir dicha advertencia. Sin embargo, en la declaratoria publicada por la Casa Blanca, salvo en el caso de organizaciones transnacionales como la banda venezolana Tren de Aragua y la salvadoreña Mara Salvatrucha (MS-13), no se especifica cuáles cárteles mexicanos estarían incluidos.
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“Los cárteles han emprendido una campaña de violencia y terror en todo el hemisferio occidental que no sólo ha desestabilizado a países de gran importancia para nuestros intereses nacionales, sino que también ha inundado a Estados Unidos con drogas mortales, criminales violentos y pandillas viciosas”, se indica en la declaratoria.
›En el caso de México, la orden ejecutiva sostiene que, mediante “asesinatos, terror, violaciones y fuerza bruta”, los cárteles controlan “casi” todo el tráfico ilegal a través de la frontera sur con Estados Unidos. Y “en ciertas partes de México funcionan como entidades cuasi gubernamentales, controlando casi todos los aspectos de la sociedad”.
Fue en octubre de 2023 cuando el entonces candidato declaró por primera vez que cumpliría la designación de los cárteles como organizaciones terroristas, como un avance para reforzar el combate al narcotráfico, principalmente de fentanilo, e impulsar el despliegue de fuerzas militares en la frontera de Estados Unidos con México.
El argumento principal de Trump para considerar a los cárteles de la droga al mismo nivel de organizaciones terroristas como Al Qaeda, Hamas o Hezbolá se basa en que sus acciones representan una amenaza para la seguridad nacional más allá del crimen organizado tradicional.
Sin embargo, especialistas en el tema han señalado las implicaciones legales, políticas, económicas y sociales que podría acarrear esta medida, incluyendo los probables riesgos para la cooperación binacional, que resultarían contraproducentes para el propio Estados Unidos.
Amago comercial
La posible denominación de cárteles como terroristas no es inmediata. Implica un procedimiento jurídico en el que el Departamento de Defensa de ese país envía al Senado la lista de las posibles organizaciones criminales consideradas, y tiene un plazo de 15 días para pronunciarse antes de considerarse una afirmativa ficta.
Mientras se define oficialmente la lista y el procedimiento, según las propias agencias de seguridad e inteligencia estadounidenses, los cárteles Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, actualmente divididos en las facciones de Los Chapitos y la Mayiza, son los que podrían estar incluidos al ser señalados como las principales organizaciones detrás de la producción y el tráfico de fentanilo y otras drogas sintéticas.
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Para Javier Oliva Posada, profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, mientras no se concrete dicho planteamiento, la posible designación de los cárteles como terroristas implica un trasfondo distinto al plasmado en la orden ejecutiva.
“Para mí, es una treta, una maniobra de Trump para desmontar el tratado y justamente debilitarlo o buscar acuerdos bilaterales con México y Canadá. ¿En qué me baso? En que, por ley, Estados Unidos no puede tener un socio comercial donde existan organizaciones terroristas. Tan es así que, de manera paralela a este proceso, ha anunciado y presionado para que las negociaciones del 2026 comiencen a la brevedad”.
En ese sentido, el profesor del Seminario Universitario de Estudios sobre Democracia, Defensa, Dimensiones de la Seguridad e Inteligencia señaló que, en caso de concretarse la designación, traería implicaciones “muy serias” para Estados Unidos. Particularmente para su industria armamentista, considerando que “ocho de cada 10 armas que se incautan fueron vendidas en las 27 mil armerías de los estados fronterizos con México”.
A través de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, el gobierno estadounidense ha admitido que al menos el 74% de las armas que les confiscan a los cárteles mexicanos provienen de armerías en Texas, Arizona o California. “Entonces, el vendedor y el comprador se convierten en facilitadores de las organizaciones terroristas”, apuntó Oliva Posada.
Limpieza ¿desde casa?
Clasificar a los cárteles como organizaciones terroristas conlleva cuatro causales que regularmente se mezclan entre sí: separatismo o independentismo, reivindicaciones étnico-culturales, religiosas y/o político-ideológicas. Bajo ese escenario, ¿qué tipo de reivindicación tendrían los cárteles?
A dicha pregunta, Javier Oliva refirió que la designación llevaría al gobierno de México a una “dinámica perniciosa, desgastante e inútil” de tener que negociar con criminales, asesinos y vendedores de droga, como si fueran reivindicadores de alguna identidad cultural, política o religiosa.
Del otro lado de la frontera, el actual gobierno estadounidense ha dejado en claro que la designación buscaría evitar cualquier proximidad, incursión o vulneración en su territorio. No obstante, bajo esa teoría, forzosamente implicaría reconocer que los cárteles operan al interior de ese país, bajo una cadena de corrupción aún sin dimensionar.
“Aquí (en México) se fabrica el fentanilo, llega a la frontera, ¿cómo es que llega a las estaciones del metro de Chicago o a las periferias de Atlanta? ¿El narcomenudista va a ser visto como agente activo del terrorismo?; ¿cuántos policías, condados, jueces, negocios que blanquean dinero van a ser vinculados al terrorismo? ¿Va a reconocer Trump que tiene terrorismo en su territorio?”, cuestionó el académico.
Respecto a los escenarios de una eventual intervención militar que vulnere nuestra soberanía, como se ha inferido en el debate público, Oliva subrayó que la “diplomacia militar” de las fuerzas armadas en dos regímenes presidencialistas como México y Estados Unidos “sobrepasa las coyunturas de partidos políticos o personalidades en el poder ejecutivo”.
¿Sabías que? El 74% de las armas confiscadas a cárteles provienen de armerías en Texas, Arizona y California.
“Existe una relación bilateral muy importante con las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, específicamente con el Comando Norte. ¿Qué asuntos se tratan en esas relaciones? Aspectos de adiestramiento, de educación, en ocasiones de intercambio de información”.