Hay un refrán popular que dice: “En Lisboa se divierten, en Braga se reza, en Coímbra se estudia y en Oporto se trabaja”. Y es que los pobladores de la segunda ciudad más grande de Portugal tienen fama de ser laboriosos. Se cree que los griegos establecieron un asentamiento en la desembocadura del río Duero al que llamaron Cale. Los romanos ocuparon esta región en el 136 a. C. y la llamaron Portus Cale. Los suevos y los godos mantuvieron el nombre de Portocale, del cual derivan los nombres de Porto (Oporto) y Portugal.
En la Edad Media, la ciudad floreció como un importante puerto; en el siglo XIV destacó por la producción de vino. En el siglo XVIII, el vino de Oporto alcanzó fama internacional y consolidó la relación comercial de la ciudad con Inglaterra.
Catedral de Oporto
La Sé do Porto está en el punto más alto de la ciudad. Comenzó a construirse en 1110 con estilo románico con sus torres y muros de granito y un hermoso rosetón en la fachada. En los siguientes mil años, su estructura fue objeto de múltiples renovaciones que le añadieron elementos góticos, barrocos y neoclásicos. Uno de los espacios más llamativos es el claustro gótico, añadido en 1390, cuyos muros están decorados con azulejos que ilustran escenas religiosas y contrastan con las paredes de piedra. Continúa el altar mayor, de estilo barroco y riqueza ornamental, con el presbiterio, donde está la imagen de Nuestra Señora de la Vandoma, patrona de Oporto. Desde el exterior, la catedral ofrece una vista grandiosa del río Duero y de los tejados de la ciudad, convirtiéndola en el punto ideal para iniciar un recorrido.
Ribeira
Este barrio, situado a orillas del Duero, es uno de los distritos más antiguos de la ciudad. Es famoso por sus callejones empedrados y fachadas coloridas. Inicialmente, fue una zona portuaria, con negocios de comercio y pesca. Varios de sus edificios conservan su arquitectura medieval y barroca. Uno de los puntos más visitados es la Praça da Ribeira, una plaza animada con restaurantes, cafés y tabernas artesanales. Al anochecer, el barrio se ilumina y se llena del sonido del fado, la música tradicional portuguesa. Desde aquí se tiene una vista inigualable del puente de don Luis I.
Puente de don Luis I
Es uno de los símbolos más reconocibles de Oporto y una obra maestra de la ingeniería del siglo XIX. Inaugurado en 1886, el puente diseñado por Théophile Seyrig, socio de Gustave Eiffel, y su estructura de hierro es un testimonio de los avances arquitectónicos de la época. Con sus dos niveles y el arco de 172 metros, el puente conecta Oporto con Vila Nova de Gaia, cruzando el río Duero. El puente tiene dos plataformas: en la superior cruzan el metro y los peatones; en la inferior lo hacen los vehículos. Esta estructura permite a los visitantes apreciar Oporto en distintas alturas.
Librería Lello
Una de las joyas de Oporto es la Librería Lello. Abierta en 1906, es considerada una de las más bellas del mundo, gracias a su combinación de estilos neogótico y art nouveau. Su fachada destaca entre los edificios vecinos por sus relieves y detalles florales. Sin embargo, es al entrar donde ocurre el verdadero encantamiento. Su famosa escalera roja se encuentra en el centro de la sala, mientras que el techo de madera y las vidrieras crean un entorno mágico.
Torre de los Clérigos
En el corazón histórico de la ciudad se encuentra la Torre de los Clérigos, que durante muchos años fue el edificio más alto de Oporto. Esta obra del barroco, construida entre 1754 y 1763, fue diseñada originalmente como parte de la iglesia de la Hermandad de los Clérigos Pobres. La torre ofrece una de las vistas panorámicas más impresionantes de la ciudad. Se pueden subir sus 225 escalones para llegar a lo alto y disfrutar de un panorama que incluye los tejados rojos, el río Duero y los edificios antiguos.
›Debido a su popularidad, lo ideal es visitar varias de las atracciones de Oporto muy temprano en la mañana o al final de la tarde. También es recomendable comprar las entradas en línea para evitar filas.