Pasaron cinco años en los que la catedral de Notre Dame de París estuvo en silencio y sin feligreses, debido a un devastador incendio que consumió la parte superior de la catedral, que cuenta con dos campanarios, una torre central con techo y una aguja, así como gran parte de la estructura de madera.
Cinco años en los que los mejores arquitectos, constructores, artesanos y restauradores se dedicaron a devolverle el brillo que la caracteriza, pero ahora con un toque de modernidad. El resultado: un edificio con un tejado totalmente reconstruido, una nave y un crucero limpios, un mobiliario nuevo y moderno, y una iluminación modulable.
Al interior, una nave de un blanco inmaculado es la encargada de recibir a los visitantes, y el toque de color proviene de las numerosas capillas adyacentes, entre las que se incluye una dedicada a la Virgen de Guadalupe, una rareza entre los templos europeos que ya atrae a multitudes de feligreses mexicanos y latinos.
Fue el pasado sábado 7 de diciembre cuando la catedral gótica más famosa del mundo, construida hace más de 860 años, volvió a abrir sus puertas. “¡Notre Dame, abre tus puertas!”, gritó Laurent Ulrich, arzobispo de París, mientras golpeaba las imponentes puertas. Su petición fue respondida por el coro de la catedral, conformado por niños, quienes, en un melodioso canto, invitaron a los asistentes a entrar.
Una vez iniciada la ceremonia –a la que asistieron importantes personalidades como el presidente francés, Emmanuel Macron, el príncipe Guillermo, heredero de la corona británica, el príncipe Alberto de Mónaco y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, entre otros–, se dedicó un momento especial, con ronda de aplausos, al cuerpo de bomberos encargado de salvar la catedral hace más de cinco años, y a los artesanos encargados de la preservación y restauración de las obras de arte que alberga.
Y mientras, al exterior, un juego de luces proyectaba la palabra “gracias” en la fachada, un dueto de violinistas amenizaba el encuentro entre diplomáticos, pausando únicamente para permitir la emisión de los discursos.
“Hemos redescubierto lo que las grandes naciones saben hacer: realizar lo imposible. Escogimos la superación, la voluntad, el rumbo de la esperanza (...) Y para lograrlo, una fraternidad inédita”, fueron las palabras de Macron, quien cumplió así su compromiso de reconstruir la icónica catedral en un plazo de cinco años.
Uno de los grandes ausentes fue el papa Francisco, quien, debido a problemas de agenda, envió un mensaje de felicitación por la reapertura de Notre Dame. “Notre Dame pronto volverá a ser visitada y admirada por una multitud inmensa de personas de todas las condiciones, procedencias, religiones, lenguas y culturas, muchas de ellas en busca de un sentido absoluto y propósito para sus vidas”, dijo, sin olvidar mencionar “el compromiso decidido de las autoridades públicas, así como el gran impulso de generosidad internacional que contribuyó a la restauración”.
El pontífice finalizó su mensaje con el deseo de “que el renacimiento de esta admirable iglesia sea un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia”.
La ceremonia del sábado finalizó con un banquete de honor en el Palacio del Elíseo, pero las celebraciones no terminaron ahí. Un día después, el domingo 8 de diciembre, se realizaron las dos primeras misas, en las que se invitó a comer a 150 personas en condiciones vulnerables. En la primera misa también se invitó a varios jefes de Estado, entre los que se contó el presidente francés, Emmanuel Macron, y quienes presenciaron la bendición del agua, la consagración del altar, las lecturas bíblicas, la colocación de las reliquias, la bendición del sagrario y el rito de la paz.
La segunda eucaristía, que se celebró horas más tarde, fue para el público en general, aunque debido al interés masivo, se tuvo que implementar un sistema de reservaciones. Para todos aquellos que no pudieron entrar, se instalaron pantallas gigantes en el exterior, que transmitieron cada detalle de la ceremonia religiosa.
De esta manera volvió a la vida la Catedral de Nuestra Señora de París, que durante los próximos seis meses realizará distintas actividades en honor a su reapertura, con la asistencia de lo que se calcula, miles de feligreses de todas las partes del mundo.
El papel de México
En la reconstrucción de la catedral, nuestro país tuvo una participación importante gracias a Alejandro Arredondo, un arquitecto especializado en Modelado de Información de Construcción, egresado del Tecnológico de Monterrey. Arredondo fue el encargado de liderar al equipo que desarrolló la maqueta tridimensional que permitió reconstruir muros, techos y otros rincones del edificio, mediante escáneres tridimensionales y drones de alta precisión.
Ante medios, el arquitecto –quien también fue el único latino que participó en las tareas de reconstrucción de la catedral– detalló que la maqueta tridimensional les permitió identificar los puntos que correspondían a pilares, muros y bóvedas, y aunque el trabajo fue un reto, hoy puede observar las nuevas estructuras del edificio con el orgullo de saber que su participación fue clave en la reapertura.
Además, la colaboración de México no sólo se limitó a la participación de Arredondo, sino que también incluyó el apoyo logístico y técnico de varios expertos en restauración de monumentos históricos. Este esfuerzo conjunto subraya la importancia de la cooperación internacional en proyectos de esta magnitud, en los que la tecnología y el conocimiento compartido se unen para preservar el patrimonio mundial. La intervención mexicana ha sido reconocida por su precisión y su contribución al renacimiento de un ícono cultural de la humanidad.