La Escuelita del terror del crimen organizado
Reclutados con engaños, sometidos a torturas y obligados a matar, el crimen organizado perfeccionaba su maquinaria en el Rancho Izaguirre; las evidencias revelan la barbarie silenciada

Un sobreviviente llevó a integrantes del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco al rancho Izaguirre, utilizado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como campo de entrenamiento y exterminio. Al testigo lo reclutó el crimen organizado mediante una falsa oferta de empleo; nunca se imaginó las atrocidades que vería y las pruebas físicas y mentales por las que pasaría.
El 5 de marzo, integrantes del colectivo, entre ellos Raúl Servín, entraron al rancho ubicado en Teuchitlán, a una hora de Guadalajara, Jalisco, con el testigo como guía.
“Se nos comentó que cuando él estuvo ahí (el testigo), había 280 personas ahí reclutadas y que a un amigo de él le habían quitado la vida en el lugar. No supo a ciencia cierta dónde lo habían sepultado o si lo habían quemado, pero era lo que le movía más a él: ir a recuperar al amigo a donde lo habían dejado (…) Él tenía miedo por lo que había vivido en el lugar. Y todo lo que le pasó y lo que vio con sus demás compañeros, entonces, quedó de alguna manera traumado”, relató Raúl Servín a ejecentral.
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Sobrevivientes del lugar han comentado que el rancho que mide casi una hectárea era conocido como “La Escuelita”. Ahí llegaban los jóvenes engañados por los narcotraficantes. Los obligaban a matar, a descuartizar a otro ser humano, a entrenar para ser integrantes del crimen organizado, a dormir en el suelo y en hacinamiento. No sólo había criminales mexicanos, también exmilitares de Colombia y kaibiles de Guatemala.
Michael W. Chamberlain, defensor de derechos humanos y exdirector general de Vinculación de la Comisión Especial de Atención a Víctimas (CEAV), afirmó que el Cártel Jalisco Nueva Generación “es muy explícito en su formación militar”.
“Incluso publican cómo tienen uniformes militares; armas, equipo y vehículos militares. O sea, es una lógica absolutamente militar. Y sí, hay testimonios de presencia de kaibiles, también de exmiembros de las FARC de Colombia, militares colombianos y también militares estadounidenses, al parecer fuerzas especiales retirados, que están colaborando con estos grupos y bajo esta lógica”, detalló en entrevista.
“Saqué miles de casquillos”
Raúl Servín, integrante del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, recordó que al llegar al rancho, lo primero que hizo fue picar, escarbar, buscar indicios de cuerpos.
“Me puse a escarbar, yo empecé a sacar miles de casquillos, que estaban sepultados, no estaban así a intemperie. Y empecé a escarbar, escarbar, porque ahí me daba la impresión como de que hubiera estado algún cuerpo sepultado, pero no, lamentablemente eran puros casquillos. Mis demás compañeros empezaban a decir que había restos de humanos quemados y empezamos con el trabajo y localizamos tres hornos crematorios”, contó.
A un lado, dijo, había alambres de púas colocados perfectamente para que los jóvenes entrenaran pecho tierra y se enterraran las púas si no lo hacían bien.
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“Las paredes estaban llenas de la pintura de balas para gotcha, había bolsas todavía con balas de gotcha, había aros aprehensores, había libretas con nombres y con apodos (para llevar el control de los reclutados)”, agregó.
En un cuarto había unos 400 pares de zapatos y, entre ellos, un cuaderno profesional rayado con la carta firmada por J.G.L., con fecha del 2 de mayo de 2003:
“Mi amor, si algún día ya no regreso, solo te pido que recuerdes lo mucho que te amo. Y digas ‘se me fue mi enojón, berrichón y celoso’ (sic)”.

Raúl Servín cuenta que sintió una profunda tristeza cuando el colectivo descubrió huesos, los crematorios y 495 pantalones, shorts, faldas, mochilas, bolsas, playeras.
“Yo sentí demasiada tristeza, demasiado dolor (…) a mí me ganan más las inquietudes de escarbar, de estar escarbando, porque, pues, tengo un hijo desaparecido y tengo esa necesidad de encontrar a mi hijo”, dijo Raúl, quien busca a su hijo con el mismo nombre, desaparecido hace siete años en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco.
El avance de las Buscadoras
La madre buscadora, Cecilia Flores, delató que, en diciembre de 2024 y enero de 2025, el colectivo Madres Buscadoras de Jalisco ya había entrado al rancho Izaguirre de Teuchitlán, luego de que un sobreviviente anónimo contó lo que se hacía en ese lugar.
“En diciembre, algunos hornos donde quedaron hechas cenizas muchas vidas aún estaban activos, humeando y desprendían olor a muerte; le avisamos a las autoridades, pero no entendemos por qué impidieron continuar y no intervinieron si los crematorios estaban a la vista de todos, los hornos eran más grandes que algunos de los cuartos de ahí, olía a muerte, había tantos casquillos como rastros de sufrimiento, montones de ropa y zapatos, esposas, cadenas y, hasta en los baños había señales de dolor”, delató en redes sociales.
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Presentó los videos de las buscadoras cuando tomaban evidencia de las prendas de vestir que encontraron para difundirlas por redes sociales y con la esperanza de que alguien las identifique.
“Este es un pinche rancho donde los adiestraban. Ves este rancho y estás viendo la muerte. Es la muerte para nosotras, está muy triste aquí”, se escucha a una madre buscadora mientras graba con su teléfono su recorrido por el rancho, donde localizaron restos de cuerpos, casquillos y encontraron baños con rastros de sangre.
Fiscalía a ciegas
Los buscadores no entienden cómo la Fiscalía del Estado de Jalisco no encontró los crematorios ni se llevaron las prendas de vestir como pruebas. El 20 de septiembre de 2024, elementos de la Guardia Nacional y del Ejército llegaron al rancho que fue calificado como “un centro de adestramiento” luego de que recibieron una denuncia ciudadana.
“Al arribar al sitio, los integrantes de ambas instituciones escucharon detonaciones de arma de fuego desde el interior del predio, por lo que implementaron un operativo de intervención para descartar la posible comisión de algún delito. En una rápida acción, en la que no se realizó ningún disparo, se detuvo a 10 presuntos delincuentes quienes portaban armas de fuego y fueron rescatadas dos personas maniatadas, quienes manifestaron estar privadas de su libertad; además se realizó el hallazgo de una persona sin vida”, se lee en un comunicado del gobierno federal.
Las fuerzas federales pusieron a disposición de la Fiscalía del estado a los detenidos y al lugar. De acuerdo con los buscadores, la Fiscalía trabajó dos días en el lugar.
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Salvador González de los Santos, fiscal estatal, dijo en entrevista con medios locales que “no se pudo procesar todo el rancho porque son bastantes hectáreas”. Falso, el rancho mide poco menos de una hectárea. El buscador Raúl Servín dice que el 5 de marzo pasado que el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco entró al lugar en compañía de elementos de la Guardia Nacional, no había ninguna restricción para acceder.
“La Fiscalía no sé qué tanto trabajó y puso un sello de clausura en el lugar. Nosotros, cuando llegamos, el sello no existía, el sello no estaba y, de hecho, no había ni candados ni cadenas que impidieran el ingreso al lugar. Ingresamos porque no había nada que nos lo impidiera. El lugar estaba abandonado, nada más había unas gallinas y unos gallos”, comentó.
En diciembre, tres meses después del operativo de las autoridades, las Madres Buscadoras de Jalisco entraron al lugar y reportaron que los crematorios seguían activos, humeando.

Hay más campos de exterminio
La líder del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, Indira Navarro, ha revelado que hay más terrenos como el Izaguirre en Jalisco y en otros estados, según testigos que se han acercado a ella.
Indira Navarro ha contado que el rancho, de acuerdo con el testimonio de una joven que estuvo ahí, comenzó a operar en el 2012, que los obligaban a pelear por comida, que había colusión con las autoridades, médicos que hacían experimentos y venta de órganos.
A quienes reclutan en Jalisco los adiestran por un mes y luego los llevan “como carne de cañón” en los enfrentamientos en otros estados como Michoacán y Zacatecas.
El jueves 13 de marzo, los colectivos de buscadores entraron de nuevo al rancho, ahora con autoridades estatales y federales. El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco transmitió en vivo para dejar constancia del inicio de los trabajos que harían. Los comentarios comenzaron a fluir. Hubo decenas de personas que identificaron zapatos, vestimenta y mochilas de sus familiares desaparecidos y decenas más que pedían ayuda para encontrar a sus seres queridos que habían desaparecido cerca del lugar.
Entre los mensajes que se transmitieron destacan los siguientes, cuyos nombres deben permanecer anónimos por seguridad:
“Yo tengo dos hijos desaparecidos y yo de tiro vi un zapato de los que mi hijo usaba y botas de mi hijo”.
“Nosotros vimos la prenda de mi hermano ya mandamos los datos para que nos apoyen con la ficha”.
“Ubiqué la playera y el nombre de mi desaparecido en las fotos que subieron, dónde puedo pedir informes”.
“La maleta grande negra pertenece a mi papá”.
“¿Encontraron zapatos o gorras? Es que me urge saber porque de ropa no está de mi papá, pero de zapatos sí había y está en la lista del cuaderno”.
“(A) mi hermano se lo llevaron en julio del 2018 de la población de La Vega y pertenece al municipio de Teuchitlán, Jalisco”.