Genocidio en el Congo: inacción y violencia
La reciente toma de la ciudad de Goma, un punto estratégico, dejó miles de víctimas en el fuego cruzado y el control de la explotación de tierras raras, de las cuales se han beneficiado Ruanda, Europa y Estados Unidos

La República Democrática del Congo (RDC) enfrenta una crisis humanitaria de proporciones alarmantes, marcada por violencia sistemática, explotación de recursos y violaciones masivas de derechos humanos.
A pesar de la gravedad de la situación, el conflicto ha sido catalogado por activistas y sobrevivientes como un “genocidio silencioso”, dada la escasa atención internacional que recibe.

Asesinatos masivos indiscriminados, persecución religiosa, explotación laboral –de la que ni los niños se libran–, delitos sexuales y desplazamientos forzados son algunos de los crímenes que se cometen contra los habitantes de la República Democrática del Congo (RDC), que desde hace varios meses viven lo que muchos activistas y sobrevivientes llaman un “genocidio silencioso”.
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En este panorama, uno de los involucrados es Ruanda, un país con el que la RDC limita al este, y cuyo presidente, Paul Kagame, se ha beneficiado por medio del apoyo a uno de los grupos armados responsables de las matanzas.
Se trata del grupo Movimiento 23 de Marzo (M23), una organización que ha fungido tanto como mercenarios como en el control de áreas con recursos minerales de valor.
De acuerdo con los medios de comunicación internacionales, desde el pasado 27 de diciembre, el M23 controla Rubaya, un área minera rica en coltán, mineral indispensable para fabricar dispositivos como teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores portátiles.
“Han puesto en marcha una administración paralela que controla las actividades mineras, el comercio, el transporte y la fiscalidad de los minerales (...) Al menos 150 toneladas de coltán son exportadas de manera fraudulenta cada mes hacia Ruanda y mezcladas con la producción ruandesa”, detalla el último informe del grupo de expertos de la ONU, del pasado 27 de diciembre.
En este sentido, Kagame ha asegurado que su alianza con el M23 obedece únicamente a la intención de proteger sus fronteras, pero lo cierto es que, desde inicios de este año, los rebeldes han aumentado sus actividades tanto en la frontera como en áreas de la República Democrática del Congo. Prueba de ello es la reciente toma de la ciudad de Goma, capital de Kivu Norte y un punto estratégico importante. Especialistas prevén que el grupo armado avanza hacia la región de Kivu del Sur y amenaza con tomar nuevos enclaves.
Cabe destacar que, a finales de enero, la ONG Save the Children denunció que al menos 120 mil niños fueron forzados a abandonar sus hogares en Kivu del Norte y Kivu del Sur en las primeras semanas del año. Los motivos van desde los enfrentamientos entre el Ejército congoleño y los grupos armados, hasta el riesgo de verse expuestos a trabajos forzados en las minas.
Se estima que Ruanda mantiene al menos cuatro mil soldados en suelo congoleño y ha incrementado su producción de minerales raros, la mayoría de ellos provenientes de la República Democrática del Congo. Y aunque recientemente se acordó un alto al fuego, la violencia amenaza con traspasar la frontera, ante lo que los países vecinos como Burundi y Uganda han reforzado sus respectivas fronteras.
“Más de cuatro mil soldados ruandeses se atribuyen al derecho de ocupar ilegalmente un territorio soberano”.
Participación de Occidente
El conflicto trasciende a las naciones africanas. El 17 de febrero del año pasado, la Comisión Europea firmó un acuerdo con Ruanda para facilitar la importación de minerales, especialmente coltán. A la vez, la producción de dispositivos electrónicos se ha incrementado en el continente europeo.
Diversas empresas estadounidenses también se han beneficiado del difícil panorama en la RDC. Compañías como Apple, Google, Dell, Microsoft y Tesla han sido señaladas de apoyar el trabajo infantil en las minas, e incluso se inició un proceso legal al respecto. El año pasado, un tribunal estadounidense absolvió a las cinco compañías.
Tras la toma de la ciudad de Goma, el personal diplomático estadounidense recibió la orden de dejar el país, con la única excepción de aquellos que prestan servicios de emergencia. Esto ocurrió después de que las embajadas de Ruanda, Francia, Bélgica y Estados Unidos fueran atacadas durante uno de los más recientes enfrentamientos armados.
Anteriormente, el Departamento de Comercio de Estados Unidos informó que la mayor parte de los recursos minerales del Congo siguen sin explotar, y estimó que el valor de dichos recursos asciende al menos a 24 mil millones de dólares.

Pese a que Estados Unidos y Europa han denunciado el apoyo de Ruanda al M23 y han emitido varios llamados a la paz, lo cierto es que ambas entidades se han beneficiado del conflicto, al obtener ganancias por la explotación de las tierras raras en la zona.
La crisis en la República Democrática del Congo no solo representa una tragedia humanitaria, sino también un claro ejemplo de cómo los intereses económicos y políticos pueden perpetuar el sufrimiento de millones de personas. Mientras la comunidad internacional se ha beneficiado de los recursos congoleños, la población local enfrenta violencia, desplazamiento y explotación. Es urgente que se tomen medidas concretas para detener este ciclo de abusos y garantizar justicia para las víctimas. .
Al menos dos mil 900 congoleños murieron la semana pasada en los combates entre el grupo armado M23 y el Ejército durante la toma de la ciudad de Goma.