Exilio: vidas al borde del caos

7 de Enero de 2025

Exilio: vidas al borde del caos

Exilio-deportaciones

El temor a la deportación define la vida de miles de indocumentados, atrapados entre sueños estadounidenses y raíces desarraigadas por políticas restrictivas

A lo largo de la frontera sur de Estados Unidos, las vidas de miles de inmigrantes están marcadas por la incertidumbre. En un entorno donde las políticas migratorias endurecen sus aristas y los discursos políticos polarizan a la sociedad, familias enteras se enfrentan al temor de la separación y al riesgo de perderlo todo. Este es el caso de personas como Mirna Cabral, Foday Turay y Óscar Silva, cuyos destinos oscilan entre la esperanza y la desolación.

Mirna Cabral, residente en El Paso, Texas, nació en México y fue llevada a Estados Unidos por sus padres cuando tenía sólo cinco años. Desde su hogar, con vistas a la frontera con Ciudad Juárez, reflexiona sobre lo ajeno que le resulta un país que apenas recuerda, pero al que podría ser enviada de manera forzosa. Viuda y madre de dos niños ciudadanos estadounidenses, teme por el impacto que una deportación tendría en la vida de sus hijos. “Es como si ellos no pudieran ser validados porque su mamá es migrante”, lamenta.

Por otro lado, Foday Turay, traído desde Sierra Leona a los siete años, ha construido su vida en Filadelfia como asistente del fiscal de distrito. Aunque es beneficiario del programa DACA, que lo protege temporalmente de la deportación, reconoce la fragilidad de este escudo legal. “Todo lo que conozco es Estados Unidos. Si cancelan DACA, miles de nosotros quedamos en la incertidumbre”, afirma.

TE PUEDE INTERESAR: De la Fuente: México refuerza su compromiso con los migrantes en EU

En Denton, cerca de Dallas, la historia de Óscar Silva encapsula la contradicción de muchos inmigrantes indocumentados. Con 24 años, toda su vida ha transcurrido en Estados Unidos, donde se graduó en Economía y Contabilidad, realizó una pasantía en el Capitolio y se casó con Natalie Taylor, ciudadana estadounidense. Sin embargo, su falta de estatus legal lo deja sin acceso a permisos laborales o licencias de conducir. “Soy estadounidense en todos los sentidos, menos en mis documentos”, comenta desde su hogar.

Óscar esperaba acogerse al programa “Keeping Families Together”, una iniciativa de la administración de Joe Biden que permitía a inmigrantes sin estatus legal, casados con ciudadanos estadounidenses, comenzar sus trámites migratorios sin abandonar el país. Diseñado para beneficiar a unas 500 mil personas, el programa fue declarado ilegal tras un litigio impulsado por estados conservadores. Ahora, quienes como Óscar no pueden acceder a este plan enfrentan la posibilidad de regresar a un país que apenas conocen, separarse de sus familias y perder el futuro que construyeron.

La incertidumbre crece con la llegada de una nueva administración dispuesta a endurecer las políticas migratorias. Propuestas como la eliminación de la ciudadanía por nacimiento y las deportaciones masivas recuerdan los momentos más oscuros de la administración Trump. Harold Solís, codirector legal de la ONG Make The Road New York, advierte que estas medidas “sacudirán los cimientos de nuestra sociedad”. Por su parte, Natalie Taylor está dispuesta a seguir a Óscar a México si fuera deportado, aunque ello implique abandonar a su comunidad y su familia. “Lo amo y valoro nuestra relación”, asegura.

SIGUE LEYENDO: Migrantes saturan oficinas de migración en la frontera sur

En medio de estos desafíos, la resiliencia se convierte en un acto de resistencia. Familias como la de Mirna, Foday y Óscar luchan por mantener su unidad, incluso cuando el país que llaman hogar les cierra sus puertas. Mientras las políticas migratorias siguen siendo objeto de debate, la pregunta persiste: ¿qué sucede cuando el lugar al que perteneces se niega a reconocerte?

La situación actual de los inmigrantes no sólo pone en riesgo sus vidas y familias, sino que también genera una pérdida significativa para la sociedad estadounidense.

Según la organización FWD, el 81% de los posibles beneficiarios del programa “Keeping Families Together” lleva más de dos décadas viviendo en Estados Unidos, tiempo en el que han contribuido económicamente y culturalmente al país. Deportarlos no sólo destruye sus futuros, sino que priva al país de ciudadanos productivos que han hecho de Estados Unidos su hogar.

Además, los efectos psicológicos y emocionales de la incertidumbre migratoria son devastadores. Niños como los hijos de Mirna enfrentan la ansiedad de perder a sus padres, lo que puede causar traumas a largo plazo.

TE PUEDE INTERESAR: Donald Trump revela plan para ejecutar deportaciones masivas

Según estudios, la separación familiar debido a deportaciones masivas está asociada con tasas más altas de depresión y dificultades académicas en los niños afectados, un costo humano que es ignorado en los debates políticos.

Por otro lado, la lucha de los inmigrantes por mantenerse unidos revela la importancia de reformar el sistema migratorio para alinearlo con los valores de igualdad y justicia. Como lo señala Alan Lizarraga, de la Alianza Fronteriza por los Derechos Humanos, la deshumanización de los migrantes contradice los principios fundacionales de Estados Unidos como tierra de oportunidades. Reconocer su humanidad y su contribución al país debería ser central en cualquier reforma.

Finalmente, el apoyo de ciudadanos como Natalie Taylor y la comunidad en general podría ser clave para frenar políticas injustas. Historias como las de Óscar, Mirna y Foday generan empatía y reflejan el lado humano de un debate que a menudo se reduce a estadísticas y estereotipos. Estos casos ilustran que la migración no es sólo una cuestión política, sino una lucha por el derecho a la dignidad, la familia y el futuro.