Con la llegada del invierno, muchas personas experimentan un cambio notable en su bienestar emocional. Aunque las fiestas decembrinas suelen asociarse con momentos de alegría y unión, para algunos pueden ser un recordatorio de sentimientos de tristeza, soledad o ansiedad.
Este fenómeno, conocido como “depresión navideña” o trastorno afectivo estacional, afecta a una parte significativa de la población, exacerbado por la reducción de luz solar y las presiones emocionales propias de la temporada. Sin embargo, más allá del clima, el entorno personal y las vivencias del año juegan un papel crucial en la intensificación de estos síntomas.
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El trastorno afectivo estacional afecta a entre el 4% y el 8% de los mexicanos, aumentando especialmente en diciembre. Factores como el clima, el entorno personal y la presión social juegan un papel crucial.
Según el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), los casos de depresión estacional aumentan cada diciembre.
Este trastorno se asocia con la reducción de la luz solar, lo que provoca alteraciones en los ritmos biológicos de las personas. No obstante, la académica Paulina Arena, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que diciembre, como mes de reflexión, también puede agudizar problemas emocionales preexistentes.
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En este contexto, los individuos que atraviesan pérdidas o dificultades durante el año pueden ver sus síntomas intensificados. Las reuniones sociales y familiares, que deberían ser momentos de alegría, pueden convertirse en un recordatorio de la desesperanza.
En cuanto a las causas, Arena explica que el clima juega un papel, pero lo que realmente desencadena la tristeza en muchos casos es el entorno y el contexto personal. Diciembre está cargado de expectativas sociales y personales, lo que puede generar emociones de nostalgia y ansiedad. Además, el cambio de rutina y las interacciones familiares pueden tener un efecto negativo, sobre todo si estas son tensas o difíciles.
La presión social también es un factor determinante. La idea de que las fiestas son una época de felicidad, unión y celebración puede hacer que quienes atraviesan dificultades emocionales se sientan aún más aislados o inadecuados. En este sentido, la sobrecarga de expectativas sociales, sumada a la falta de comprensión de los trastornos emocionales, puede desencadenar un ciclo de aislamiento y agravar la sensación de desesperanza.
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Los signos más comunes de la depresión navideña incluyen tristeza prolongada, irritabilidad, insomnio o exceso de sueño, y cambios en los hábitos alimenticios. Sin embargo, los especialistas advierten que la clave está en reconocer estos síntomas durante más de dos semanas, ya que una tristeza ocasional no necesariamente indica un trastorno. En los casos más graves, pueden aparecer pensamientos suicidas, un riesgo que debe ser atendido con urgencia.
Ante estos desafíos emocionales, Arena aconseja que las personas busquen ayuda profesional cuando los esfuerzos por mejorar la situación por cuenta propia no den resultados. Reconectar con seres queridos, hacer ejercicio o practicar actividades placenteras pueden ser útiles, pero el apoyo terapéutico es esencial cuando la depresión se vuelve crónica.