El emprendimiento envejece, pero ¿qué sigue ahora?

21 de Octubre de 2024

El emprendimiento envejece, pero ¿qué sigue ahora?

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Aunque el interés por las startups ha decaído, afectado por los ciclos financieros, su papel en la transformación productiva aún es crucial para la innovación

Desde las esculturas clásicas hasta las políticas económicas modernas, la adoración por la juventud ha sido un tema recurrente. En la economía, las startups han sido el foco de atención, representando vitalidad e innovación. Economistas como Joseph Alois Schumpeter y Frank Hyneman Knight estudiaron el impacto de las nuevas empresas en el rejuvenecimiento del tejido empresarial, un tema que sigue vigente hasta hoy.

Desde hace más de 100 años, los gobiernos han fomentado el emprendimiento mediante políticas públicas. Más recientemente, las grandes corporaciones han adoptado el fenómeno a través de programas de innovación abierta, conocidos como emprendimiento corporativo. Este enfoque ha dado lugar a incubadoras, aceleradoras y herramientas de inversión, diseñadas para facilitar el crecimiento de nuevas empresas.

El surgimiento de incubadoras y aceleradoras de startups, principalmente durante crisis económicas, ha demostrado la importancia del emprendimiento en la regeneración económica.

En Estados Unidos, tras la Gran Depresión, surgieron las primeras agencias de apoyo a pequeñas empresas. Décadas después, la crisis del petróleo impulsó la creación de más plataformas de fomento empresarial. El auge de las startups durante la última década, liderado por empresas como Telefónica y Repsol, en España, permitió la creación de plataformas para conectar a emprendedores con inversores y otros actores clave.

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Estas iniciativas ofrecieron asesoramiento, infraestructuras y, en muchos casos, financiación directa a través de herramientas como el corporate venture capital, una estrategia de inversión en empresas emergentes que ayudaba a acelerar su crecimiento.

Sin embargo, este impulso sufrió un retroceso durante la pandemia de Covid-19. Hasta entonces, prácticamente todas las grandes corporaciones tenían algún tipo de participación en el ecosistema emprendedor, ya sea mediante aceleradoras o programas de inversión en startups. La pandemia afectó tanto a la viabilidad de muchas startups como al interés de los grandes actores por seguir invirtiendo en ellas.

El emprendimiento también ha estado históricamente ligado a la juventud. El imaginario colectivo asocia a los emprendedores con las personas jóvenes, energéticas y con una gran capacidad de adaptación. Pero el envejecimiento de la población redujo la cifra de jóvenes disponibles para emprender.

Según el III Mapa de Talento Sénior, en la actualidad hay más emprendedores mayores que jóvenes. De hecho, se estima que hay alrededor de 977 mil emprendedores séniores, frente a 189 mil jóvenes.Esta tendencia también está ligada a la caída generalizada de las vocaciones empresariales.

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Según el Global Entrepreneurship Monitor (GEM), cada vez menos personas se sienten motivadas a crear su propio negocio, un fenómeno influenciado tanto por la percepción negativa de la figura del empresario como por la búsqueda de un mejor equilibrio entre la vida personal y profesional.

El fenómeno de “la gran dimisión”, que refleja la renuncia voluntaria de trabajadores en busca de un mejor balance, ha influido en esta caída.

Emprender es un camino arduo, y en una época en la que muchos prefieren priorizar la estabilidad personal, el emprendimiento ha perdido parte de su atractivo. Pese a estos desafíos, el descenso en el discurso público sobre el emprendimiento no debe considerarse un fracaso. Lo esencial es que las economías continúen transformándose mediante la innovación.

Tal como los grandes estudios académicos y recientes investigaciones han señalado, el cambio estructural hacia una economía innovadora, impulsada por emprendedores, es lo que realmente importa. Como en las artes, la economía pasa de las musas al teatro, con un papel fundamental que los emprendedores continúan desempeñando, aunque de maneras menos visibles y quizás más sostenibles.

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Las olas de interés por el emprendimiento son naturales, y con cada ciclo económico se han ajustado las políticas y las estrategias de apoyo a los nuevos empresarios. Por tanto, aunque la adoración por la juventud y las startups ya no ocupe el mismo espacio mediático, su impacto sigue siendo relevante en la transformación económica que buscan las sociedades modernas.