Ciberseguridad estratégica
La IA y los deepfakes potencian la desinformación como servicio, al amenazar la estabilidad política y social. Las administraciones públicas buscan estrategias frente a este desafío y mitigar sus efectos
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Si bien el avance de la tecnología tiene la capacidad de facilitar tareas cotidianas en la vida de todas las personas, en ámbitos clandestinos también permite la creación de piezas de desinformación y/o deepfakes prácticamente irreconocibles que afectan a los gobiernos y democracias del mundo de diversas maneras.
Esta práctica combina cada vez más, tecnologías avanzadas, como inteligencia artificial (IA) y automatización, con propósitos malintencionados que impactan los ámbitos político, económico y social.
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›2025 presenta un complejo panorama digital: la desinformación como servicio (DaaS, por sus siglas en inglés) crece como una amenaza global de proporciones alarmantes. Se trata de servicios especializados en los que actores maliciosos crean y distribuyen contenido falso de manera masiva, dirigido a audiencias específicas. El mismo está diseñado, en principio, para manipular opiniones y generar desestabilización. En este mismo sentido, según expertos, la inteligencia artificial (IA) desempeñará un papel dual: tanto como herramienta defensiva como arma para los ciberdelincuentes.
Sumado a esto, es de considerar el reciente anuncio de Mark Zuckerberg, CEO de META. La empresa matriz de WhatsApp, Facebook e Instagram, quien ha decidido terminar con el programa de colaboración con verificadores de información en estas ultimas dos plataformas, empezando la acción en Estados Unidos.
En su lugar, implementaría un sistema de “notas de la comunidad” similar al de la red social X, en la que los usuarios son quienes detectan y contextualizan la información falsa. Sistema que según investigaciones de organizaciones como Poynter no brinda toda la efectividad que los usuarios necesitan en tiempos de desinformación.
Con el programa de verificadores, la decisión final sobre la eliminación de una publicación recaía en Meta, que actuaba conforme a sus políticas comunitarias. Además, este programa, demostró ser efectivo para combatir la desinformación, reduciendo significativamente su difusión en páginas de Facebook.
Ante este escenario, gobiernos y organizaciones están llamados a trabajar en diseñar estrategias robustas de ciberseguridad para enfrentar esta amenaza multidimensional.
¿Qué pueden hacer los gobiernos?
Podemos afirmar que la desinformación ha entrado de lleno y con fuerza en la vida política, económica y social.
La ciberseguridad en 2025 no será solo un desafío tecnológico, sino una cuestión de confianza y cooperación global. Las empresas, los gobiernos y los individuos deberán adaptarse rápidamente para proteger su información y garantizar la seguridad en un entorno digital cada vez más complejo.
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Es esencial adoptar medidas proactivas para blindar la infraestructura digital contra la desinformación como servicio, combinando tecnologías de vanguardia y colaboración internacional.
Asimismo, la educación mediática informacional no puede estar agenda, en tanto los ciudadanos serán los responsables de revisar la veracidad de las publicaciones en una red como Facebook, que en 2024 acusaba tres mil 65 millones de usuarios activos al mes.
Maestro en Administración Pública por el INAP y Licenciado en Ciencias de la Informática por el Instituto Politécnico Nacional y doctorante por la Universidad Anáhuac. Especialista con 30 años de experiencia en tecnologías de la información, telecomunicaciones y seguridad informática en gobierno.
Tácticas contra la desinformación
La falta de información como servicio (DaaS) es una amenaza global. Expertos proponen combatirla con tecnología y cooperación internacional para proteger la estabilidad informativa y social
1. Fortalecimiento de la autenticidad digital: Tecnologías como el blockchain pueden garantizar la autenticidad de los contenidos compartidos en línea.
2. Protección contra bots y cuentas automatizadas: Los bots son una herramienta fundamental en las operaciones de desinformación. Para contrarrestarlos, es necesario desarrollar sistemas capaces de identificar y eliminar cuentas falsas antes de que amplifiquen campañas de desinformación.
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3. Capacitación y concienciación: La educación digital es un pilar esencial en la lucha contra la desinformación. Programas de alfabetización mediática y talleres en ciberseguridad pueden empoderar a ciudadanos y empleados para detectar contenido sospechoso y reportarlo.
4. Colaboración entre gobiernos y organizaciones: La naturaleza global del DaaS exige una respuesta coordinada. Acuerdos internacionales y alianzas público-privadas son esenciales para compartir información y desarrollar soluciones conjuntas. Foros como el Foro Económico Mundial y coaliciones contra la desinformación han demostrado ser espacios efectivos para la cooperación.
La desinformación como servicio representa un desafío complejo y en constante evolución. Para enfrentarlo, es fundamental adoptar un enfoque integral que combine herramientas tecnológicas avanzadas, colaboración internacional y educación pública. Las estrategias de ciberseguridad no solo deben adaptarse a las amenazas actuales, sino anticiparse a las innovaciones tecnológicas que los actores malintencionados podrían emplear en el futuro. En este sentido, la cooperación y la inversión en innovación son clave para construir un ecosistema digital seguro y confiable.