Tras la reciente imposición de aranceles a vehículos eléctricos chinos en Europa y Estados Unidos, una nueva fase de tensiones comerciales se asoma en el horizonte. Expertos y negociadores temen una escalada del conflicto, sobre todo después de que el gobierno de Xi Jinping anunciara la semana pasada su decisión de demandar a la Unión Europea (UE) por lo que calificó como “aranceles irrazonables”.
El Ministerio de Comercio chino, en un comunicado oficial, señaló que “para proteger el desarrollo de la industria del vehículo eléctrico y fomentar la cooperación global hacia la transformación ecológica, China ha decidido impugnar las medidas antisubvención de la UE”. Pero la respuesta de China va más allá: el país llevó el caso ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), argumentando que “la decisión final de la UE carece de base fáctica y jurídica, violando normas de la OMC y representando un abuso de medidas correctivas; esto es proteccionismo bajo la máscara de derechos compensatorios”.
China reaccionó luego de la aplicación de aranceles de entre 7.8% y 35.3% –dependiendo de la marca y especificaciones– a los coches eléctricos chinos en Europa. Ya había respondido con aranceles a productos europeos, como el brandy francés, y amenazó con extender medidas a los sectores lácteo y porcino, una movida que Bruselas calificó de injustificada.
A pesar de los temores de una “guerra comercial”, ambas partes han expresado interés en una solución negociada. La semana pasada, un ministro de Comercio francés visitó Shanghái, y China mostró disposición al diálogo con representantes europeos. Algunos países, sin embargo, optaron por otra postura; España, por ejemplo, evitó pronunciarse sobre los aranceles y, en cambio, estableció una oficina para fomentar el comercio con China.
El futuro de estas negociaciones es incierto. Según diplomáticos europeos, las conversaciones entre China y Bruselas comenzaron demasiado tarde, y un arbitraje en la OMC podría prolongarse por años. “Para la UE, una victoria sería que Pekín limitara su represalia al brandy, productos lácteos y carne de cerdo, resolviéndolo luego en la OMC”, comentó Noah Barkin, asesor senior de Rhodium Group.
Max Zenglein, economista en jefe del instituto alemán Merics, apuntó que ciertos Estados de la UE presionarán para alcanzar un acuerdo que muestre voluntad de ambas partes de negociar. Aunque las tarifas y posibles sanciones nublan el mercado, expertos anticipan que China se recuperará, pues los márgenes de ganancia en el sector de vehículos eléctricos suelen compensar los aranceles. Además, estos autos representan un símbolo de sostenibilidad en tiempos donde el transporte libre de combustibles fósiles gana fuerza.
El caso de Estados Unidos
Con la virtual reelección de Donald Trump, la relación comercial entre Estados Unidos y China podría sufrir cambios significativos. Trump ha descrito a China como un rival, y aunque presume una “buena relación” con Xi Jinping, es probable que aumente aranceles a productos chinos, afectando el comercio de vehículos eléctricos y otras importaciones.
El marcado énfasis de Trump en “America First” y su retórica sobre empleo nacional sugieren, según analistas, que las exportaciones chinas enfrentarán nuevos obstáculos en el mercado estadounidense, lo cual podría asestar un golpe importante al comercio con la mayor economía global.
Además, la influencia de Estados Unidos en otras regiones podría agravar la situación para China. En la Unión Europea, la implementación de controles más estrictos y aranceles adicionales refleja una postura que sigue la línea proteccionista de Washington.