El valle del río Loira es conocido como el “jardín de Francia”. Esta región alberga más de 300 castillos (châteaux) que impresionan por su majestuosidad y belleza. Varios de ellos comenzaron a construirse en el siglo X como edificaciones fortificadas.
Al finalizar la Guerra de los Cien Años, en el siglo XV, los reyes franceses y la nobleza construyeron o renovaron algunos de estos castillos para convertirlos en palacios.
La influencia del Renacimiento italiano se muestra en muchos de estos espectaculares lugares, especialmente en el diseño de jardines y arquitectura. Esto se combina con la solidez de los edificios medievales, construidos para defender al señor feudal de sus enemigos.
Recorrer los castillos del Loira es una experiencia única. Cada uno cuenta su propia historia y te envuelve en la admiración de su belleza.
La visita a los castillos se puede realizar en auto; sin embargo, una opción cómoda es rentar un paquete turístico saliendo de París, que te lleva en un día a los tres castillos más populares: Chenonceau, Chambord y Cheverny.
Château de Chambord
Chambord es un castillo imponente. Fue construido por el rey Francisco I para expresar el poder y la grandiosidad de la monarquía. Tanto, que aquí organizó en 1539 un encuentro con su archirrival, el emperador español Carlos V, quien quedó asombrado con este lugar.
El castillo comenzó a levantarse en 1519. Tiene más de 400 habitaciones, 282 chimeneas y 77 escaleras. Curiosamente, pocas veces fue utilizado como residencia real: Francisco I solo pasó aquí 72 días y 17 noches. Chambord es una combinación de estilos gótico y renacentista, y se dice que Leonardo da Vinci intervino en su diseño, aunque cuando se inició su construcción, este llevaba cuatro meses fallecido. Sin embargo, en el centro del castillo hay una escalera de doble hélice que está inspirada en él.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Chambord resguardó varias obras maestras del Louvre, incluidas el Código de Hammurabi y la Mona Lisa, que fueron escondidas para protegerlas del expolio nazi.
No te pierdas la oportunidad de subir al techo para ver de cerca las torres, especialmente la de la escalera de hélice, decorada con salamandras, un animal con el que se identificaba Francisco I.
Château de Chenonceau
Este es uno de los castillos más impresionantes, pues una parte está construida sobre el río. Se le conoce también como el “Castillo de las damas” por su historia ligada a mujeres poderosas.
Comenzó a construirse en 1512. En 1535, el rey Enrique II regaló el castillo a su amante, Diane de Poitiers, quien mandó ampliarlo con una construcción sobre el río y supervisó la creación de un extenso jardín renacentista, que lleva su nombre.
Tras la muerte del rey, su viuda, Catalina de Médici, expulsó a Mme. de Poitiers y usó el castillo como residencia personal. Catalina añadió elegantes galerías sobre el puente para celebraciones y creó su propio jardín, que rivalizaba con el de su enemiga. Chenonceau se convirtió en un centro de poder donde se tomaron decisiones clave para la monarquía francesa.
Otra propietaria poderosa fue Louise Dupin, mecenas de las artes, quien transformó el castillo en un salón literario frecuentado por figuras como Voltaire y Rousseau. Dupin también logró proteger el castillo durante la Revolución Francesa.
Algo imperdible es el paseo por los jardines de Diane de Poitiers y Catalina de Médici, ni recorrer las salas interiores, en especial las que están sobre el río, pues dan la sensación de estar sobre un puente.
Château de Cheverny
Cheverny destaca por su elegancia, simetría y sobriedad. Es un ejemplo del clasicismo francés. El castillo ha pertenecido a la misma familia durante más de seis siglos. Su construcción co-
menzó en 1624 y prácticamente no ha tenido cambios. Tiene una impresionante colección de muebles, tapices y arte que reflejan la opulencia y el refinamiento de las cortes francesas. El castillo está abierto al público desde 1914.
Un dato curioso sobre Cheverny es que sirvió de inspiración para el château de Moulinsart, la casa heredada del capitán Haddock en Las aventuras de Tintín. Los dueños aprovechan esa referencia del creador Hergé para desarrollar una exposición interactiva que recrea el universo de Tintín.
No te pierdas una caminata por los jardines y una visita a las perreras. Cheverny es famoso por su tradición de caza y alberga más de 100 perros anglo-franceses que participan en cacerías tradicionales en los bosques circundantes.
