En nuestro país, el cáncer es ya la tercera causa de muerte; aproximadamente 15% de todos los fallecimientos en México son por esta enfermedad. Dentro de los cánceres más frecuentes en México y el mundo está el cáncer de mama. De acuerdo con el Inegi, en México al año se detectan casi 25 mil casos nuevos de cáncer de mama.
En 2022, México registró 23 mil 790 nuevos casos de cáncer de mama, siendo Colima, Durango y Jalisco las entidades con las tasas más altas de incidencia (nuevos casos) por cada 100 mil mujeres. Por otro lado, los estados donde se presenta la mayor mortalidad son: Ciudad de México, Nuevo León, Colima, Chihuahua y Sonora. Estos números ponen de manifiesto la urgencia de adoptar medidas preventivas efectivas.
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El cáncer de mama continúa siendo una de las principales causas de morbilidad y mortalidad en mujeres a nivel mundial. A partir de los 30 años y para mujeres, el cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente en México.
Sin embargo, estudios recientes muestran que cambios sencillos en el estilo de vida pueden reducir significativamente el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Se estima que cerca de un 30% de los cánceres de mama pudieran ser prevenibles con sencillos cambios de hábitos.
Según el American Institute for Cancer Research, mantener un peso saludable, evitar alimentos ultraprocesados, limitar el consumo de alcohol, evitar fumar y realizar ejercicio físico de manera regular, son componentes clave para la prevención.
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Un metaanálisis de 31 estudios, citado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y consultado por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad reveló que las mujeres que realizan actividad física regularmente, como caminar, practicar ejercicios cardiovasculares o yoga, pueden reducir hasta en 12% el riesgo de cáncer de mama.
Además, el control del peso desempeña un papel fundamental. Al igual que para otras enfermedades, la denominada “obesidad central” es la que se asocia con un mayor riesgo. Se ha comprobado que cada aumento de 10 centímetros en la circunferencia de la cintura incrementa en 11% el riesgo de cáncer de mama en mujeres posmenopáusicas.
Optar por una dieta rica en alimentos de origen vegetal y disminuir el consumo de productos procesados son decisiones accesibles que contribuyen a reducir este riesgo.
A pesar de la sólida evidencia científica, los esfuerzos para concienciar a la población sobre estas medidas preventivas no han sido del todo exitosos. Por ejemplo, una encuesta realizada en Estados Unidos reveló que 28% de las mujeres saben que una dieta saludable puede reducir el riesgo de cáncer de mama.
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En este sondeo, 23% identificó las verduras como alimentos protectores, y apenas el 17% sabía que los productos de soja contribuyen a disminuir el riesgo, mientras que el 16% creía equivocadamente que estos productos lo aumentan.
En cuanto a los productos lácteos, un estudio financiado por el Instituto Nacional del Cáncer y los Institutos Nacionales de Salud mostró que las mujeres que consumen entre 1/4 y 1/3 de taza de leche de vaca al día tienen 30% más de probabilidades de desarrollar cáncer de mama. Este riesgo aumenta al 50% con una taza diaria, y se eleva 80% en quienes consumen entre dos y tres tazas al día.
Por otro lado, también se ha reportado que el consumo de lácteos fermentados pudiera disminuir el riesgo de cáncer de mama. A pesar de estos hallazgos, 72% de las mujeres encuestadas afirmó que nunca había recibido información por parte de un profesional de la salud sobre la relación entre la dieta y el cáncer de mama.
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A nivel mundial, el cáncer de mama fue responsable de 670 mil 000 muertes en 2022, afectando a mujeres que, en muchos casos, no presentaban factores de riesgo más allá del sexo y la edad. Según la Organización Mundial de la Salud, esta enfermedad fue la más común entre las mujeres de 157 de los 185 países analizados.
En México, los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indicaron que la tasa de incidencia nacional fue de 27.64 casos por cada 100 mil mujeres, siendo Puebla, Tlaxcala y Chiapas las entidades con las tasas más bajas.
Importante destacar que mientras la mayor parte de los tumores malignos de la mama se presentan en países desarrollados, la mayor parte de las muertes que se dan por esta enfermedad se ven en los países en desarrollo.
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Esta situación se presenta debido tanto a la falta de una cultura de prevención y autocuidado de la población en los países en desarrollo y también a la falta de recursos e infraestructura para una detección y tratamiento oportuna.
El consumo moderado o la abstención de alcohol también se ha identificado como una medida preventiva importante. Diversas investigaciones han confirmado que cuanto mayor sea el consumo de alcohol, mayor es el riesgo de desarrollar cáncer de mama. Reducir su ingesta es, por lo tanto, una acción preventiva crucial.
En resumen, adoptar un estilo de vida saludable que incluya una dieta basada en alimentos de origen vegetal, el control del peso, la práctica regular de ejercicio físico y la moderación o eliminación del alcohol son estrategias efectivas y respaldadas por la ciencia para reducir el riesgo de cáncer de mama. Es crucial que esta información sea ampliamente difundida y que se integre en las prácticas médicas habituales para generar un impacto real en la salud pública.