El consumo calórico en los hogares mexicanos ha experimentado un cambio notable entre 2006 y 2022, reflejando una transición hacia una dieta menos saludable. Los alimentos ultraprocesados han tomado un papel protagónico en esta evolución, con un incremento significativo en su consumo.
Por otro lado, los alimentos no procesados apenas han visto un leve aumento en su presencia en las dietas diarias. Este fenómeno, como señala el Reporte de las Economías Regionales, es solo una de las muchas evidencias de la transformación que ha sufrido la alimentación de los mexicanos en las últimas décadas.
Es innegable que la industria de los alimentos ultraprocesados ha crecido a pasos agigantados, contribuyendo al cambio en los patrones alimentarios.
En países de ingresos altos, como Estados Unidos o Australia, los ultraprocesados representan entre 42% y 58% de las calorías consumidas, lo que los convierte en una parte integral de la dieta diaria. Sin embargo, en naciones con economías más emergentes, como México y Colombia, estos productos todavía representan entre 16% y 30% de la ingesta calórica total, aunque este porcentaje sigue en aumento.
Una de las principales preocupaciones sobre estos alimentos ultraprocesados es su impacto en la salud. Muchas veces se asume que “todos los ultraprocesados son igual de dañinos”, pero estudios recientes sugieren que esto no es necesariamente cierto.
Algunos productos reformulados, con menos azúcares y grasas, pueden ser menos perjudiciales para la salud de lo que se pensaba. Investigaciones realizadas con más de un millón de personas por más de 30 años han demostrado que no todos los ultraprocesados tienen el mismo impacto negativo, en especial aquellos que han sido mejorados en su contenido nutricional.
Un aspecto clave en la reformulación de estos productos es la reducción de ingredientes que afectan negativamente la salud cardiovascular, como el sodio, las grasas saturadas y los azúcares añadidos. Al modificar estos componentes en productos como el pan integral, los cereales y ciertos aperitivos, se puede mejorar su perfil nutricional, potenciando los beneficios de las vitaminas, minerales y fibra presentes en ellos.
La fortificación de alimentos también ha jugado un papel importante en mejorar la calidad de la dieta. Productos como el pan enriquecido con hierro y zinc, o el yogur con ácido fólico, tienen un gran impacto en la salud, especialmente en grupos vulnerables como las mujeres embarazadas.
Además, las bebidas lácteas con probióticos y las bebidas isotónicas avanzadas para atletas, que contienen carbohidratos de liberación sostenida, también han demostrado ofrecer beneficios para la salud.
En el ámbito global, la Organización Mundial de la Salud ha promovido políticas para una alimentación más saludable, alentando la reformulación de productos alimenticios y bebidas.
Ahora, más de 100 países han adoptado políticas de reformulación, y muchas naciones aplicaron límites en el contenido de nutrientes críticos, como las grasas trans y el sodio. Esto fue bien recibido por los consumidores, quienes prefieren productos con menos sodio y con un perfil nutricional más balanceado.
El avance en tecnología alimentaria también ha sido crucial para mejorar los perfiles nutricionales sin afectar la aceptación del producto. Las regulaciones y el etiquetado transparente han impulsado a la industria a ser más responsable, permitiendo que los consumidores tomen decisiones más informadas y saludables.
No obstante, es esencial seguir fomentando la educación nutricional, para que las personas comprendan mejor los beneficios de una dieta equilibrada y puedan hacer elecciones más conscientes sobre lo que consumen.