Miren, ojetes, se los digo claro: yo pasé de tener poquito, a no tener ni madres. ¿Entienden lo que eso significa? Significa pasar de que podía rentar un techito, a dormir en la calle. No es que yo viviera a todo dar, la neta. Vivía en un barrio jodido, sin pavimentar, lleno de tierra y perros callejeros, y unos culeros que te enterraban el fierro si no les soltabas varo. Eso sí, con el tiempo, los carnales, vieron que no tenía yo mucho y a veces, hasta se caían con unos pesos para mí y mis perros. Y sí, ojetes, yo antes recibía ayuda del gobierno. Una lanita al mes. Con una credencial de Sedesol (Inapam) y una tarjeta de débito, podía sacar del banco y acceder a comedores comunitarios. Y cuando llovía machín, podía irme a meter a refugios y bañarme con agua calientita y no a jicarazos. Pero, ¿qué creen, ojetes? Todo eso se acabó apenas llegó el gobernador tranza. Se los cuento sin muchas vueltas, ojetes. Primero nos condicionaron la ayuda, o iba credencial de elector de por medio, o no había ayuda. Y yo, ‘sperense, canijos: cómo demuestro dónde vivo si me rentan un cuarto de techos y paredes de lámina, ¿de ‘onde creen que voy a sacar un comprobante de domicilio? Vengan a ver que así vivo pa’que comprueben que no tengo ni gas ni agua ni luz ni cuentas de banco para tramitar mi INE. Y entonces ahí va uno de idiota, compas. Es la mera verda’, ojetes. “¿Sabes escribir?” Y pues confié en ellos: “no te preocupes, la tramitamos por ti, nomás vente a tomar la foto tal día y a tal hora y le firmas y le pones tu huella”. Tan pendejo. Hice lo que dijeron y después se desparecieron los vivales. Y se llevaron con ellos, mi credencial de Sedesol (Inapam), mi INE nueva y mi sobrevivir. Sí, ojetes. Ustedes creen que uno decide vivir así. Hasta han habido seños que me dicen, “trabaja, huevón”, y pues es muy fácil querer que otros consigan chamba. A ver si muy fácil, intenten conseguir chamba de lo que sea, teniendo más de sesenta años, siendo viudo, alcohólico y artrítico. La neta, ojetes, no está fácil. Y como no les afecta, ni nos pelan cuando en la calle les ofrecemos malbolearles los zapatos, o venderles un cachito de Lotería o cuidarles el carro, o cargarles las bolsas del supermercado, o pedirles lo que nos puedan dar de caridad. Porque lo que es cierto, ojetes, es que la corrupción del gobierno, jode más a los pobres. ¿Por qué? Pues los ojetes como ustedes no piensan en nosotros. Y los ratas primero se comienzan a robar el dinero destinado a los pobres. Total, que nos muramos de hambre, o de tos, o de diarrea, les vale madres a ustedes y sus chats de “juatsa”, porque somos pobres. Y como pobres que somos, procuran ni voltear a vernos cuando les hablamos en la calle. Se olvidan de nosotros por su propia comodidad. Así no les estorbamos ni en sus sueños ni en sus cenas ni en sus elecciones. ¿Ya tengo su atención, ojetes? Está claro: los estados de la República donde ha repuntado la pobreza extrema, son donde los gobernadores han sido más corruptos. Y no hay justicia. Ahí está el gordo haciendo huelga de hambre tragando pan, agua y miel todos los días. Ya quisiéramos nosotros tener al menos agua embotellada a diario. Sí, los políticos corruptos le roban a México, pero les afecta muy poco porque en realidad, nos están robando a los más pobres. Nos quitan ayuda o nos inyectan solución salina en lugar de medicamentos. Sí, ojetes, los políticos rateros nos roban a los más pobres. Y ustedes, lo están permitiendo. Piensen en eso cuando se miren en el espejo mañana.