El cinismo aprisionado

7 de Abril de 2025

J. S Zolliker
J. S Zolliker

El cinismo aprisionado

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Soy guapo, soy hermoso, fastuoso y sublime. Ideal, excelso, eminente, ilustre, distinguido; sobresaliente, egregio, eximio, célebre, insigne; rechoncho y sonriente. Pa’ su mecha. ¿Saben por qué? Porque cuando entré a los juzgados de la república bananera, me puse a cantar la vieja rola Yo no me llamo Javier, de Los Toreros Muertos. ¿Entienden mi buen humor? ¡Ja ja ja ja! ¡Estúpidos! ¡Majaderos, mentecatos y lerdos porros! ¡Ja ja ja ja! ¡Ni siquiera entienden el humor negro! Hasta parecen de esos asnos que se inscribieron en mis escuelas sin saber que no tenían reconocimiento oficial… ¡Ja ja ja ja! ¿Qué hacen ahora con su licenciatura, maestría o doctorado, cuyo documento vale menos que el papel en el que está impreso? Pues mire pachi, por mí pueden usarlo para encender el fogón o para limpiarse el culo. ¿Qué les digo? ¿Quieren que me arrepienta? Ja ja ja ja. ¡Jamás! ¿Me creen kirin? No, señores y señoras. Sépase que nadie llega a gobernador siendo un idiota o un hombre que no sepa amarrar suficientes navajas como para matar al gallo que se le aviente a la pelea (aunque le cueste la vida). Me burlo de las autoridades y las autoridades son mis cómplices. En conjunto, ellos y nosotros nos reímos de ustedes. ¿Se murió su hijo de cáncer porque no recibió tratamiento con el medicamento original? ¡Ja ja ja ja! ¿Les debo a constructores de hospitales y escuelas que no existen o quedaron en obra negra? ¡Ja ja ja ja! ¡Pichicateros! Saqué dinero suficiente para ser de los más ricos de México. Saqué billete para repartir. Saqué para campañas de propios y extraños. Apoyé, incluso, con efectivo al partido del que es todo lo santo como la virgen morena. ¡Ja ja ja ja! ¿Saben por qué? El que quiera ser político en México, debe aprender a comer mierda. Y yo, como el líder de mi partido o el opositor predilecto, aprendí hasta a disfrutarla. Me la trago por bonches y hasta puedo hacer gárgaras con deleite y pasión. Porque a cambio está el poder y el dinero. Ojo, no se trata del dinero por el dinero. Ese es una herramienta, nomás. Si de eso se tratara todo, ya habría puesto plantas a falsificar billetes o me hubiera robado lo del crimen organizado. No, mi flota, se trata de ser poderoso. De decidir sobre la vida de alguien. Como un dios. ¿Lo hago rico o pobre? ¿Qué siga de reportero o dueño del periódico? ¿Lo formo feliz o lo fastidio? ¿Le doy un abrazo o un balazo? ¡Ah, cómo añoro esos días buenos! ¡Ja ja ja ja! Me gustaba fastidiar, es cierto. ¡Ja ja ja ja! Demostrar quién mandaba más. ¡Ja ja ja ja! Tener a la flotilla más grande de guaruras, una delicia. ¡Ja ja ja ja! ¿Salivar por saber que los políticos más importantes me debían favores inconmensurables? ¡Muchísimo más! ¡Ja ja ja ja! Sí, lo confieso, tener ese poder era mejor que el sexo y ese poder me conseguía todo el sexo que quise. ¿Vírgenes? ¡Sí! ¿Con dinero? ¡También! ¿Con padres moralmente reconocidos? ¡Por montones! ¡Ja ja ja ja! Ese placer duraba poco, comparado con saber que puedo destruir a media clase política en un abrir y cerrar de hocico. ¡Ja ja ja ja! Ahora me trasladaron a México. Por algunos crímenes me juzgarán y luego me tendrán que soltar porque eso hemos acordado: o me sueltan o me suelto la boca. Porque soy jarocho y no me rajo. ¡Nunca! “Paciencia, prudencia, verbal continencia, dominio de ciencia, presencia, ¿o ausencia? Según conveniencia”. ¡Ja ja ja ja ja! Muero de risa de recordar las caras de los reporteros cuando me preguntaron si tenía algo que declarar y les recité ese dicho sevillano —mal dicho, a propósito— para mandarle un mensaje a mi mujer: el pacto está hecho, sólo debes cuidar el hocico. Ese fue mi mensaje porque originalmente el dicho reza “verbal continencia” y no es lo mismo que “contingencia”. Y quien no entienda, que busque en Wikipedia qué significa una y otra palabra. ¡Ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja!

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