Este fue el año en el que las noticias falsas se normalizaron y pasaron de ser una herramienta de propaganda, al común denominador en redes sociales de temas políticos, económicos, sociales y sensacionalistas.
En su primer año en el poder, el presidente Donald Trump cambió la conversación y se adueñó del mensaje. La avanzada que ha tenido contra medios de comunicación tradicional es una necesidad para el éxito del proyecto que ha logrado él solo: minar la credibilidad de instituciones periodísticas impresas, digitales y televisivas como nadie lo había logrado. Medios como el New York Times, Washington Post y más recientemente CNN han invertido en eslogan y campañas para posicionarse ante un panorama de ataque generado por Trump y que dio paso a la era de la posverdad en el periodismo y en redes.
El reto las fake news en este año no se quedó en las redacciones de medios ni saltó directamente al origen de las redes sociales. Facebook fue señalado por el expresidente Barack Obama como responsable de las fake news. Una red que se convirtió en el centro de las noticias falsas y de la propaganda política por las herramientas que le permiten dirigir la información a las personas exactas.
Las redes sociales estaban destinadas a ser un gran liberador, democratizador y tenía el compromiso de traer una nueva transparencia a la política y las sociedades. Pero 2017 se convirtió en una plataforma para noticias falsas, desinformación y propaganda. Los sitios de redes sociales explotaron a nivel internacional cuando jugaron un papel en el desplazamiento de gobiernos autoritarios durante los levantamientos de la Primavera Árabe.
En el mundo de Donald Trump, los medios de comunicación tienen el reto de dar la vuelta a la dinámica de mentiras y confrontación en las que Trump los hizo caer. Entre distracciones y corrección, la verdad pasa de frente y da paso a las mentiras que dominan los círculos de noticias por cable 24 horas al día, siete días a la semana y los feeds de noticias en redes sociales que, dirigidos al público, refuerzan mensajes y alejan el debate.
Casi todas las grandes plataformas tecnológicas han prometido luchar este año que viene contra noticias falsas. Twitter está en proceso de modernizar su sistema de verificación, aunque también implementó nuevas reglas sobre qué conducta está permitida en la plataforma. Facebook ha intentado encontrar una forma de verificar sus mensajes, intentos que no han funcionado. YouTube ha tratado de frenar la propagación de videos de conspiración golpeándose en sus bolsillos, y dificultó que las cuentas moneticen el contenido.
El problema con estas correcciones es que son aspirinas para una herida mucho más grande. Las plataformas de medios sociales están configuradas para favorecer el contenido “compartible”.
Para 2018, México será escenario de una de las elecciones más importantes, y los ojos estarán puestos en este territorio. La tentación de influir en el resultado electoral para naciones como la rusa que este año intervino en Cataluña con noticias falsas y en otras elecciones, estará latente para romper el equilibrio en occidente y ampliar zonas de influencia.