Con la exigencia de seguridad y de no encontrar más violadores en su camino, la activista Obtilia Eugenio Manuel recibió de manos del presidente Andrés Manuel López Obrador, el Premio Nacional de Derechos Humanos 2019.
En un breve discurso, pero lleno de exigencias para el Estado, la activista pidió al mandatario que asuma su plena responsabilidad en la seguridad de los mexicanos y que ayude a que el Ejército deje de violar los derechos humanos de los que menos tienen.
Además, solicitó que los recursos para las obras en comunidades indígenas sean entregados directamente a los comités que han sido elegidos por los propios pobladores.
La activista de Ayutla de los Libres, Guerrero, narró un poco de lo que ha vivido en su vida; la muerte de sus hermanos por sarampión, las amenazas, secuestros y tortura, de los que ha sido víctima desde que conoce sus derechos y defiende a su comunidad.
“Desde niña sentí gran dolor en mi corazón. En mis brazos murieron mis dos hermanos pequeños. Los mató el sarampión”, relató.
Junto a ella, la mención honorífica post mortem fue para Margarito Díaz González, representante del Consejo de Seguridad de Wirikuta. El hombre defendía los sitios sagrados del Pueblo Wixárika, ante la llegada de las minas canadienses en San Luis Potosí.
Díaz González fue asesinado el pasado 8 de septiembre en su domicilio en Nayarit. Su viuda, Modesta Chávez de la Rosa, fue quien recibió la medalla en manos del tabasqueño.
En presidencia de la presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), Rosario Piedra Ibarra, López Obrador aseguró que ya se acabó el tiempo donde el organismo era alcahuete y donde sólo llegaban por los altos sueldos, sin que cambiaran las violaciones a derechos humanos.
“Tenemos el compromiso de que no se violen los derechos humanos en nuestro país. Este cambio es posible porque cuento con servidores públicos sensibles que le tienen amor y respeto a nuestro pueblo”, afirmó.
