Aunque la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) expuso públicamente en 2015 que el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM) era ambientalmente viable, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) concluyó que es falso que se redujera el impacto negativo al ecosistema, porque no hay elementos para determinar de qué forma se disminuyeron las afectaciones a los recursos naturales modificados por el megaproyecto de la administración de Enrique Peña Nieto.
Las medidas de mitigación y condicionantes implementadas por el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) y autorizadas por la Semarnat fueron insuficientes para evitar o reducir impactos negativos en cinco recursos naturales que pudieron ser evaluados”, señaló la ASF.
A pesar de que la Manifestación de Impacto Ambiental modalidad Regional (MIA-R) determinó 58 medidas de mitigación y 20 condicionantes para la obra, la ASF detectó que 47 (es decir el 72.4%) no establecieron con claridad la manera en que se atenderían los impactos ambientales identificados y además no consideraron al Sistema Ambiental Regional (SAR), donde habitan más de 20 millones de personas. Y de las 16 restantes, sólo tomaron en cuenta los perímetros del SAR cercanos al polígono de la zona de obra del aeropuerto.
Además la MIA-R no calculó los costos de las medidas de prevención, mitigación y restauración ambiental por la construcción de la megaobra, y no se incluyó un programa de abandono del sitio una vez que terminara la vida útil del aeropuerto, la cual se estimaba de 50 a 100 años.
[caption id="" align="alignnone” width="800"] Olvido. El proyecto del aeropuerto en Texcoco fue cancelado y, en su lugar, se decidió ampliar la terminal actual y construir dos pistas en Santa Lucía /Cuartoscuro[/caption]
En la auditoría de desempeño, la ASF detectó que a pesar de que el Instituto Politécnico Nacional (IPN) como supervisor ambiental creó un Sistema Integral de Gestión de Cumplimiento Ambiental (SIGCA), una herramienta para dar seguimiento al cumplimiento de las medidas y condicionantes establecidas en la MIA-R, este sistema no emite reportes de las actividades y registros de cada uno de los seis apartados que lo integran, no especifica las medidas y condicionantes ambientales a las que debieron sujetarse los contratistas.
En 2017 se programaron 822 recorridos de supervisión ambiental en los que se verificaron cuatro mil 532 veces las medidas y condicionantes impuestas a distintas empresas que participaban en la construcción del NAIM, lo que generó 521 no conformidades y mil 38 acciones correctivas; sin embargo, no se especificó cuáles fueron revisadas en cada uno de los recorridos. Esto se tradujo en la inexistencia de responsabilidad ambiental para los proveedores que fueron subcontratados durante el proceso de obra; es decir, no hay manera de asegurarse que cumplieron con la normativa en materia ambiental y que sus trabajos se ejecutaron de forma sustentable.
Si bien el Comité de Vigilancia Ambiental del NAIM sesionó desde 2014 y en las reuniones se generaron opiniones para mejorar la sustentabilidad de la obra, la Auditoría reveló que no se establecieron acuerdos y en consecuencia no hubo seguimiento a los temas planteados.
Plantas y suelos perdidos
Ya que el GACM definió 63 variables que no permiten evaluar avances y resultados, la ASF tuvo que diseñar una prueba suplementaria con seis indicadores que revelaron que de 2015 a 2017 el índice de plantas monitoreadas, de las vivas y muertas, así como las sanas que se encontraron en el terreno de construcción del Nuevo Aeropuerto disminuyeron en hasta en 80 por ciento.
Respecto de las plantas rescatadas en dos años decrecieron en 78.9 puntos porcentuales. Es decir, de 254 mil 212 plantas rescatadas, sólo fueron monitoreadas 82 mil 149 plantas. En tanto que el índice de plantas vivas disminuyó 82.2%, pues en 2015 no se registró alguna planta muerta, pero en 2017 hubo 81 mil 302.
Sumado a esto, a pesar de que el 100% del suelo orgánico extraído, que poseía una alta capacidad para retener agua y nutrientes, podría reutilizarse para restaurar la zona de construcción, 153 mil 290 metros cúbicos fue desechado, y en el caso del suelo inorgánico sólo el 60.3% fue recuperado.
De seis indicadores ambientales evaluados por la Auditoría sólo uno fue cumplido por el GACM: evitar daños auditivos en trabajadores y en la población cercana a la obra. En cuanto a las emisiones contaminantes que generó el NAICM, así como la calidad del agua y la preservación de la fauna existente en la zona modificada por las obras, el Grupo Aeroportuario no presentó información para ser evaluado.
En conclusión, la prueba de la ASF arrojó que las medidas de mitigación y condicionantes implementadas por el GACM y autorizadas por la Semarnat, fueron insuficientes para evitar o reducir los impactos negativos al medio ambiente del Exlago de Texcoco.