El 5 de octubre de 2022 los mexicanos amanecieron en otro país. Se enteraron que secuestraron a México, que vendieron a la patria. Desde la distancia veo un territorio vulnerado y una población vulnerable a merced del poder militar. Las palabras y los ojos lloran, los sentimientos se agolpan en el corazón. Es un golpazo.
Llevará tiempo digerir la magnitud de la tragedia en la que el 4 de octubre a las 22:18 la libertad y las garantías fundamentales de 120 millones de personas estuvieron en manos de 87 senadores. Los de Morena sin ningún tipo de juicio, los de los otros partidos, sin ningún asomo de vergüenza y mucho menos de congruencia.
A los votos del PT, PES y PVEM, se unieron los de los priistas Sylvana Beltrones, Eruviel Ávila, Carlos Aceves del Olmo, Jorge Carlos Ramírez, Verónica Martínez, Nuvia Mayorga, Manuel Añorve, Ángel García Yañez y Mario Zamora. Además de la ausencia de Claudia Anaya. Mientras que por el PRD votó a favor el coordinador, Miguel Ángel Mancera, y Antonio García Conejo, pese a los llamados del dirigente del partido, Jesús Zambrano, a votar en contra.
Celebro y aplaudo a los 40 senadores que votaron en contra. Destaca la intervención de Claudia Ruiz Massieu al hablar de su padre: “Me enseñó que en política los errores pueden comprenderse y enmendarse; que la buena política sí exige negociación y diálogo, pero también me enseñó que hay líneas que no son negociables; que las traiciones deliberadas y persistentes al país se enfrentan con valentía, con templanza y con firmeza”.
También resonaron las palabras de Germán Martínez: “Lo que aquí se está construyendo es un Estado de sitio light, un Estado de sitio suave” y por su parte Emilio Álvarez Icaza quien denunció “aparato de compra y coacción echado a andar por este gobierno” e incluso amenazas de cárcel para familiares.
“Intercambiaron la militarización del país por impunidad (para el PRI)”, dijo Xóchitl Gálvez del PAN. “¡Claudicaron en lo más importante para México, su libertad! En el momento de mayor filtración de la historia sobre la actuación del Ejército, sobre el espionaje a periodistas, sobre la criminalización de las mujeres, sobre los negocios, los privilegios, los abusos...”
Es inaudito lo que está pasando. Es un cinismo galopante. No tienen ningún respeto a la Constitución ni a los tratados internacionales de los que México es parte. Los 87 senadores firmaron con sangre una de las páginas más negras de la historia moderna de la nación. México será llamado a rendir cuentas en diversos foros, el camino es largo, habrá que dar la pelea.
Por otra parte, al ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, ya lo perdimos. Está muy ocupado con su TikTok, presume que lleva a la oficina a su perrito, que sabe de futbol, que escucha a Taylor Swift en momentos en que el país está incendiado y cuando se acaba de dar el golpe más artero a una democracia, duele su silencio ante la consolidación de la militarización.
Ahora estará por verse el espíritu patriota de Zaldívar y su concepto de justicia. Desde 2015 duermen en su escritorio varios asuntos relacionados al militarismo y tendrá que decantarse por defender la Constitución y al país o por agradar al inquilino de Palacio Nacional. Todavía tuvo la desfachatez de decir que “no hay intencionalidad alguna de la Corte de retrasar la solución de ningún asunto”.
Este 4 de octubre que no se olvida, ni se olvidará en mucho tiempo, es un día trágico en nuestra historia. México se hundirá en el militarismo impulsado por el presidente, por sus marionetas y por aquellos a los que les llegaron al precio. Ahora todos sonríen victoriosos, empoderados, pero a muchos de ellos la bota militar también los va a asfixiar. Es cuestión de tiempo.