Brasil es un país dividido: no hay carnaval ni es tiempo de batucadas ni de festejar el gol con caipiriñas ni de bailar samba. Es un tiempo rudo de elecciones en las que el futuro del país depende de dos visiones absolutamente distintas. Estarán frente a frente Luiz Inácio Lula da Silva de izquierda ahora moderada y Jair Bolsonaro de extrema derecha y tendencia militar.
“Lo que está en juego en Brasil es la democracia”, me comenta Jamil Chade periodista brasileño, corresponsal en la ONU Ginebra, internacionalista y autor de varios libros entre ellos Luto: Reflexiones sobre la Reinvención del Futuro.
Explica que Bolsonaro “lucha por quedarse en el poder de cualquier manera e incluso si para esto tiene que desmantelar la democracia. Esta es la elección más importante que se lleva a cabo desde la joven historia democrática del país que empezó en 1985”.
Advierte que “en este periodo había el sentimiento de que la democracia estaba garantizada en Brasil, pero ya no es el caso, por lo tanto, esta no es solamente una elección para definir quién será el próximo presidente, sino también para saber si las instituciones democráticas son sólidas y suficientes para aguantar esta prueba”.
-¿Piensas que Bolsonaro podría desconocer el resultado de las elecciones?
-“No soy yo el que lo piensa, es Bolsonaro el que lo dice. Que sólo Dios lo saca del puesto de presidente e insiste en que el fraude es posible. Entonces, él y sus seguidores lo toman como verdad. La cuestión es que esto no es un análisis mío, esta es la locura, la locura es que no hay misterio, ni una interpretación o una lectura, es él el que lo dice”, valora.
Por otra parte, considera que “otro punto fundamental es que en esta elección se demostrará quiénes somos los brasileños. Bolsonaro puede tener hasta 40 millones de votos a pesar de haber mentido durante estos cuatro años, de haber destruido la naturaleza, atacar a los pueblos indígenas, eliminar los canales de participación popular en la definición de políticas públicas y desmantelado la política exterior brasileña, entre muchas otras cosas”.
“Por eso la pregunta más allá de las elecciones es ¿qué sociedad es la nuestra que está dispuesta a votar por una persona que de una forma clara, contundente y permanente ofende a su pueblo y a la humanidad?”, cuestiona Chade.
A unos días de una nueva cita con las urnas, Lula , uno de los políticos más carismáticos de Brasil, es el claro favorito para colgarse la banda presidencial por tercera vez.
En esta ocasión se apoya en una decena de partidos progresistas de tendencia diversa y, para hacer frente al presidente Bolsonaro, incluso se ha abrazado a antiguos adversarios, como el conservador Geraldo Alckmin, su candidato a vicepresidente.
Según observadores, en la primera vuelta el sistema electoral funcionó de manera impecable, Bolsonaro no puso en duda el voto electrónico que ha criticado constantemente porque a pesar de haber estado debajo de Lula (43.2 % contra 48.4 % ), sus resultados fueron mejor de lo que todos suponían.
De cara a la segunda vuelta, Lula sigue arriba en las preferencias de voto para convertirse nuevamente en presidente del país. Según The Economist, Lula sacaría el 54 % de los votos contra el 46 % de Bolsonaro, una ventaja de ocho puntos porcentuales.
La cuestión es que, si gana Lula, tendrá que ser de manera amplia, clara e indiscutible para que no quede ninguna duda sobre los comicios. Pero si el triunfo es marginal, algunos expertos pintan un escenario pesimista en el que Bolsonaro no reconozca el resultado y eso pudiera desembocar en un golpe militar.
Los brasileños podrían estar frente a un futuro guiado por la cordura política, el diálogo, la unión y el progreso o podrían ser testigos del hundimiento de su joven democracia y navegar con un rumbo oscuro e incierto. Brasil merece volver al carnaval.
SIGUE LEYENDO: El rey del montaje