La invasión de Rusia a Ucrania puso al descubierto la irrelevancia de Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad y la tibieza con la que se ha conducido António Guterres, titular del organismo. El líder ruso Vladimir Putin luego de declarar la independencia de los territorios separatistas Luhansk y Donetsk, y a pesar de los llamados a la diplomacia, se burló del mundo liderando una invasión militar de gran escala.
El sistema de la ONU se vuelve cada vez más débil ante los autócratas del mundo como Putin que cometen crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra o graves violaciones de derechos humanos sin ningún reparo.
Se vuelve a presenciar un escenario de guerra que no se vivía desde la II Guerra Mundial. Putin declaró el lanzamiento de una “operación militar especial” para llevar a cabo la “desmilitarización y desnazificación” de Ucrania y advirtió a otros países que “cualquier intento de interferir conduciría a consecuencias que nunca han visto en su historia”. Un discurso profundamente esquizofrénico que denota un desequilibrio mental del dictador ruso.
Europa que se vislumbra en una era post pandémica, lo último que esperaba era salir de esa pesadilla covideana para entrar en otra de esta magnitud. Un conflicto armado es lo que menos desea el mundo. La ONU debe tomar medidas drásticas en contra de Rusia porque China tiene puestos los ojos en Taiwán.
Una manera de castigar a Rusia sería expulsarla del sistema de la ONU, algo que nunca se ha hecho, sin embargo, la manera en que está redactada la Carta de las Naciones lo vuelve improbable. En el artículo 6 se puede leer: “Todo Miembro de las Naciones Unidas que haya violado repetidamente los Principios contenidos en esta Carta podrá ser expulsado de la Organización por la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad’’. Pero los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad son China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia. Así que lo más probable es que esta opción de expulsar a Rusia de la ONU no pueda aplicarse.
Y a Putin le tiene sin cuidado lo que se diga en la ONU de sus abusos porque quiere cumplir sus objetivos: regresar a las fronteras de Europa oriental en la Guerra Fría, desestabilizar la región y el orden geopolítico internacional. Historiadores aseguran que Putin, agente de la KGB en tiempos de la caída de la Unión Soviética, tiene la obsesión de recuperar el poderío soviético luego de aquella noche en noviembre de 1989 en Dresde en que atestiguó cómo los anhelos de democracia, resultaron mucho más poderosos que la ideología comunista.
Y además tiene una espina clavada con Ucrania por la humillación que sufrió cuando fallaron sus esfuerzos para instalar a líderes pro-rusos en ese país. Todo empezó en Kiev en 2013 con una protesta estudiantil para pedir al presidente Víktor Yanukovich asociarse con la Unión Europea. Al negarse, las manifestaciones en su contra se intensificaron hasta el punto en que el aliado de Putin huyó a Rusia y convocaron a elecciones.
Esa derrota fue la antesala de la anexión de Crimea. Putin llevó a cabo una gran operación militar con un ejército de “origen desconocido’’ que invadió Crimea (02/2014) hasta lograr apropiarse de la península. Al mismo tiempo, combatientes separatistas se apoderaron de las regiones de Donetsk y Luhansk, donde proclamaron sus “repúblicas populares” en donde no cesan los enfrentamientos.
Ahora Putin preparó un golpe como el de Crimea, pero multiplicado. Argumentó en favor de la diplomacia mientras sus fuerzas avanzaban. No perdona la derrota de Kiev, tampoco olvida aquella reunión del G 20 en Brisbane en la que Obama, Cameron, Merkel lo dejaron solo a la hora del almuerzo. Aquellas imágenes dieron la vuelta al mundo ridiculizándolo pues comía en una mesa casi vacía, aislado del mundo. Acto seguido, Putin anunció su retirada de la cumbre porque necesitaba “recuperar el sueño”.
El mundo ve cómo se hunde el sistema de la ONU y la diplomacia ante el fantasma de la guerra. Es posible que las fuertes sanciones económicas anunciadas por Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea logren detener a Putin, pero ciertamente las sesiones del Consejo de Seguridad no le han hecho ninguna mella. Se anuncia una larga y estrepitosa tormenta. Corren vientos desoladores. Europa reza.
Síguenos en @EjeOpinión