El subsecretario de salud Hugo López-Gatell llegó a las 75a Asamblea Mundial de la Salud con agenda propia. Todo este asunto de la pandemia, de las muertes, vacunas, preparación para una próxima emergencia o lecciones aprendidas, parecieron no importarle. Como quedó demostrado, su principal objetivo no era tender puentes para mejorar el sistema de salud y el bienestar de los mexicanos. Su misión era política.
Esta cita anual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), fue especialmente importante, ya que fue la primera presencial después de la pandemia; asistieron jefes de estado y más de un centenar de ministros de salud.
En su discurso ante el pleno, López-Gatell no habló como representante del país que tiene el cuarto lugar de muertes en el mundo por la pandemia y el primero en muertes de trabajadores de salud, y prefirió dedicar su intervención a culpar al neoliberalismo de todos los problemas de salud que aquejan al mundo incluyendo la pandemia. Seguramente hizo muy feliz al inquilino de Palacio Nacional.
En todos los eventos de la Asamblea de la OMS a los que fue López-Gatell, llamó la atención que Nadine Gasman, directora del Instituto Nacional de las Mujeres, también asistió como parte de la delegación mexicana.
López-Gatell declinó reunirse con el director general de la OMS Tedros Adhanom Ghebreyesus “porque no había agenda”. Entonces, si no aprovechó el viaje hasta Ginebra para hablar con Tedros de la pandemia, de su temor de una quinta ola, de su plan de vacunar a los niños con la Abdala, si no le pidió ayuda por el desabasto de medicamentos para niños con cáncer, si no quiso hablar del brote de viruela símica, de la hepatitis aguda infantil, si no se reunió con Tedros y su equipo ni siquiera por cortesía, entonces ¿cuál fue su agenda?
El subsecretario se dedicó a cabildear en favor de Gasman, propuesta por México para la dirección general de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) cuya nominación acaba de ser confirmada por el organismo (2-06-22). Al parecer la tarea principal de López-Gatell consistió en limpiar el escándalo que existe en torno a “la candidata del Presidente” y se reunieron al menos con 19 delegaciones de la región.
El asunto es que el marido de Gasman, el cubano Joaquín Felipe Molina Leza, coordinador de Análisis Estratégico y Evaluación del INSABI desde 2020, es uno de los principales acusados en la demanda interpuesta por Estados Unidos por “trabajo forzoso y esclavitud moderna” de unos 20 mil médicos cubanos en el programa Mais Médicos en Brasil, avalado por la OPS y que también se encuentra bajo la mira de la justicia americana.
La ONG Prisoners Defenders denunció que el régimen cubano intenta controlar la OPS a través de su alianza con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador: “Así, entre Cuba y México tendrían control sanitario de la región y quizá impulsarían aún más el programa de exportación de médicos cubanos, lo que daría más ingresos a la isla”. Según denuncia la ONG, Raúl Castro habría encargado a López Obrador elegir para la OPS a alguien que pueda obstruir la investigación de esta demanda.
Molina apeló contra los médicos cubanos demandantes para evitar el juicio, pero perdió por decisión unánime de tres jueces. Prisoners Defenders también reveló que Molina fue artífice de las negociaciones para el programa Mais Médicos lanzado en 2013 por la expresidenta Dilma Rouseff para suplir la carencia de médicos en el interior del país y las periferias de las grandes ciudades de Brasil.
Un total de 20 mil médicos cubanos viajaron al país, y entre la OPS y La Habana retuvieron el 90% del sueldo de los profesionales. El programa manejó un presupuesto aproximado de 2 mil 564 millones de dólares. Los responsables de este programa fueron Hidi Jiménez, representante legal de la OPS, Carissa Etienne directora actual de la organización y Molina.
En 2019 relatores especiales de la ONU de derechos humanos calificaron la situación de los médicos cubanos de “trabajo forzoso” y “esclavitud moderna”.
El prestigio y la credibilidad de la OPS, el brazo en las Américas de la OMS, se hunde en el fango del escándalo por encubrir el maltrato laboral de miles de médicos cubanos que corren la misma suerte en otros países. Si son ciertas las denuncias de Prisoners Defenders, México y Cuba tendrían el control sanitario de la región. Qué caos.
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