El número de personas en el mundo que se desplazan dentro o fuera de su país, que huyen para salvar su vida, que buscan mejores oportunidades, salir de la pobreza o simplemente quieren tener mejores condiciones económicas para sus familias, asciende a 103 millones de personas, según calcula ACNUR la agencia de la ONU para los refugiados. El problema es global y cada estado tiene su manera de lidiar con el caos que representa recibir a miles de personas en situación irregular y protegerlas dentro de su territorio, tal como lo señala el derecho internacional.
El incendio en el que 38 migrantes murieron bajo llave y 28 resultaron heridos en un “albergue” (que más se asemejaba a un centro penitenciario) del Instituto Nacional de Migración, no puede ser normalizado, ni trivializado, ni subestimado como hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador al día siguiente que ocurrieron los hechos. La tragedia en Chihuahua es una señal de alarma de un problema excesivamente complejo en el que están de por medio seres humanos.
El presidente, teniendo más información sobre lo sucedido, incluyendo un video en el que se ve que los migrantes quedaron encerrados a enfrentar su muerte mientras los custodios los abandonaron a su suerte, le mintió al pueblo de México de frente, viéndolo a la cara y en cadena nacional.
“Perdieron la vida 39 migrantes. Esto tuvo que ver con una protesta que ellos comenzaron a partir, suponemos, de que se enteraron de que iban a ser deportados . Como protesta, en la puerta del albergue, pusieron colchonetas y les prendieron fuego y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia”, dijo AMLO en la mañanera del pasado 28 de marzo sin asomo de dolor o verdadero enojo por lo ocurrido. Prefirió ser la tapadera del titular del INM, su cuate Francisco Garduño.
AMLO lo calificó de “terrible desgracia” con esos nervios de acero que lo caracterizan cuando se trata del dolor humano. Parece que le enoja que algunos hechos le cambien la agenda. Ese mismo día no fue AMLO el que pidió esclarecer los hechos, fue el secretario general de la ONU António Guterres el que urgió al gobierno llevar a cabo una investigación “exhaustiva” sobre lo sucedido, es sabido que el ex primer ministro de Portugal es muy sensible al tema migratorio y al periplo que sufren los solicitantes de asilo, ya que durante varios años ocupó el cargo de Alto Comisionado del ACNUR, la agencia para los refugiados del organismo.
El pasado 29 de marzo, AMLO le subió dos rayitas a su discurso, le dio su más sentido pésame a los gobiernos y habitantes de los países de origen de las víctimas y calificó el hecho de una “dolorosa tragedia”, sin embargo, cuando los periodistas empezaron a bombardear con preguntas, AMLO se les fue a la yugular acusándolos de que su interés por saber obedecía al “amarillismo, están más interesados por eso”.
Prometió que “no vamos a ocultar nada”, aprovechó para agredir a los periodistas que gritaban las preguntas sin tener un micrófono y, declinó contestar por “la temporada de zopilotes, campeones del amarillismo, trafican con el dolor humano (…) no es por la justicia” y dijo que más tarde la secretaria de seguridad Rosa Icela Rodríguez daría los últimos detalles y entonces empezó con el golpeteo matutino habitual, dio a conocer información confidencial sobre la compensación económica de los consejeros salientes del INE , en fin, lo de siempre.
A AMLO no le gusta ensuciar el micrófono con la sangre de las víctimas. Mejor que otros hablen de las desgracias que suceden en el país y más aún si hay la mínima sospecha de que la incompetencia o negligencia de alguien de su gabinete sea la causa de la tragedia y no la mera fatalidad. Al momento de escribir este texto Rodríguez todavía no habla con la prensa.
México se hunde en una crisis migratoria que al gobierno se le sale de control y a la que no ha querido destinar los fondos y personal que es necesario y urgente porque los que se asfixian son seres humanos. Es inaceptable que el presidente no conteste directamente a las preguntas sobre la muerte de los migrantes bajo custodia. Sería inaudito que no se investigue a fondo y todo quede en el mar de la impunidad, pero no haber ido a Ciudad Juárez a mostrar un poco de compasión es imperdonable.