Hay de mediocridades a mediocridades. México destacó por su irrelevancia en el segmento de alto nivel de la 52 sesión del Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, Suiza, que inició este 27/02. Cada año, la sesión de primavera es la cita más importante del máximo órgano de la ONU que vela por los derechos humanos en el mundo. A la cumbre acudieron algunos mandatarios como el presidente Ignazio Cassis de Suiza y de América Latina participó con un video su homólogo de Colombia Gustavo Petro. También se dieron cita más de un centenar de ministros de exteriores, casi todos los de América Latina excepto el canciller mexicano. Así el nivel de compromiso de la 4T con los derechos humanos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene ningún pretexto para justificar su ausencia en el Consejo. El domingo 26, ese día memorable en que la marea rosa inundó el Zócalo y las plazas de las ciudades más grandes del país con miles de voces que al unísono exigían a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que defienda la democracia y la Constitución, ese día AMLO pudo haber grabado un video con toda tranquilidad como hizo su amigo Petro. Prefirió quedarse callado, la tortura, las víctimas, los desaparecidos, la militarización, la violencia, la ejecución de cinco jóvenes en Nuevo Laredo a manos del ejército, esas cosas no son lo suyo. Prefiere ir al AIFA a recibir personalmente y con gran comitiva a un avión de DHL. Así las cosas.
Por su parte, el canciller Marcelo Ebrard, “carnal de la 4T”, en estos cuatro años de gobierno no ha pisado la sala del Consejo. En lugar de asistir a la sesión en la sede de la ONU, prefirió hacer un viaje a Hollywood con el fin de impulsar la industria del cine mexicano.
Cosa que por supuesto es necesaria para miles de personas talentosas que trabajan en la industria y que merecen mejores oportunidades, pero es contradictorio porque a Palacio Nacional no le gusta invertir en cuestiones de cultura. Llama la atención que Ebrard no haya estado en Ginebra al lado de los cancilleres de toda la región, incluyendo sus cuates de Cuba y Venezuela. O quizá no quiso toparse con la ministra de Perú. Ese encontronazo si iba a ser muy incómodo ¿Cómo explicarle que AMLO llama a su presidenta “pelele y espuria”? Podría haber enviado un video como el secretario de estado de Estados Unidos Anthony Blinken.
En lugar de Ebrard la que ha acudido al Consejo en estos años cuatroteros es la subsecretaria de Derechos Humanos y Asuntos Multilaterales Martha Delgado, Lady Instagram, como le llaman por ahí, porque presume en esa red sus continuos viajes, sus platillos, fiestas y sus cualidades artísticas.
La funcionaria se olvida de la precaria situación de los derechos humanos en el país y opta por ser la embajadora de Turismo de México ante el mundo. No conecta con las víctimas de serias violaciones que aquejan a miles de mexicanos. Prefirió hacer sus maletas e irse corriendo a Austin, Texas para “atestiguar” el anuncio de Tesla sobre la planta en Nuevo León. Esa foto junto con Elon Musk ¡no se la pierde por nada! ¡Imagínense!
Christopher Ballinas, director de Derechos Humanos y Democracia de la cancillería fue el elegido para representar a México ante el Consejo. No es nada personal, pero el bajo nivel de representación es reflejo del compromiso del país con los Derechos Humanos, no se justifica con nada y además su discurso fue irrelevante. La presencia de México en foros multilaterales a excepción de Nueva York es casi nula.
Es realmente vergonzoso. En el pasado México destacaba por su servicio exterior, hay que reconocerlo, su trabajo solía ser impecable.
La política exterior de México se hunde poco a poco en el olvido, el país ya no es un jugador clave en el escenario mundial, ya no figura, su voz no se escucha, sabemos que para AMLO la ONU es inútil, dice pestes cada vez que el organismo critica a su gobierno, especialmente en materia de Derechos Humanos, el canciller “carnal” prefirió ir a Hollywood en lugar de Ginebra, desdeñando así la labor del Consejo y la subsecretaria se lanza a Austin para estar en primera fila en el anunció de Tesla. Ni hablar, queda muy claro, hay prioridades.