Mundial 86, el concierto de futbol

8 de Febrero de 2025

Mundial 86, el concierto de futbol

En ese momento la selección argentina eligió las instalaciones del Club América como su cuartel para entrenar, y allí estaba el joven Maradona, dando cátedra con su arranque imparable; picaba y frenaba en corto en ángulos que un matemático no podría expresar ni en la más compleja de las ecuaciones

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*Carta personal a Maradona

Última semana de mayo de 1986. Sur de la ciudad de México. En la desaparecida Calle del Toro número 100, canchas 1 y 2, adyacentes a la hoy Avenida Prolongación División del Norte, la selección Argentina elige entonces la flamante y recién estrenada casa del Club América como su cuartel para encarar la Copa Mundial FIFA México 1986.

De estilo Colonial moderno y ladrillo aparente, las ocho habitaciones triples y otra más para el cuerpo técnico, nos permiten convivir en los pasillos con las estrellas del futbol mundial como Jorge Valdano, Diego Armando Maradona, Jorge Burruchaga, Neri Pumpido y Oscar Ruggeri, por mencionar algunos. Los jardines son apropiados para las parrilladas, de las cuáles fuimos espectadores en varias ocasiones.

Como jugador de la reserva profesional del Club América, y un mes después del equipo profesional, tuve la oportunidad de enfrentar en cuatro partidos de práctica a la selección que dirigía Carlos Salvador Bilardo y a su mega estrella, Diego Armando Maradona. Nos dominaban y nos ganaban, pero oponíamos resistencia. Perdimos 2-0 o 3-1, recuerdo, pero por poco, ya que estábamos a punto de saltar a primera división.

Argentina enfrentaría unos días después a Corea del Sur (3-1), a Italia (1-1) y a Bulgaria (2-0).

Y vencería a otros equipos hasta obtener el campeonato: Uruguay, Inglaterra, Bélgica y Alemania.

Marcar a Valdano era mi tarea, un muy buen duelo que con frecuencia yo perdía. En gran medida por la genialidad de los pases al espacio de Maradona y que el mismo Valdano explotaba con su gran zancada y velocidad.

En alguna ocasión, marcando a Maradona, tuve que detenerlo, casi que taclearlo. Ambos caímos al piso y lo único que recuerdo es que me dijo cosas que no puedo escribir ni compartirles en estas líneas. Son los códigos del futbol.

Compartir minutos de futbol dentro de la cancha con Diego Armando Maradona, en especial, es un recuerdo imborrable aún en mi lejana y no tan eficiente memoria.

Su toque excelso, el concierto de pases filtrados sin siquiera voltear a ver al receptor y en gran porcentaje precisos en tiempo y espacio.

Un arranque imparable. Picaba y frenaba en corto en ángulos que un matemático no podría expresar ni en la más compleja de las ecuaciones.

En ese certamen Argentina levantaría la Copa FIFA México 1986, en el Estadio Azteca, porque tenía a los mejores jugadores del mundo en varias posiciones, y porque el cielo les echó una manita que hoy Diego podrá agradecer personalmente.

Descanse en Paz.

›Les cuento un secreto que sólo los protagonistas atesoramos. En un partido de práctica en cancha número uno, en este caso contra el equipo profesional —con cuadro estelar—, el América ganaba 1-0. Bilardo se rehusaba a terminar la práctica con ese resultado en contra de un club. El Narigón, como le decían, imploró a nuestro director técnico, Miguel Ángel El Zurdo López, también argentino, que no terminara así el partido. ¡No podían perder! Ya no había luz natural y en la semioscuridad lograron empatar. Allí se terminó inmediatamente la práctica.

Ídolo. Maradona llevó a Argentina al campeonato del mundo en
México 86, y también fue subcampeón en Italia 90.