La entrada de los talibanes a Kabul significó que las mujeres y niñas desaparecieran de sus calles en tan solo unas horas, como si no existieran. Incluso los anuncios con modelos femeninas fueron cubiertos con pintura ante el temor de recibir alguno de los severos castigos por los que este grupo extremista es reconocido.
Mientras la incertidumbre se apoderaba de la capital afgana, millones de mujeres y niñas se refugiaron en sus hogares por temor a ser agredidas o capturadas por los talibanes, quienes se han caracterizado por imponer gobiernos de línea dura basados en la “sharia”, o ley islámica, que erradica casi por completo los derechos del género femenino.
La Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA) publicó un manifiesto en donde resalta las principales restricciones que enfrenta este género dentro del régimen talibán. Se trata de 29 puntos entre los que se encuentra la prohibición de asistir a la escuela después de los 10 años, usar un baño público, montar bicicletas o vestir con colores llamativos.
Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), advirtió sobre las restricciones escalofriantes a los derechos humanos que podrían perpetrarse en Afganistán con este nuevo régimen, y puso especial énfasis en el futuro de las niñas y mujeres de este país.
Un comunicado del Consejo de Seguridad de la ONU insistió en que se forme “un nuevo gobierno que sea unido, inclusivo y representativo, incluida la participación plena, igualitaria y significativa de las mujeres”, algo fundamental para garantizar una transición pacífica en los próximos días.
Por su parte, el portavoz de los talibanes, Suhail Shaheen, prometió que no habrá restricciones para que las niñas y adolescentes asistan a la escuela, ya que, según sus declaraciones, se instaurará “un gobierno islamista inclusivo y afgano”.