Vincent Lambert, en estado vegetativo desde casi 11 años, falleció este jueves, una semana después de la suspensión del tratamiento que lo mantenía vivo y al cabo de una batalla judicial que lo convirtió en un símbolo del debate en Francia por la muerte digna.
“Vincent murió esta mañana a las 08: 24 horas” en el hospital de Reims (nordeste de Francia), indicó a la AFP François Lambert, sobrino del exenfermero de 42 años que quedó tetrapléjico en un accidente de tráfico en 2008.
“Estábamos preparados para dejar que se fuera”, añadió.
Contactado por la AFP, Jean Paillot, uno de los abogados de los padres, Viviane y Pierre Lambert, confirmó la información añadiendo que había llegado la hora del “recogimiento”.
En 2008 Vincent Lambert acababa de cumplir 32 años y estaba a punto de convertirse en padre por primera vez cuando su vida cambió para siempre a causa de un accidente de coche cerca de su casa, en la ciudad de Chalons-en-Champagne, en el noreste de Francia.
En virtud de un fallo de la Corte de Casación,
el órgano jurisdiccional de más alto rango en Francia, el médico Vincent Sanchez, jefe de la unidad de cuidados paliativos del hospital de Reims, lanzó el 2 de julio una suspensión del tratamiento que se hizo efectiva al día siguiente por la noche.
Concretamente los médicos detuvieron las sondas que lo alimentaban e hidrataban y le administraron una sedación profunda y continua.
El accidente de Vincent Lambert desató una batalla legal que provocó un cisma familiar.
Sus padres, Viviane y Pierre, católicos devotos, luchaban por mantenerlo con vida, con la ayuda de sus abogados y de varias asociaciones como el Comité “Apoyo a Vincent”.
“Anunciamos con el corazón roto que Dios acogió en su seno a nuestro querido Vincent”, declaró a la AFP David Philippon, hermanastro del paciente y también opuesto al cese del tratamiento.
Su esposa Rachel, su sobrino François y seis hermanos y hermanas denunciaban, por el contrario, un “ensañamiento terapeútico”. Según ellos, Vincent había dicho que prefería morir a vivir en estado vegetativo. Nunca lo puso por escrito.
“La muerte de Vincent es ahora inevitable” y “lo único que podemos hacer es resignarnos”, declararon el lunes los padres en una carta abierta. Su padre Pierre denunció el domingo “un asesinato disfrazado, una eutanasia”.
En un escrito dirigido a la familia, el doctor Sanchez hizo un llamamiento “a la responsabilidad” para que “el acompañamiento de Vincent Lambert sea lo más tranquilo, íntimo y personal posible”.
El procedimiento de detención del tratamiento ya se había puesto en marcha el 20 de mayo pero se interrumpió al día siguiente por petición del Tribunal de Apelaciones de París. Pero la Corte de Casación reabrió el proceso. “No hay más vías de recurso posibles”, aseguró entonces el abogado de la esposa.
Enredo judicial
Su hermana Marie Lambert habló el lunes con el doctor Sanchez, quien le reiteró tener “la certeza” de que “Vincent no sufre”, gracias “a las sustancias administradas”.
“Por mucho que digamos que Vincent no sufre, es problemático ver su cuerpo decaer, Vincent se sofoca, está muy blanco (...) Se va a ir, siento como un alivio”, declaró el lunes su sobrino François Lambert.
Desde hace seis años el caso de Vincent Lambert estaba en los tribunales y durante todo este tiempo las dos partes presentaban recurso tras recurso, acaparando la atención de la opinión pública.
Los padres de Vincent perdieron la batalla pese a sus múltiples intentos de interrumpir el proceso, como un discurso ante la ONU en Ginebra para pedir “socorro” y un último recurso, rechazado por un tribunal.
Ellos siempre consideraron a su hijo como discapacitado y no en estado vegetativo y pedían su traslado a un establecimiento especializado.
La fiscalía abrió una investigación preliminar por intento de homicidio voluntario a raíz de una demanda presentada por los abogados de los padres.
Al contrario de otros países europeos como Holanda, Bélgica o Suiza, la eutanasia activa o el suicidio activo están prohibidos en Francia.
No obstante, la ley Léonetti, adoptada en 2005, prevé la posibilidad de detener un tratamiento si se trata de una “obstinación irrazonable”.
El caso de Lambert recuerda a otros, como por ejemplo el de Terri Schiavo en Estados Unidos, “desconectada” en 2005 pese a la oposición de sus padres a pedido de su marido o el del bebé Alfie Evans en Inglaterra, cuyo tratamiento fue retirado en 2018 tras una larga batalla judicial.
En España la familia de una mujer con una avanzada enfermedad degenerativa se enfrenta a un hospital que rechaza reanimarla si entrara en parada cardiorrespiratoria, alegando que en su estado sería un sufrimiento innecesario.