La directora de cine francesa Agnès Varda, una de las últimas representantes de la Nouvelle Vague, falleció a los 90 años, anunció su familia este viernes.
“La realizadora y artista Agnès Varda murió en su casa durante la noche (...) a consecuencia de un cáncer. Su familia y sus allegados estaban con ella”, indicó un comunicado.
Varda, una figura legendaria reconocible por su peculiar corte de pelo, trabajó hasta el final de su vida y el mes pasado presentó un documental autobiográfico en el Festival de cine de Berlín, donde recibió un premio honorífico.
En el documental, que será su testamento cinematográfico, en forma de masterclass humilde –la directora prefería llamarlas causeries, “charlas informales”–, pasaba revista a sus películas y resolvía los equívocos sobre su obra. Varda sentaba cátedra sin levantar la voz, demostrando otras maneras de ser un autor o incluso un genio.
En los últimos años, ya había recibido otros homenajes, como la Palma de Honor del Festival de Cannes en 2015, el Donostia de San Sebastián en 2017 o el Oscar a toda su trayectoria en 2017, una señal de que el tiempo se le acababa.
Autodidacta, la cineasta y también fotógrafa exploró numerosas facetas del séptimo arte y multiplicó las experiencias a lo largo de su carrera, que enmarcó en buena parte en el cine social o políticamente comprometido, a través de documentales o de películas consagradas a personas modestas o marginales.
La lucha feminista y el interés por los asuntos sociales constituyeron otra línea directriz de su filmografía. Lo demostró en películas como Una canta, la otra no (1977), crónica de la emancipación de las mujeres en los setenta; sus documentales sobre los Panteras Negras o sobre el muralismo en Los Ángeles, donde vivió junto a su marido, el director Jacques Demy; o Sin techo ni ley (1985), una vibrante semblanza de una joven sin hogar con la que conquistó el León de Oro en Venecia.
Varda se interesó también por el combate ecologista en Los espigadores y la espigadora (2000), crítica al consumismo desaforado de nuestro tiempo con la que defendió el reciclaje y la frugalidad como posible salvación.
Nacida el 30 de mayo de 1928, Varda utilizó a menudo su propia vida como marco para su trabajo, reconocido con una Palma de Oro honorífica en Cannes en 2015, lo que la convirtió en la primera mujer en obtener esa prestigiosa distinción.
“Su trabajo y su vida están impregnados del espíritu de libertad, el arte de ir más allá de los límites (...) En resumen, Varda parece capaz de lograr todo lo que quiere”, indicó en esa ocasión el Festival de Cannes.
Entre sus filmes, destaca “Cleo de 5 a 7" (1962), “Sin techo ni ley” (1985), “Los espigadores y la espigadora” (2000), “Las playas de Agnès” (2009) y “Caras y lugares” (2017). (Con información de AFP y El País) NM