—¿Y existe o no el BOA?—preguntó un joven atento a las noticias de la política—Sólo he visto que acusan que el Presidente lo lanzó como fake news y muchos aludidos negaron que lo hubiera. ¿Existe o no, o qué pasa—
—La neta—traté de responderle—quienes reporteamos la política no estamos explicando lo nuevo con suficiencia. Estamos usando métodos y formas por costumbre que poco ayudan a ubicar situaciones insólitas e inéditas que ocurren en México. Ese tema, del presunto Bloque Amplio Opositor (BOA) es un ejemplo.
El tema del BOA durante tres días, desde el 9 de junio, alcanzó la más alta tendencia en Twitter (trending topic) y lo siguieron la mayoría de columnistas, articulistas, analistas. Pero sólo fue una polvareda más de las que hemos testificado en los meses recientes, porque en casi todos los ángulos lo dramatizaron en los dimes y diretes, lo insertaron en el infortáculo. Fueron muy pocas las explicaciones de contexto y fondo.
La sonrisa de AMLO
Quien personifica las circunstancias nuevas en México es, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador, pero además parece ser de los pocos políticos que entiende las contradicciones de la prensa para usarlas a su favor, por ejemplo, el infortáculo.
El periodista español Juan Luis Cebrián asegura que el infortáculo es una tara del periodismo, porque deriva de las necesidades del mercado de la información —parafraseo al experto hispano—. Las noticias se dramatizan para convertirlas en mercancías vendibles y entonces la información brinca la barrera del servicio social y se adentra en el espectáculo, en el show. Así se supone interesar más a los públicos, alterando sus sensaciones, pero en realidad se crea estática, confusión, hartazgo y no se asientan las explicaciones de fondo.
La mayoría de los periodistas veteranos de la política en México ya constatamos que López Obrador pudo llegar a la Presidencia de la República porque es un político muy distinto a los que conocíamos porque, entre otras cosas, ha mostrado genialidad individual para sembrar mensajes, imponer agendas tanto en las plazas públicas como en los medios de comunicación; que extrema las comparaciones, formula dicotomías entre buenos o malos, dramatiza pues y él queda con mayor presencia mediática.
Así, ese 9 de junio él decidió lanzarnos un señuelo y la mayoría seguimos su carnada. Días después sonriente confesó que se divirtió con el tema.
No hay BOA (todavía)
El documento que leyó el coordinador de Comunicación Social de la Presidencia, Jesús Ramírez Cuevas no identifica autoría y tiene como aderezos principales dos invenciones: el título del texto “Rescatemos México” y el dato de que ya se formalizó un nuevo frente político y hasta le pusieron el nombre de BOA. Pero quien lo redactó lo hizo verosímil porque insertó información real que, aunque fragmentada, circula desde meses atrás en casi todos los medios convencionales. Los opositores y críticos sí son de a de veras peor aún no se conjuntan todos.
Dos columnistas sí entendieron
—La información política en general ya está en los medios, sólo hay que buscarla, confirmarla y complementarla para darle sentido—me comentó varias veces Raymundo Riva Palacio. Eso hicieron él o los documentalistas del bulo del presunto BOA. Solo tuvieron que googlear e inventar un nombre que conjuntara virtualmente a los opositores.
“El documento de marras (anotó Raymundo en una columna) es un bombón para la opinión política que, cuidado, es distinta a la opinión pública. Es decir, está pensado en las élites para que sigan discutiendo entre sí… y también para facilitar los linchamientos a quienes critican o se oponen”.
Julio Hernández López, Astillero, en su estilo sardónico explicó el 11 de junio:
“Del virtual decreto presidencial de una dicotomía forzosa (no hay para dónde hacerse) se pasó a la elección de la forma y el contenido de un bloque opositor no necesariamente precisado (aun y en esos términos) por sus presuntos partícipes. El conjunto de expresiones y propuestas operativas que han hecho los más relevantes antiobradoristas fue presentado en forma de un proyecto cuasi conspiratorio, caricaturalmente denominado BOA (Bloque Amplio Opositor), con lo cual ese polo conservador fue arrojado al infierno de los ofidios”.
Una parte de esa explicación del fondo es que en el círculo presidencial entienden que los adversarios políticos de AMLO (en partidos, empresas o grupos sociales) no encuentran formas nuevas para contrarrestarlo, dentro de la legalidad, que no sean la exageración, denostaciones o mentiras. Lo mismo aplican para el periodismo político. Y el presidente sonríe.
La mayoría de las y los periodistas políticos de todos los géneros tampoco estamos renovando nuestros métodos de análisis y otras formas profesionales para recuperar la presencia y credibilidad disminuidas. Un axioma que defendemos en el periodismo profesional es que debemos actualizarnos continuamente.
Para nuestra actualización
En los años recientes han crecido las posibilidades de actualizarnos permanentemente en algunas universidades privadas como la Iberoamericana, en públicas como la UNAM y la Universidad de Guadalajara que ofrecen sistemáticamente cursos, talleres, diplomados, conferencias. También han crecido las ofertas por iniciativa de organizaciones refrescantes, como la Red de Periodistas de a Pie. En las nuevas circunstancias de México debería haber más oportunidades.
En ese contexto resultará plausible saber que la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila (UAdC) —que no tiene la carrera de periodista— haya decidido abrir la Especialidad en Periodismo para que se actualicen colegas en activo sean o no empíricos.
La UAdC decidió este años ahorrar en otros gastos y poder ofrecer becas institucionales para que al menos diez colegas tomen los cursos de la especialidad que impartirán periodistas y maestros expertos: Gerardo Albarrán, Periodismo con ética; Jacobo García, Fotoperiodismo; Roberto Piñón, Protocolos de seguridad para el periodista; María Eugenia Arriaga, Periodismo desde los derechos humanos; Eddie Macías, Información gráfica; Miguel Sánchez, Aplicaciones digitales para el periodista, Alberto Escorcia, Periodismo 3.0 y Rogelio Hernández López, Periodismo Político.
Para Periodismo Político se propuso un programa que podría servir de guía a otros colegas que no puedan participar en ese curso y les interese tomarlo con disciplina autodidacta.
El hilo conductor será que ante los cambios políticos acelerados en México el mayor el reto para las y los periodistas es conocer y/o actualizarse en los métodos para entender y explicar el nuevo régimen que se abre paso y las resistencias que enfrenta. Las etapas del curso de cinco semanas serán tres:
Primero reactivos —para responder sinceramente— de autoevaluación de conocimiento y práctica en torno al periodismo político; el reporterismo como la actividad esencial del periodismo; y el código ético personal al hacer periodismo. La lectura central obligatoria será el Manual para un nuevo periodismo de Raymundo Riva Palacio
En la segunda etapa, el tema eje es el método: El método científico de conocimiento; los métodos de las ciencias sociales y para la política; el método de la física de las sociedades. Las lecturas obligatorias serán: En defensa de la Política de Bernard Crick con Prólogo de José Woldenberg y Masa crítica, cambio, caos y complejidad de Philip Ball.
En tercer término, el tema eje será el Cambio y resistencia en la actualidad mexicana. Los subtemas para discutir partirán de los ensayos del periodista profesor: Para entender a Andrés Manuel López Obrador propongo la cartilla ética de Dussel; Tres presiones causan los arranques del presidente. El libro base será Encabronados de Julio Hernández López y como lecturas obligatorias dos diarios de información general de Coahuila.
La evaluación final para cada periodista alumno tendrá como factor central un reportaje cronicado con el hilo conductor de: Tres años de gobierno Coahuila,
sus actores y urgencias. Todos tendrán que asignarse un subtema entre los siguientes: Ética y el plan de gobierno; Relaciones con el gobierno federal; La economía y los programas sociales; Seguridad pública; Comunicación, prensa y gobierno; Gobierno y cultura.
En la UadC se consolida otra opción para la actualización continua. Si este ejemplo se extendiera es mucho más probable que de las y los periodistas estaríamos mejor preparados para entender mejor las intenciones de filtraciones, los señuelos de las y los políticos, sean del partido que sean y por supuesto para informar de ellos con claridad, con precisión, con los antecedentes y contextos suficientes.