Miles vuelven a manifestarse contra reelección en Bielorrusia
Miles de personas convergían hacia la estación de metro de Pushkinskaya, al oeste de la capital Minsk, para rendir homenaje a un hombre que murió cerca de esta zona durante una protesta el lunes pasado
Miles de manifestantes se congregaron de nuevo el sábado en Bielorrusia contra la reelección del presidente Alexandre Lukashenko, quien se entrevistó por teléfono con Vladimir Putin para tratar lo que a su entender es una “agresión” contra su país y “toda la región”.
A mediodía, miles de personas convergían hacia la estación de metro de Pushkinskaya, al oeste de la capital Minsk, para rendir homenaje a un hombre que murió cerca de esta zona durante una protesta el lunes pasado.
"¡No a la violencia!”, “Viva Bielorrusia”, coreaban los manifestantes, con flores, constató un periodista de la AFP.
Paralelamente, entre 500 y 700 personas se reunieron en silencio con la familia del fallecido, alrededor de su ataúd, expuesto en otro barrio de Minsk.
La principal candidata de la oposición a las presidenciales, Svetlana Tijanóvskaya, refugiada desde hace cuatro días en Lituania, había llamado a realizar marchas pacíficas el sábado y domingo en todo el país.
“Vine para protestar contra esta injusticia ocurrida aquí", declaró Viktor, de 42 años, presente en el homenaje.
Llamada a Putin
Por su parte, el presidente Lukashenko mantuvo una conversación telefónica sobre los acontecimiento con el presidente ruso Vladimir Putin, indicó la agencia estatal Belta.
Unos minutos antes de esta llamada, Lukashenko anunció durante una reunión que quería hablar con Putin para tratar la “amenaza”, según él, contra su país y “toda nuestra región”.
Según Lukashenko, su país se enfrenta a una “revolución de color” --nombre dado a varios levantamientos en la ex Unión Soviética en los últimos 20 años-- con “elementos de interferencia exterior”.
De su lado, el Kremlin se dijo “confiado” en una solución rápida de los “problemas” en Bielorrusia, según un comunicado de la presidencia rusa tras la entrevista entre los dos líderes.
Muchos Estados occidentales condenaron la violencia y denunciaron fraude.
La víspera, la Unión Europea acordó sancionar a los responsables bielorrusos vinculados con la represión y al fraude electoral.
Estas sanciones se producen en un contexto en el que la movilización se ha extendido en Bielorrusia: se multiplican las cadenas humanas de protesta contra la violencia y los fraudes, a la vez que los trabajadores de las fábricas realizan acciones de solidaridad y huelgas.
A diferencia de las manifestaciones al inicio de la semana, violentamente reprimidas, las acciones del jueves y el viernes se desarrollaron sin enfrentamientos ni detenciones masivas.
Las autoridades, que parecen dar señales de retroceder, anunciaron la liberación de más de 2.000 de las 6.700 personas detenidas durante las manifestaciones.
Lukashenko incluso llamó el viernes a una “cierta contención” hacia los manifestantes, a los que anteriormente llegó a calificar de “borregos” a quienes era necesario “volver a poner el cerebro en su sitio”.
Acusando al régimen de “masacre”, Tijanóvskaya, que reivindica su victoria presidencial el 9 de agosto, anunció por su parte la creación de un comité para organizar el traspaso del poder y llamó a un diálogo con las autoridades.
Relatos de tortura
Desde la noche del domingo, Bielorrusia es escenario de una ola de protestas de un alcance inédito contra la reelección de Lukashenko, en el poder desde hace 26 años en esta ex república soviética.
Su victoria -oficialmente, con el 80% de los votos- fue vista como fraudulenta y una inmensa movilización en apoyo a su rival Tijanóvskaya prendió fuego en Bielorrusia antes de las elecciones.
Tijanóvskaya, que oficialmente obtuvo el 10% e los sufragios, denunció fraudes masivos.
Las cuatro primeras manifestaciones fueron sofocadas por la policía antidisturbios, dejando al menos dos muertos y 150 heridos, que se encuentran en el hospital desde el viernes.
Algunos manifestantes que fueron liberados relataron a la AFP la atrocidad de las condiciones de detención. Sin acceso a agua y comida, golpeados y quemados con cigarrillos, fueron encerrados por decenas en celdas previstas para cuatro o seis personas.
Nueva en política y con 37 años, Tijanóvskaya, profesora de inglés de formación y ama de casa, abandonó Bielorrusia tras haber recibido amenazas por parte de las autoridades.
Su marido, a quien ella reemplazó poco antes de la carrera presidencial, está en prisión desde mayo.