Michel, un cable, una vida
La chispa que quemó al estudiante de 19 años saltó de un cable mal sellado de media tensión colocado fuera del rango de seguridad, negligencia que la CFE pretendió ocultar al repararlo y luego intentó demandarlo ante PGR por los daños a su infraestructura
Un juego de llaves salvó su vida. La noche del 23 de junio de 2017 una carga de 23 mil voltios salió de un cable sin resguardo e ingresó por el brazo de Michel Guasque Orozco, quemando 90% de su cuerpo. La energía que brincó sobre el joven de 19 años salió de un cable que no sólo no estaba aislado —según las normas oficiales— sino que forma parte de un tendido aéreo ubicado a casi un metro fuera del rango de seguridad de las líneas conductoras de media y alta tensión. Michel no intentó tocar el cable que le dejó en coma, tampoco acercó alguna extremidad de su cuerpo a las líneas propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), pero un chispazo terminó esa noche en su brazo y lo dejó tirado en la sala del inmueble en el que compartía con sus amigos, mientras el fuego le calcinaba por dentro. No murió, pero estuvo cerca. Según los testimonios médicos recogidos, sus posibilidades de sobrevivir al incidente eran de 10 por ciento. Casi dos meses en el hospital, 50 días en total, y 20 cirugías practicadas lo salvaron.
Ahora enfrenta una recuperación dolorosa que consume las finanzas familiares y se agudiza por la falta de respuestas. El probable responsable, un cable sin sellar a cargo de la CFE, empresa productiva del Estado que no sólo negó su responsabilidad en el hecho, sino que buscó los medios para demandar al joven electrocutado por una de sus líneas eléctricas.
El Ministerio Público nos dijo que el mismo día del accidente, en el que yo me estaba muriendo y llegué al hospital con 10% de probabilidades de sobrevivir, una enviada de la CFE fue a la PGR a denunciarme, a mí, por haberme accidentado y le explicaron que esa denuncia no podía proceder porque su cable no era el que se iba a morir”, dijo Michel en entrevista con ejecentral.
Junto con su familia, que casi económicamente ha quedado en quiebra, inició una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR) que nada ha avanzado. También presentaron una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), que tampoco muestra algún avance.
› Los médicos de Michel estimaron que sus posibilidades para sobrevivir al incidente eran de 10 por ciento. Después de pasar dos meses en el hospital y con 20 cirugías practicadas, el joven salvó su vida.
La noche de la tragedia
Ocurrió en segundos. Un estruendo, luego un destello brillante y entonces, las chispas eléctricas saltaron incontrolablemente. Las primeras cayeron al balcón que estaba a casi medio metro de las líneas eléctricas. Una de las cargas, con 23 mil voltios, cayó como un rayo en el cuerpo de Michel, que comenzó a arder. Estaba en una fiesta, celebrando su salida de la preparatoria. Cerca de las 20:00 horas salió a fumar junto con sus amigos al balcón del departamento. En un instante alzó el brazo y ahí entró la carga eléctrica. Lo que ocurrió con Michel, en términos técnicos, fue un arco eléctrico o arco voltaico, fenómeno de conducción de energía eléctrica bien conocido entre los trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo, y por supuesto, entre quienes se encargan del servicio eléctrico de la ciudad.
A mí nunca me había pasado nada en mi vida, yo no sabía que a la gente le pasaban estas cosas tan duras y tan feas. Si lo escuchas no… que en otras partes del mundo están bombardeando y que de repente alguien se electrocuta, pero realmente no lo sabes hasta que lo vives”, relató en entrevista con este semanario.
CFE, la negligencia
El cable que arrojó una carga de 23 mil voltios al cuerpo de Michel, del que salvó la vida gracias a un juego de llaves que traía consigo, que le permitió la “salida” del arco conductor por su ingle izquierda, estaba colocado a una distancia fuera de las normas oficiales para la instalación de este tipo de infraestructura. De acuerdo a las imágenes y testimonios del mismo afectado, el cable estaba ubicado a una distancia aproximada de 70 centímetros, y así quedó asentado en las denuncias penales que se interpusieron por el caso y en la queja que recibió la CNDH por la negativa de la CFE de asumir la responsabilidad de los hechos. ejecentral constató que frente al tercer nivel del edifico ubicado en la avenida Gabriel Mancera 1825, lugar en el que Michel se encontraba la noche del incidente, cruzan tres cables paralelos suspendidos de postes de concreto. Ninguno tenía algún tipo de resguardo o aislamiento la noche del accidente. La familia de Michel solicitó a un notario público que diera fe de estos hechos, pues trabajadores de la CFE modificaron el estado original de las instalaciones, al colocar guardas aislantes sobre los cables aéreos. En documentos que forman parte de la queja interpuesta ante la CNDH se constató que el tendido de cableado estaba fuera de norma. Tanto para las especificaciones de la extinta Compañía de Luz y Fuerza del Centro, hasta 2009 encargada de la infraestructura eléctrica en la capital del país, como de la CFE, el cable estaba al menos 80 centímetros fuera de la distancia mínima requerida. La Norma Oficial Mexicana NOM-001-SEDE-2012 emitida por la Secretaría de Energía para el uso de instalaciones eléctricas, vigente en el momento del incidente, establece que la separación mínima de los conductores denominados “partes vivas rígidas sin protección” con capacidad para conducir hasta 22 mil voltios debe ser de dos metros con un mínimo de 1.50 metros de distancia respecto a edificios y otras construcciones. La CFE es incluso más específica en las reglas para instalaciones en áreas de media y baja tensión, específicamente en cuanto a las distancias mínimas que deben cumplir. Al respecto, en un documento integrado en la queja ante la CNDH, la CFE fijó en 2.30 metros la distancia de seguridad y 1.50 metros el límite mínimo recomendado, respecto a techos y balcones. La chispa que quemó al estudiante saltó de un cable de media tensión mal sellado, que se encontraba fuera del rango de seguridad para proteger a la población que la misma CFE exige. Una negligencia que se configura cometida por la omisión de la empresa pública, institución que, como respuesta, trató de demandar ante la PGR al joven estudiante, por electrocutarse con su cable.
La descarga
Michel Guasque es un joven alto y delgado, con una sonrisa amable y una mirada profunda. De inmediato provoca empatía, pues su semblante irradiaba alegría. Su vida se compartía entre los estudios y la actuación, que lo llevó a participar en al menos una docena de comerciales publicitarios y en obras de teatro escolares. Sólo si se le mira a detalle, se descubre en su rostro y cuello los rastros de las cicatrices que le cubren el cuerpo. La noche del incidente, Michel aprovechó para celebrar también el cumpleaños de un amigo y su futuro en la Universidad Panamericana, institución de la que había recibido una beca que cubriría prácticamente la totalidad de sus estudios universitarios. Era viernes. Era temprano. Alrededor de las ocho y media de la noche, la fiesta apenas comenzaba. No habían pasado muchos minutos cuando la chispa cayó desde el cable. Una chispa que nunca vio, porque fue un instante, un momento potente de energía que su cuerpo recibió y se transformó en fuego.
Cuando yo estaba en llamas, adentro del apartamento, estaba en un grito de dolor porque sentía como mi cuerpo estaba ardiendo. Sentía que me quemaba todo; el cuello, los brazos, la espalda”, recuerda el joven.
Sus padres llamaron de inmediato una ambulancia. Primero fue trasladado al Hospital Regional No. 1 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), ubicado a 3.7 kilómetros en línea recta desde el departamento en el que ocurrió el accidente, sin embargo, ahí le negaron el ser vicio debido a que no era derechohabiente, aseguró el joven. Su destino fue el Instituto Nacional de Rehabilitación Luis Guillermo Ibarra, localizado a 16.8 kilómetros de distancia en un viaje de poco más de una hora, donde fue recibido en la división de quemados CENIAQ. De inmediato fue sometido a cirugías que la salvarían la vida. El parte médico no fue alentador para nadie: Michel sufrió quemaduras de tercer grado en 70% de su cuerpo, de segundo grado en 20% y de primer grado en 10% restante. No murió porque la descarga de corriente salió a través de unas llaves de metal que llevaba en el bolsillo y que quedaron carbonizadas. Permaneció dos meses en el hospital, 50 días en terapia intensiva y cinco más en hospitalización regular. Uno de sus brazos, porciones de la espalda, antebrazo, pecho y axila, que requirió varias cirugías, fueron reconstruidos. También el cuello y cara implicaron mucha atención, pues se quedó sin barbilla y necesitó la reconstrucción de la pared abdominal.
Justicia incierta
La tragedia llevó a la familia Guasque a tocar la puerta de organizaciones civiles y a enfrentarse a la CFE. Buscaron ayuda en la Fundación Michou y Mau para el pago de las operaciones, ya que hasta el momento las cuentas ascienden a 700 mil pesos en cirugías y 500 mil, además de injertos de piel; sin embargo, no pudieron hacer nada debido a que esa institución sólo atiende a menores de edad. En sus andanzas encontraron a la Fundación Sólo por Ayudar, la cual les donó trajes de compresión a la medida de Michel, producidos por la compañía Medical Z, cuyo valor es de 15 mil pesos. La ventaja de estas vestiduras es que permiten retener las cicatrices y evitan su expansión. Cuando la emergencia fue superada, la familia comenzó a buscar justicia. Interpusieron una queja en la CNDH en noviembre pasado, y antes, en septiembre de 2017, una denuncia ante la PGR, para que la CFE se responsabilice del incidente y brinde una indemnización para solventar la recuperación de Michel. La rehabilitación de su cuerpo aún continúa, y pese a ello ha decidido buscar justicia, es decir, que la CFE se haga responsable de su tratamiento para que sus padres no se endeuden, ya que son una familia de clase media que no tenía previsto realizar gastos de tal magnitud. Michel y su familia aseguraron, de acuerdo con el viacrucis médico que han transitado en estos meses, que a diario ocurren accidentes de quemaduras a través del contacto por electricidad, y que pasan desapercibidos, debido a que en el país falta conciencia sobre cómo deben ser tratados los cables de alta y media tensión. Por ello buscan impulsar una campaña de concientización y prevención que ayude a salvar vidas, inspirados en su caso, y así hacer algo por quienes han pasado por estas circunstancias, y sin recursos para pagar su tratamiento. De acuerdo con Raúl Guasque, padre del joven, hasta ahora no han tenido en sis manos ningún dictamen respecto a la queja emitida en la CNDH, ni en la denuncia emitida en la PGR. Sólo le han dicho que los investigadores han acudido al lugar de los hechos a hacer “pequeñas anotaciones”.
Números dolorosos
De acuerdo con el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica, de la Dirección General de la Secretaría de Salud:
- Del 1 de enero de 2009 al 31 de diciembre de 2011, 262 mil 305 personas tuvieron quemaduras por choque eléctrico en México, ocupando el lugar 17 de nuevos casos de enfermedad.
- La autoridad sanitaria reportó que en 2013 hubo 126 mil 786 nuevos casos
- De enero a junio de 2014 se reportaron 65 mil 182 casos, de los cuales el 56% ocurrieron en adultos de 20 a 50 años, y 32% en niños y jóvenes de 0 a 19 años de edad.
Los documentos
EL DATO: La norma oficial establece que la separación mínima de los conductores debe ser de dos metros con un mínimo de 1.50 metros de distancia respecto a otras construcciones.