México podría depender más de sus especies silvestres
Con información e inteligencia, el uso de la biodiversidad nativa podría ser mucho más productivo y sustentable, señalan expertos
Una de cada cinco personas en el mundo depende de alguna manera de especies biológicas silvestres para comer u obtener ingresos, y, aunque se encuentran en riesgo porque el uso no sustentable de la biodiversidad podría acabar con sus recursos, está demostrado que podrían incrementar la productividad y mejorar su nivel de vida. Y México no es la excepción.
Hoy, la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) dio a conocer su Informe de Evaluación sobre el Uso Sostenible de las Especies Silvestres, que fue elaborado en los últimos cuatro años por 85 expertos provenientes de todas las regiones del mundo, y ofrece un resumen para tomadores de decisiones donde alerta sobre los problemas y aporta soluciones para hacer sostenible el uso de de la vida silvestre.
El documento, comenta a ejecentral el biólogo Hesiquio Benítez, podría resumirse diciendo que la demanda de comercio ilegal de vida silvestre, el tráfico de especies, no debe “espantarnos” ni llevarnos a “lamentar cómo nos saquean otros países”, pues “haciendo las cosas bien… se puede, de manera inteligente, atender la demanda internacional pero de fuentes que sean legales y sustentables”.
El Informe de IPBES destaca que las poblaciones rurales de los países en desarrollo dependen de manera desproporcionada del uso de especies silvestres, lo cual abarca a casi tres mil 500 millones de personas o el 45 % de la población humana. Esta dependencia se da por diversas razones, como la obtención de alimento, energía, materiales de construcción, usos medicinales, espirituales y recreativos.
En ese último rubro, un dato alentador es que la observación de la vida silvestre generó ingresos de alrededor de 120 mil millones de dólares en 2018, lo cual es equivalente a “cinco veces el valor estimado del comercio ilegal de especies silvestres” y generó 21.8 millones de empleos de manera sustentable y no extractiva.
Benítez, quien es el encargado de la Dirección de Cooperación Internacional e Implementación en la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad de México (Conabio), señala que en México hay varios ejemplos de buen manejo sustentable, como el manejo de poblaciones de borrego cimarrón
“En Baja California, las comunidades se organizan y pueden obtener de un animal de estos 150 mil dólares con permisos de caza, guías, es todo una industria que hace que la conservación valga la pena para las comunidades y que no permitan la caza furtiva”, señala el biólogo.
En el otro extremo del país, en Quintana Roo, hay comunidades que “se comprometen a mantener un área de manglares a cambio de algunas nidadas de huevos de cocodrila”. Naturalmente, el 90% de las nidadas muere por depredación o parásitos, pero cuando se cuidan en incubadora tienen un éxito de hasta el 95%, “y estas crías en poco tiempo los pueden colocar en el mercado de pieles”.
“Ahí no estás atentando contra las poblaciones silvestres, estás haciendo un manejo adecuado que conduce a un aumento de las poblaciones y estás obteniendo un beneficio”, dice Benítez, y agrega que se dan procesos similares con plantas como la caoba, el cedro, las palmas y las patas de elefante, o con los pepinos de mar, entre muchos otros.
Cada uno de estos casos es especial, y varían de acuerdo con la especie, el lugar, la información que esté disponible y la comunidad que quiera hacer la explotación, y el buen manejo de las mismas comenzó en los años 90 con las Unidades de Manejo Ambiental (UMAs) y que implica “colaborar con los dueños de la tierra, con las comunidades que viven día a día junto con la biodiversidad y se merecen una oportunidad para aprovechar los recursos que han cuidado, lo que nos queda, de una manera sustentable”, dice Benítez.
Además, se necesita que “el gobierno provea las condiciones y los apoyos para que se hagan las cosas bien con base en la mejor información disponible para la toma de decisiones, y los tomadores de decisiones son, desde el presidente de la República hasta el pescador, el leñador, el agricultor”.
De acuerdo con un informe de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales de septiembre de 2018, en México hay UMAs instaladas en más de 38.5 millones de hectáreas, extensión equivalente al 19% del territorio nacional y que es mayor que la superficie de Áreas Naturales Protegidas en tierra, que es de alrededor de 21 millones de hectáreas (aunque hay también 70 millones de hectáreas marinas).
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