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Pese a ser la segunda mayor economía de América Latina, la mexicana mantiene un avance limitado sobre el índice que determina el sano progreso en la calidad de vida de sus habitantes. En cambio, Panamá, Uruguay y Chile tienen un crecimiento más inclusivo. Esto representa un problema para cualquier país, pues mientras las economías priorizan políticas de crecimiento a corto plazo, descuidan las medidas de inclusión y sostenibilidad. Es decir, los países ricos y pobres experimentan dificultades para proteger a sus generaciones futuras, según el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés). Este año las economías emergentes, principalmente las latinoamericanas, alcanzaron un máximo en sus índices de inclusión de 4.6% con Panamá, aunque México se encuentra en 4.12 puntos, de acuerdo al Índice de Desarrollo Inclusivo (IDI), del WEF. El análisis ofrece una tabla de 1 a 7 puntos— donde 1 equivale al peor desempeño y 7 al mejor— dentro de una lista de 103 países, y en este índice, la economía mexicana conquistó cinco sitios dentro del grupo de 74 países emergentes y en desarrollo, al pasar del lugar 29 al 24. A pesar de que de 2017 a 2018, la economía mexicana subió de la cuarta a la segunda posición en el índice de competitividad, en una lista de 20 países de Latinoamérica, en el índice de inclusión, fue desplazado por Panamá, Uruguay y Chile pese a que mejoró su tasa de ahorro y baja producción de carbono, otra variable que toma en cuenta el reporte del WEF para el bienestar de los habitantes.
A nivel Latinoamérica la posición de nuestro país está en el sitio 9 dentro de un grupo de 20 economías regionales, pero promedió un crecimiento de apenas 0.66% en cuatro años, de 2012 a 2016. Comparado con el caso panameño, su nivel de inclusión obtuvo 4.54 puntos, tras mantener uno de los desarrollos económicos más rápidos de la región con un incremento de 4.8 puntos en el mismo periodo. Según el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), en las últimas dos décadas, México ha logrado “avances importantes, pero insuficientes” para mejorar el bienestar de sus habitantes, pues aunque la economía local ha crecido a un promedio anual de 2.5%, el avance es insuficiente para cubrir las necesidades de su población. El Índice de Desarrollo Inclusivo maneja 11 variables para ubicar el progreso sano de una economía, como el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB); el progreso económico, la salud y esperanza de vida; ingreso medio de hogares y tasa de pobreza; ahorro ajustado, deuda pública e intensidad de carbón como proporción del PIB. Estos factores se condensan en tres indicadores llamados “pilares del desarrollo económico”: crecimiento y desarrollo, inclusión y equidad intergeneracional (cifra de ocupación laboral y edades de los trabajadores más jóvenes y mayores), además de deuda per cápita.
Las economías desarrolladas
De entre 103 economías analizadas por el WEF, Noruega tiene el primer puesto del Índice de Desarrollo Inclusivo (IDI), seguido de Islandia, Luxemburgo, Dinamarca y Suecia ubicados en las primeras 10 posiciones, mientras que Australia, en el noveno lugar, es la única economía no europea que aparece dentro del conteo. Pese a la fortaleza de sus economías, Reino Unido y Estados Unidos se colocaron en el sitio 21 y 23, respectivamente, fuera de los países que procuran una economía del bienestar a sus habitantes, al mostrar en su desarrollo inclusivo un avance lento. ES DE INTERÉS | Los hoyos de la 4T. El ISSSTE, socavón financiero de más de 200 mmp El hueco en la panza que heredará AMLO “Liposucción” y parálisis