> Una cosa es lo que dice Trump, otra lo que declara su gabinete y otra la que ocurre en realidad. La relación Mexico-EU camina, por ahora, con normalidad en seguridad y comercio
El Washington Post y la cadena ABC publicaron el fin de semana los últimos números de aprobación del presidente Donald Trump a pocas horas de cumplir los cien primeros días en el poder, mientras él demerita la importancia de la medición, ante las pocas promesas cumplidas.
El estudio confirma a Trump como el presidente más impopular de la historia moderna, 53% de los estadunidenses desaprueba la labor de Trump, 42 lo aprueba, mismo en el que el Washington Post hace énfasis por representar justamente a la base que lo llevó al poder. Es decir, no ha perdido el apoyo de quien realmente importa a nivel electoral.
Trump ha tenido un inicio complicado en el que, por momentos, ha mostrado una moderación de su personaje y un entendimiento de la figura del presidente, mientas que, por otros, demuestra su inmadurez, impulsividad e inexperiencia que ha generado diferentes momentos de caos. Sin embargo, y a pesar de los tropiezos, la prensa tradicional, escrita y televisiva, no ha logrado cambiar la opinión de las personas que votaron por Trump. El éxito de la comunicación de la actual presidencia no pasa por la prensa tradicional, y su base se sigue manteniendo informada por la cuenta de Twitter del propio Trump, o de sus medios “oficiales” como Fox News y la radio conservadora, que cuenta con una enorme audiencia entre el electorado evangélico conservador del centro-sureste.
Aunque Trump ha sufrido fuertes derrotas a nivel judicial y legislativo, no así su capital político. Los 306 votos electorales se encuentran intactos en ese 42% de apoyo. Hasta el momento, su gente ha sido paciente con él, en el entendido de que Washington es un pantano que hay que drenar y eso lleva tiempo y representa dificultades. Sin embargo, Trump sabe que la paciencia tiene límite y que sus promesas populistas y extremas se cumplirán de alguna forma.
En ese sentido, México ha sido un protagonista en la estrategia del gobierno estadunidense en el lado negativo. Para llegar con un mensaje populista a las bases, había que encontrar a un enemigo claro a vencer. El sentido de desesperanza que llegó a un sector apartado y olvidado de Estados Unidos consumido por la globalización, al que nadie más que Trump supo llegar de forma magistral, tuvo nombre y apellido. Las drogas que consumen a una clase media blanca adicta a la heroína, los empleos perdidos desde la crisis del 2008, la criminalidad que aqueja a los barrios cada vez más pobres y otros temas, tuvieron en México al receptáculo perfecto. Desde el día uno, asesorado por representantes del Tea Party dentro del partido Republicano, Trump decidió abrazar una propuesta antimexicana que representaba un mensaje riesgoso hacia afuera, pero rentable hacia adentro. La embestida contra México que ayudaba a Trump a mantener una conexión permanente con su base a través de las declaraciones y las amenazas, se vio interrumpida por los diferentes temas que realmente importan dentro de un gobierno: Siria, Corea del Norte, Rusia, Afganistán, Venezuela y otros conflictos geopolíticos que calientan el panorama de su gobierno y le impidieron seguir con el tema día con día. El silencio, sumado a la realización de que el Congreso y el Senado son clave para cumplir con la mayoría de sus estridentes promesas de campaña contra México, ayudaron a que el peso se reposicionara ante el dólar, los empresarios retomaran la confianza y los organismos internacionales apaciguaran su nerviosismo .
La batalla por el presupuesto es otro momento en el que Trump se ha topado con pared con todo y la mayoría legislativa con la que cuenta. Las extravagantes propuestas que planteará en el presupuesto y en su reforma fiscal no son bien vistas por un grupo al interior del Partido Republicano. Los conservadores fiscales fueron los que terminaron por evitar la aprobación del Trumpcare que terminó por ser un fracaso. De igual forma, el prometido muro que sería pagado por México, se ha convertido en la manzana de la discordia entre los grupos políticos. La necesidad de costearlo de su lado, terminó por provocar la retirada de Trump en su propia propuesta.
Aunque Trump lo niegue, la posibilidad de un muro en la frontera Mexico - Estados Unidos es cada vez menos probable en su primer termino. El costo de entre 20 mil y 40 mil millones de dólares que los diferentes cálculos presentan para su construcción no están contemplados en el prepuesto de un país que se encuentra con el cinturón apretado. Chuck Schummer y los demócratas revalidaron su posición para negociar aun siendo minoría, luego del triunfo obtenido con la permanencia del Obamacare. El hecho de que sea una ley popular incluso con los republicanos, eliminó el peso negociador con el que contaba Trump para intercambiar el muro por Obamacare. Ahora, tan lejos se ve el rechazo legislativo de Obamacare, como la construcción de éste. Podrán existir pequeños recursos y presupuestos destinados al reforzamiento de la frontera y la seguridad de la misma, pero un muro, pagado por México, de costa a costa con 10 metros de altura como lo prometía Trump en su campaña, no es, ni será viable. No existen ni las condiciones ni el dinero. Dicho por Reince Preibus, Jeff Sessions, el General John Kelly y otros miembros de su gabinete, el muro como lo promete Trump, no va.
Junto con el muro, el Tratado de Libre Comercio ha regresado a escena ante la coyuntura comercial que se le presenta a Trump a través de Canadá y la disputa como la ocasionada por la madera. Los ataques al TLC volvieron hace unos días en un evento que invitaba a comprar productos americanos ante trabajadores de la base Trump. Pero como ha sido desde el inicio de este gobierno, una cosa es lo que dice el presidente, otra lo que declara su gabinete y otra la que ocurre en realidad. La relación bilateral Mexico Estados Unidos camina con normalidad en materia de seguridad y comercio, hasta el momento, incluso con el aprecio constante de varios miembros del gabinete de la Casa Blanca. Entendiendo ese fenómeno, México ha llamado a la negociación trilateral del Tratado en cuanto antes. Mientras menos incertidumbre pueda generar Trump en Twitter con declaraciones irresponsables y súbitas, menos riesgo corre la economía mexicana ante la comunidad internacional. Sin embargo y para nuestra mala suerte, es ahora Estados Unidos el que tendrá complicaciones para iniciar con la renegociación, por la necesidad de contar con la participación del Congreso, que no arranca con éxito la relación con la presidencia y que deja muchos pendientes antes de abordar cualquier cosa relacionada con un muro o con el TLC.
Si bien el muro puede ser pequeño o inexistente, la renegociación cosmética y la política migratoria muy agresiva en el discurso de Trump, no cederá. En la medida que se acerque su reelección, algún tipo de cuenta tendrá que entregar a su base respecto a su confrontación con México por más apantallante o decepcionante que eso sea; por lo pronto y por un largo rato, lo único que tiene y tendrá Trump es la retórica y la amenaza.