Messi y Neymar se ven las caras hoy en histórica final
Ambos jugadores fueron confirmados para el juego decisivo de la Copa América; la presión emocional es mayor para el argentino
Las potencias sudamericanas, Brasil y Argentina, se citan con la historia este sábado en la final de la Copa América-2021, con sus estrellas Neymar y Messi frente a frente en el emblemático estadio Maracaná.
Lionel
Messi, a sus 34 años
y
con 150 partidos en la selección, juega una de sus últimas cartas para inaugurar su flaco palmarés con la Albiceleste, luego de tres finales perdidas de Copa América (2007, 2015
y
2016)
y la del Mundial de 2014.
Tal vez en el mejor momento desde que debutó en la Albiceleste en 2005, el capitán argentino lleva el peso de 28 años de sequía de títulos de la selección, pese a que cuando Argentina se coronó por última vez, en la Copa América de Ecuador-1993, ‘la Pulga’ recién comenzaba a despertar admiración en los torneos infantiles de Rosario.
Su amigo Neymar, el estelar de Brasil, tiene menos presiones de cara a la cita decisiva: tampoco ganó nunca una Copa América, pero su selección, sin su presencia por lesión, se coronó en 2019 también en el Maracaná.
Ambos se confirmaron en este torneo continental como los líderes de las dos selecciones más potentes de Sudamérica.
El argentino está al frente de la tabla de los artilleros con cuatro tantos, además de cinco asistencias, junto a la revelación colombiana Luis Díaz,
y
el brasileño suma dos goles
y
tres pases-gol.
‘La Pulga’ tiene una meta adicional: anotar un tanto en el templo del fútbol brasileño
y
alcanzar a Pelé con 77 goles como el máximo anotador de una selección en Sudamérica.
Tanto Pelé como Diego Maradona tampoco ganaron nunca una Copa América.
Neymar
o
Messi
romperán la paridad entre cuatro de los más grandes jugadores en la historia del fútbol sudamericano.
No es profeta en su tierra
Neymar
dedica parte de sus horas previas al clásico a intentar reconquistar a una torcida brasileña que no lo tiene en lo más alto
y, más difícil, exalta a un
Messi
alejado de los escándalos, aunque en esta sorprendente transferencia también existe un costado político.
“Apoyar a
Messi
es también una forma de venganza”, considera el sociólogo Rodrigo Monteiro, de la Universidad Federal Fluminense.
El experto se refirió a que Brasil, con el apoyo del gobierno de Jair Bolsonaro, uno de los líderes más cuestionados por su manejo de la emergencia sanitaria, recibió el torneo tras las bajas de las sedes originales, Argentina
y
Colombia.
El gigante sudamericano ha superado el medio millón de fallecidos por la pandemia
y
es el segundo país en el mundo con más decesos.
“Si Brasil está, yo soy Brasil. ¿Y quien es brasileño pero actúa de otra forma? Ok, lo voy a respetar... pero váyase para el carajo”, se ofuscó el astro del PSG en una historia publicada en Instagram que acompañó con emoticones de risa.
Gigante semivacío
Apenas unas 7 mil personas serán testigos privilegiados de un partido
histórico
entre las dos potencias sudamericanas. A último momento, la alcaldía de Rio de Janeiro autorizó una asistencia del 10% del aforo total de unas 77 mil personas.
Aunque muy limitada, será el único partido de los 28 que se jugaron en la competencia regional con presencia de simpatizantes.
Decenas de eufóricos simpatizantes hacían la fila desde la tarde del viernes ante el consulado argentino en Rio, en el tradicional barrio de Botafogo, para obtener uno de los 2 mil 200 ingresos dispuestos para los residentes de ese país en Brasil.
Para recibir el pase, que es gratuito, los solicitantes debían mostrar una PCR con resultado negativo para la Covid-19, además de ser residentes.
Los anfitriones también tienen derecho a 2 mil 200 entradas.
‘Díaz’ de
gloria
Un soberbio Luis Díaz llevó a Colombia a la victoria ante Perú por 3-2 este viernes que le valió el tercer puesto de la Copa América.
El extremo del FC Oporto, de 24 años, una de las grandes figuras del torneo continental, marcó un doblete
y
fue el hombre de la noche en el estadio Nacional Mané Garrincha de Brasilia.
El equipo de Reinaldo Rueda coronó un torneo aceptable, asumiendo el riesgo de marginar por bajo desempeño a su ídolo James Rodríguez, mientras que Perú mostró a una figura emergente como Gianluca Lapadula, que cumplió con el difícil reto de reemplazar al
histórico
Paolo Guerrero.
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