El incendio que se registró ayer en el Mercado de Sonora, en la alcaldía Venustiano Carranza, puso en evidencia —y las propias autoridades pudieron confirmarlo al atender la emergencia—, las condiciones de maltrato de decenas de animales que se venden en este lugar, y que han sido denunciadas en varias ocasiones.
Suciedad, desnutrición, hacinamiento y falta de atención médica, fueron algunas de las violaciones que cometen los locatarios a la Ley de Protección Animal (LPA) de la Ciudad de México, que contempla penas para quien cometa estos actos.
Esta ley señala en su artículo 24 que “toda privación de aire, luz, alimento, agua, espacio, abrigo contra la intemperie, cuidados médicos y alojamiento adecuado, acorde a su especie, que cause o pueda causar daño a un animal será considerado crueldad o maltrato”, y debe ser sancionado de acuerdo al reglamento vigente.
También califica como maltrato la venta de animales vivos en mercados o sitios que no cumplan con las condiciones de atención que necesitan, y exige la posesión de certificados de vacunación, algo que no sucede, pues las imágenes exhibieron el estado en que se encontraban los animales en los locales cerca del incendio.
Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, dijo que los locatarios tienen una cédula que les permite la venta de animales, por lo que descartó una prohibición, pero aseguró que junto con la alcaldía y la Secretaría de Desarrollo Económico, “buscarán mesas de diálogo para que reorienten sus actividades comerciales. No se permitirá el maltrato, por lo que habrá revisiones constantes de las condiciones de estas especies”.
Las denuncias a los locatarios no se limitan a estas faltas; Rosa Pérez, habitante de la colonia Merced-Balbuena, contó a ejecentral que es común encontrar cadáveres de animales entre los desperdicios del lugar, algo que también está sancionado y es un riesgo sanitario.
A estas denuncias se suman las de colectivos y rescatistas, quienes han señalado que muchos de estos animales son utilizados para rituales religiosos o de santería, lo que representa otra violación a la ley vigente que prohíbe expresamente estas acciones.