En las poco más de 25 semanas que han transcurrido desde la guerra entre Rusia y Ucrania, el mundo no solo se ha reconfigurado para adaptarse a las complicaciones que ha generado el conflicto, sino que también ha aprendido a vivir con él.
Prueba de ello son las ayudas internacionales, que si bien se han materializado, a menudo lo hacen con retrasos. En este sentido, la proximidad del invierno se asoma como una amenaza, ya que suma la escasez del combustible suministrado por Rusia a varios países europeos, lo que a su vez retrasaría aún más el apoyo.
Actualmente, Rusia controla cerca del 20% del territorio ucraniano, y analistas bélicos han apuntado a una posible estrategia de desgaste por parte de la exrepública soviética, la cual consistiría en esperar a que tanto Ucrania como los países occidentales se agoten y reclamar la victoria.
Estimaciones de AFP apuntan que Letonia, Bulgaria, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Polonia serían los primeros países en crisis energética, ya que actualmente se encuentran en el límite de su consumo. En las capitales del continente, la idea de radiadores fríos o de fábricas detenidas es una de las principales preocupaciones de los gobiernos, que saben que Vladímir Putin usa estratégicamente el arma energética para reafirmar futuras conquistas.
Por su parte, Richard Moore, director del Servicio de Inteligencia Secreto del Reino Unido, pronosticó que el invierno podría afectar también a la milicia rusa. “Nuestra evaluación es que a los rusos les resultará cada vez más difícil suministrar mano de obra y material en las próximas semanas”, explicó en el Foro de Seguridad de Aspen realizado en julio.
El tiempo apremia
Al inicio del conflicto que inició el 24 de febrero, pocos esperaban que la guerra se prolongara tanto, y menos que lugares como Kiev o Mariúpol ofrecieran tanta resistencia militar y civil. En este sentido, Andriy Zagorodnyuk, exministro de defensa ucraniano, explicó a The New York Times que “la amenaza original era que el ejército ruso, siendo el segundo más grande del mundo, establecería la superioridad y el dominio aéreo, pero logramos aprender cómo detenerlos”.
Sin embargo, y dada la eficaz ofensiva rusa, el ejército ucraniano debe movilizarse con prontitud. “No podemos detenernos y no podemos pasar a una guerra aburrida y de baja intensidad. Necesitamos pensar cómo podemos exprimirlos”, detalló el especialista.
Una opinión similar fue compartida por Michael Kofman, experto en el ejército de Rusia, a Axios. “Parece muy claramente un juego posicional con el fin de ponerse en posición para una ofensiva en el futuro”, detalló, aunque también dijo que es posible que Rusia aproveche la seguridad en los territorios que ya controla para asegurar el perímetro de Jersón con miras a una posible anexión futura, en un movimiento militar no exento de riesgos. “Estarían corriendo un gran riesgo al tratar de anexar Jersón, porque podrían perder una gran parte del mismo”, detalló.