Sin máscara alguna, el presidente Andrés Manuel López Obrador se quiere deshacer de Gerardo Esquivel porque está arrepentido de haberlo enviado como subgobernador del Banco de México al no servirle como esperaba, entregando las divisas del banco para sus programas sociales y megaobras, proponiéndolo como candidato a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo. Don Gerardo tiene todo para lograrlo, menos lo más importante: la capacidad de sus proponentes, quienes tardaron semanas en presentar su candidatura, al saber del veto que había sobre Alicia Bárcena, que casi empataron con la votación, en menos de dos semanas, con candidaturas latinoamericanas muy fuertes.