Major Tom

26 de Abril de 2025

Luis Alfredo Pérez

Major Tom

Fotograma_2001_odisea_espacio

El acto de la creación es un misterio; para explicarlo algunos dicen cosas como que los astros se alinean. Quizá sea poético pero no nos dice nada en realidad, y encima pone la responsabilidad en la suerte.

Ocurre, sin embargo, que generalmente la creación de unos alimenta la creación de otros.

Algo así sucedió en 1969. Un año antes Stanley Kubrick había estrenado 2001: Una Odisea Espacial, película que aún hoy resulta impactante por varias razones. La trama en general está llena de misterio y ambivalencia, y el sentido de lo que ocurre queda a la imaginación del espectador. La primera parte está situada en algún momento de la prehistoria humana, y en la segunda parte la historia salta hasta un futuro lleno de naves espaciales, durante la cual se muestra el desarrollo de la misión a la que se envía a un grupo de astronautas.

El diálogo es mínimo y la frialdad de los astronautas enorme; HAL 9000, la computadora que controla la nave, muestra más humanidad y sentimientos que ellos. La música es imponente, pero más impresionantes son los silencios: en vez “olvidar” en el espacio no hay sonidos ––como han hecho muchos otros directores––, Kubrick lo usó a su favor para fortalecer la inhumana y anormal atmósfera que envuelve a los personajes.

Al igual que el espectador, los astronautas desconocen el objetivo del viaje, y no es sino hasta casi el final del viaje cuando se les revela que van al encuentro de un extraño fenómeno en una luna de Júpiter. Pero antes de que lo sepan HAL intenta matarlos –– no está claro si por la presión que siente o porque termina por juzgarlos un obstáculo para el éxito de la misión, que al parecer ella sí conocía.

El único de los astronautas que sobrevive apaga a HAL, y al ir a investigar el fenómeno se embarca en una odisea cuyo significado el espectador sólo puede interpretar…

… y para lo cual generalmente vienen bien un par de cervezas, o incluso algo más fuerte. Como suele ocurrir con Kubrick, la película se esfuerza tanto por ser grandiosa y sublime, que en ocasiones resulta pretenciosa e incluso ridícula.

Pero al mismo tiempo dispara a la imaginación en tantas direcciones, su estética es tan poderosa, y los detalles están tan bien trabajados, que se convirtió en una película de culto.

Inspirado por ella, David Bowie compuso en 1969 una canción que incluyó en su segundo álbum, que tituló de manera homónima. Pero por la importancia que cobró la canción ahora al álbum se le conoce con su nombre: Space Oddity, algo así como Singularidad Espacial.

Al igual que la película, la canción de Bowie proyecta más de lo que dice. El Control de Tierra le comunica a un astronauta que se prepare para despegar; las breves instrucciones transmiten la gravedad de la misión. Una vez en el espacio el astronauta, Major Tom, sale de su nave y mantiene con el Control de Tierra varios diálogos enigmáticos: hay algo en ellos extraño, inusual. ¿Qué está ocurriendo? Entonces se dispara la alarma: hay una grave malfunción en la nave ––perdón por mi anglicismo––, que ya no es controlada por la Tierra. El astronauta sin embargo sigue tranquilo, no está claro si porque no alcanzó a escuchar la situación en la que se encuentra o por lo que sea que está experimentando.

Con los buenos artistas sucede que las limitantes potencian el resultado. Bowie sólo tiene los cuatro minutos habituales de una canción pop, pero le bastan para transmitir un puñado preciso de ideas y sensaciones. Su logro fue no sólo trazar la historia con unas pocas palabras, sino utilizar otros elementos para redondear su emotividad: la cuenta de despegue, la gravedad de las comunicaciones, la doble voz del control de tierra ––una de angustia y otra de funcionario––, además por supuesto de la composición musical.

Pero si la música es hermosa, la voz de Bowie es excepcional, y transmite el arco de sentimientos de los involucrados en la historia.

Otros grupos y cantantes, fascinados por lo que Space Oddity transmite, han retomado al personaje de Major Tom, así que su enigmática historia se ha ido desarrollando a través de otras canciones. Siempre en sintonía con la versión original, e incluso con la película: cien por ciento cultura pop.

Twitter: @luisalfredops

PUBLICIDAD