Luis Echeverría, un sexenio de prohibiciones y devaluación
A la edad de 100 años, la noche del viernes 8 de julio falleció Luis Echeverría Álvarez, cuyo sexenio estuvo marcado por la represión y la violencia
A la edad de 100 años, la noche del viernes 8 de julio falleció Luis Echeverría Álvarez, uno de los presidentes más cuestionados por la historia nacional: devaluación, prohibiciones, censura y represión, sus principales credenciales.
Fue el 14 de noviembre de 1969 cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) lo eligió como candidato presidencial; como sucedía en esos tiempos, no tuvo problemas para ganar la elección, sin embargo, para entender su historia y el reclamo, que aún en su muerte retumba, hay que retroceder unos años más atrás.
El secretario que lo sabía todo
Durante el movimiento estudiantil de 1968, Echeverría estaba a cargo de la Secretaría de Gobernación, lo cual no solo lo hacía el candidato natural para suceder al entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, desde su privilegiado lugar, se le acusó de ser el “creador y preparador”, de la masacre aquella tarde-noche del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas.
Para muchos Luis Echeverría no solo estaba al tanto de la operación militar que terminó en una masacre cuyas víctimas reales aún no se sabe, en el año 2006 un juez federal consideró que existía evidencia suficiente para sustentar los cargos por genocidio en contra del expresidente.
Recibió una sentencia de arresto domiciliario, pero tres años después lo exoneraron de los cargos y se determinó su libertad total.
Ya en la presidencia, los movimientos sociales siguieron sintiendo la mano dura de Luis Echeverría.
El “jueves de Corpus Christi” se convirtió en una advertencia del Gobierno en turno: no estaban dispuestos a volver a pasar por un episodio como el de tres años atrás, en Tlatelolco.
La represión en sus manos
También conocido como el “halconazo”, aquella tarde del 10 de junio de 1971 un grupo de estudiantes que aún tenía fresca la masacre del 2 de octubre seguía exigiendo liberación de presos políticos, democratización de la educación pública, terminar con la represión a estudiantes y más fondos para la educación.
Sin embargo, cerca de las 04:00 de la tarde los manifestantes fueron agredidos por miembros de las fuerzas de seguridad del gobierno, quienes aprendieron de lo ocurrido en el 1968 y ya no portaban uniformes militares, ahora eran civiles, jóvenes, armados con palos, tubos y armas de fuego, entrenados como un grupo de choque para confrontar a los estudiantes.
Al final de la jornada se reportaron más de 30 muertos, aunque las cifras oficiales jamás se supieron. Testigos aseguraron que los “halcones” llegaron a los hospitales para “liquidar” a los heridos que resultaron del enfrentamiento que se registró en las calles. Fue una estrategia bien planeada y un mensaje claro contra los movimientos sociales.
El Rock se reveló y sufrió las consecuencias
Habían pasado solo tres meses desde el “halconazo” o “jueves de Corpus Christi” cuando miles de jóvenes pusieron cara al presidente Luis Echeverría y realizaron el concierto de rock más memorable en la historia del país.
El festival de “Woodstock mexicano” se celebró entre el 11 y 12 de septiembre de 1971 en Avándaro, Estado de México, era un concierto de rock, pero con miles de personas, la mayoría jóvenes, lo que encendió las alarmas de un Echeverría que poco toleraba las manifestaciones o cualquier aglomerado de “muchachos” que pusiera en riesgo la estabilidad de su gobierno.
El festival de Avándaro fue tan grande que era imposible ignorarlo y por ello la estrategia fue estigmatizarlo, y con él a los miles de jóvenes que disfrutaban del rock: “Asquerosa orgía hippie”, publicaron los diarios. Echeverría solo los llamó “traidores a la patria”.
A la estigmatización le siguió la prohibición, los jóvenes eran vistos como desadaptados, rebeldes, provocadores y alborotadores; las reuniones eran sinónimo de violencia y delincuencia.
Para 1973 cancelaron las tocadas de rock, prohibieron cantar en escenarios o clubes, incluso sancionaron a las estaciones de radio que reproducían las canciones de este género.
Surgieron los famosos “hoyos funky”, pero las redadas policíacas se intensificaron y los detenidos eran golpeados y encarcelados.
La política de represión expandió sus horizontes: escuchar música (rock) estaba más que prohibido.
El fin del milagro mexicano
Pero a Luis Echeverría el final de su sexenio le tenía preparado un momento más para inmortalizar su, ya de por sí, criticada administración.
Para el 31 de agosto de 1976 el Gobierno de México anunció que la paridad frente al dólar se dejaría flotando.
Como resultado, la moneda norteamericana se cotizó en 22 pesos, cuando en 1970, al inicio del sexenio de Echeverría se encontraba en solo 12.50 pesos, es decir, una devaluación del 76 por ciento.
Con Luis Echeverria se acabó el llamado Milagro Mexicano, ese periodo entre 1940 y 1970 que aprovechó la Segunda Guerra Mundial y el descubrimiento de yacimientos de petróleo para hacer crecer la economía y vender el sueño de la prosperidad de las familias mexicanas.
Represión, violencia, devaluación y genocidios, son solo algunos de los temas que acompañaron al expresidente Luis Echeverría hasta la noche del 8 de julio de 2022, en su casa de Cuernavaca, Morelos. EJ
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