En la vastedad de la investigación literaria, a veces, la búsqueda de un rastro específico conduce a descubrimientos inesperados. Este fue el caso del académico estadounidense Max Chapnick, profesor Asociado en la Northeastern University de Boston, cuya exploración sobre Louisa May Alcott lo llevó a desenterrar una serie de textos intrigantes firmados por el seudónimo E.H. Gould.
Aunque la autoría de Alcott no está confirmada de manera concluyente, estos textos abren una ventana a una faceta poco explorada de la autora del siglo XIX.
En el contexto de esta revelación, Chapnick compartió sus hallazgos en un artículo publicado en la revista académica de la John Hopkins University Press, The Journal of Nineteenth-Century Americanists. Este descubrimiento enriqueció nuestra comprensión de la contribución literaria de Alcott y su capacidad para abordar temas inusuales de manera cautivadora.
En su travesía investigativa centrada en Louisa May Alcott, la prominente escritora del siglo XIX y mente creativa detrás de Mujercitas Chapnick se embarcó en una búsqueda que lo llevó más allá de sus expectativas originales. En 2021, su objetivo era el cuento titulado El Fantasma mencionado en una Antología y atribuido a Alcott. Sin embargo, una sorpresa lo aguardaba.
En aquel año comenzó a buscar la historia en archivos digitales y finalmente la encontró en una edición de 1860 de un periódico llamado The Olive Branch, que se encuentra en los archivos digitales de la American Antiquarian Society. El único problema: no fue escrito por Alcott, sino por alguien llamado “EH Gould”.
Inicialmente el investigador descartó la posibilidad, pero la sospecha de un seudónimo lo intrigó. Al profundizar en El Fantasma, Chapnick notó una parodia distintiva del clásico de Charles Dickens, Un cuento de Navidad escrita a su estilo y con un villano singularmente diseñado.
Este descubrimiento llevó a una exploración más amplia, revelando seis relatos, cinco poemas y un texto de no ficción firmados por E.H. Gould entre 1857 y 1860.
El trabajo de Chapnick comenzó como parte de su disertación sobre la ficción y la pseudociencia del siglo XIX, antes de llegar a Northeastern. Una sección se centró en Alcott porque antes de ser conocida como la autora de Mujercitas, escribió una serie de historias góticas, novelas de suspenso y novelas de fantasía en la década de 1860. Escribió muchos de ellos bajo el seudónimo de AM Barnard, que fue encontrado en la década de 1940 por las comerciantes de libros raros Madeleine Stern y Leona Rostenberg.
Si bien Chapnick reconoce la falta de pruebas irrefutables, señala pistas sugerentes, como el apellido “Alcott” en uno de los cuentos y referencias personales en el texto de no ficción, titulado con el nombre de la casa de la infancia de Alcott, “The Wayside”.
Aunque no todos los detalles encajan, este hallazgo amplía la comprensión de la práctica común de los seudónimos en la literatura del siglo XIX y presenta textos menos refinados pero experimentalmente ricos de una autora ya establecida. Incluso Alcott utilizó varios seudónimos a lo largo de su carrera, incluidos Flora Fairfield, Tribulation Periwinkle y LMA.
Este intrigante descubrimiento, no exento de incertidumbre, invita a una mayor participación en la comunidad de “detectives de Alcott” y plantea nuevas preguntas sobre el legado literario de esta autora icónica del siglo XIX.
A través de estos textos recién desenterrados, se vislumbra un aspecto menos explorado de la prolífica carrera de Alcott, expandiendo nuestra percepción de su contribución al canon literario del siglo XIX estadounidense.
Entre mayo y julio de 1868, Louisa M. Alcott escribió Mujercitas por encargo de sus editores.
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