El domingo pasado, cuando Devin Patrick Kelley, de 26 años, ingresó a la Primera Iglesia Bautista en Sutherland Springs, Texas, llevaba una versión de lo que la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) orgullosamente llamó “el fusil de los Estados Unidos”. Kelley usó su Ruger AR-556, variante del popular AR-15, para matar a más de dos docenas de feligreses.
Las variantes de AR-15 son las favoritas de aquellos que perpetran los tiroteos masivos notorios de Estados Unidos. Un rifle estilo AR-15, similar al usado por Kelley, fue el arma elegida por Adam Lanza, quien mató a 27 personas en la Escuela Primaria Sandy Hook en 2012. James Holmes, quien disparó a casi 100 personas en una sala de cine de Colorado ese mismo año, también usó uno. Y Syed Farook y Tashfeen Malik, que masacraron a los asistentes a una fiesta de la oficina en San Bernardino, California, hace menos de dos años, también lo hicieron con las variantes de esta arma.
Gracias a la administración Trump, “el fusil de los Estados Unidos” está a punto de convertirse en un fenómeno global.
En septiembre, altos funcionarios estadounidenses confirmaron que la administración planea disminuir la supervisión del Departamento de Estado de las ventas internacionales no militares de armas de fuego.
En cambio, otorgará jurisdicción al Departamento de Comercio sobre esta actividad, con el objetivo explícito de flexibilizar la regulación e impulsar la venta internacional de armas.
“Esto nos permitirá entrar en el juego (de las armas pequeñas) por primera vez”, dijo un funcionario de la administración a Reuters, que dio a conocer la historia.
El plan promete ser una bendición para los fabricantes de armas estadounidenses. Las acciones de Sturm, Ruger & Co., que produce el rifle utilizado en el tiroteo masivo del domingo, aumentaron casi 15%, luego de los hechos ocurrido en septiembre. Las exportaciones actualmente representan solo alrededor de 5% de las ventas de la compañía.
El AR-15 ganó su reputación entre los entusiastas de las armas de fuego porque es semiautomática portátil, liviana, precisa y personalizable, algo como una versión civil del M-16, el rifle de los militares. El AR-15 generalmente tiene cargadores de 30 balas, aunque en Estados Unidos se venden cargadores de 75 a 100 balas.
A raíz del tiroteo del domingo en Sutherland Springs, se encontraron docenas de cargadores de 30 balas vacíos repartidos por toda la iglesia bautista.
El rifle comenzó a estar disponible comercialmente en Estados Unidos cuando el Congreso permitió que la Prohibición Federal de Armas de Asalto, que señalaba específicamente que el AR-15 expiraría en 2004. En menos de 15 años, se han vendido millones de variantes de AR-15 al público estadounidense. Kelley compró su modelo en una tienda de artículos deportivos de San Antonio, en 2016.
El plan de la administración Trump de fomentar la disponibilidad global del rifle podría aumentar las ventas anuales de armas de fuego entre 15 y 20%, según Lawrence Keane, vicepresidente senior del grupo industrial National Shooting Sports Foundation.
Un esfuerzo del gobierno para abrir mercados internacionales a los fabricantes de armas estadounidenses podría interpretarse como una muestra de gratitud por parte de la Casa Blanca. “Realmente se puede activar la industria si lo haces de la manera correcta”, dijo un alto funcionario del gobierno sobre el plan.
Los cabilderos de armas de fuego gastaron espléndidamente para lograr que Trump fuera elegido. Sturm Ruger donó cuatro millones de dólares a la NRA el año pasado, y la NRA gastó más de 30 millones para apoyar la campaña de Trump.
El dato. La elección de Trump reprimió las ventas nacionales de armas, revirtiendo el crecimiento anual del expresidente Obama.
Sin embargo, la elección de Trump parece haber reprimido inadvertidamente las ventas nacionales de armas, revirtiendo el crecimiento anual del expresidente Barack Obama. Sturm Ruger recibió un impacto particularmente duro, pues sus ganancias se redujeron a la mitad a principios de este año. “Creo que hubo una gran resaca después del ciclo electoral y tendremos que resolverla”, dijo el gerente general de Ruger, Christopher Killoy, en una llamada con analistas a principios de este año.
El plan de la administración Trump para aumentar las ventas internacionales de armas no requiere la aprobación del Congreso, y los funcionarios dijeron a la agencia Reuters que podría implementarse durante los primeros seis meses de 2018. Un funcionario del Departamento de Estado, al que The Intercept contactó, no respondió a consultas sobre la política propuesta, excepto para expresar el compromiso de la administración con la flexibilización de la regulación. “Esta administración se compromete a reducir la carga regulatoria y alentar las exportaciones de Estados Unidos. Estamos revisando todos los pasos posibles que podrían ayudarnos a lograr esos objetivos mientras protegemos la seguridad nacional de Estados Unidos”, dijo el funcionario.
“Todas las transferencias de armas se realizan de acuerdo con la legislación de los Estados Unidos y se revisan según la política de transferencia de armas convencionales, que incluye la consideración del uso final y los derechos humanos”.
Tres senadores demócratas advirtieron al secretario de Estado, Rex Tillerson, contra el cambio propuesto en una carta de septiembre, señalando que las armas pequeñas son el “medio principal de lesiones y destrucción en conflictos civiles y militares en todo el mundo”.
El esfuerzo del gobierno para simplificar los controles de exportación de armas pequeñas comenzó durante la administración de Barack Obama en 2009, pero el plan perdió ímpetu debido a que los tiroteos masivos en suelo estadounidense acapararon los titulares durante la última década. Todavía no está claro si la administración Trump tiene tales escrúpulos.