“Los políticos deben tener más inteligencia emocional”
La analista considera que antes de pensar en erradicar la polarización se deben atacar sus causas, como la desigualdad y la falta de representatividad de los sectores que han sufrido agravios por el modelo económico
¿Cuál consideras que es el antídoto contra la polarización?
—Primero, yo cuestionaría la premisa de que la polarización es el principal problema de México. Me parece que la política de “consenso” que teníamos anteriormente suponía la exclusión de muchas voces. La polarización que estamos observando actualmente no es el resultado de diferencias infranqueables entre los distintos puntos de vista, sino más bien de la falta de voz que existe para los grupos que sufren agravios añejos.
“Creo que hay una añoranza del consenso de antes, y un rechazo a la diversidad que se verbaliza muchas veces de manera muy estridente. Estamos extrañando un pasado, donde a nuestros ojos las diferencias políticas se debatían con una elegancia que ya perdimos.
“Pero esa elegancia era el resultado natural de dar voz política a un solo un grupo. Los temas que hoy polarizan, como el racismo, el género, la distribución de la riqueza, el privilegio, no son temas nuevos, son clamores que han existido por mucho tiempo, pero sin resolución y sin expresarse. No habría polarización si estos temas estuvieran resueltos”.
Antes de pensar en combatir la polarización, ¿debemos pensar en resolver primero las causas?
—Yo no creo que debamos acercarnos a la polarización como un mal, sino como un síntoma de un problema más profundo: una democracia que no ha logrado representar a todos. Y de una opinión pública que se aferra a un consenso que no existe. El problema es que nuestros políticos no están sabiendo lidiar con estos profundos agravios sociales de manera productiva, y entonces han hecho que parezcan infranqueables. Y los políticos se benefician de ello. Por ejemplo, López Obrador no es el creador de la polarización, sino su principal beneficiario, la polarización se crea en las injusticias, si no hubiera injusticias no habría un debate de ideas tan profundamente opuestas”.
¿Qué características debería tener un nuevo consenso?
—Creo que deberíamos dejar de silenciar las injusticias, debemos llamar a la integración de un debate que tenga más inteligencia emocional, y me parece que debemos también cambiar las preguntas, porque ciertas preguntas son inherentemente divisorias. Más allá de buscar si estás o no con un partido, si estás o no con una ideología, debemos abocarnos a la búsqueda de respuestas, de soluciones a los principales problemas que tiene este país.
“Para mí lo más raro de un país como México —donde el 1% de la población gana 870 mil pesos al mes y el 50% de la población gana 3,500— es que no haya habido polarización antes, lo raro es que hayamos aguantado tanto tiempo con una paz donde estos agravios no se mostraban.
¿La simulación se volvió forma de gobierno?
—Yo pienso que nos acostumbramos a una profunda hipocresía, como es llamar democracia al corporativismo, al clientelismo y al acuerdo de élites. Hemos creado ese eufemismo, cuando en realidad a este país le falta un largo trecho para una verdadera democracia.
¿Piensas que uno de los méritos del gobierno de López Obrador es acabar con esta hipocresía?
—Yo creo que no, por el contrario, me parece que el gobierno actual ha sido muy eficaz en pretender que verbaliza estos agravios, cuando no ha tenido la fuerza ni la voluntad política de realmente cambiar el modelo económico.
Utilizas un término poco común en política: inteligencia emocional. ¿A qué te refieres?
—Los agravios de los ciudadanos que no se sienten representados son evidentes. Y entonces me parece que toca a los liderazgos, tanto de la opinión pública como de la política, tratar de representar esos agravios sin estridencia y darle el beneficio de la duda a quien no piensa como ellos. En eso hemos fallado.
¿Crees que se ha avanzado hacia la construcción del nuevo consenso?
—Hay algunos, sin duda. Por ejemplo, el aumento en los salarios mínimos que impulsó el gobierno de López Obrador, el aumento en el gasto social. Yo no soy de la idea de que antes todo estaba mejor. Y creo que nadie con honestidad intelectual puede decir que no hay ningún avance. El problema es que los avances son menores de lo que necesitamos.
¿Más inteligencia emocional es menos estridencia?
—El antídoto contra la polarización no es necesariamente callar a los estridentes, sino persuadirlos mediante la resolución efectiva de sus agravios. López Obrador tiene una agenda persuasiva por eso, porque en su narrativa, que no en sus acciones, hizo un llamado muy esperanzador a terminar con muchas de las injusticias.
¿Debe preocuparnos que el país esté polarizado?
—Nos debe preocupar que el país esté polarizado, pero nos debe preocupar más que no se entienda por qué esa polarización no se resuelve solamente callando a ciertas voces o rechazándolas. La polarización es resultado
de un modelo económico que no funciona y que ha creado profundos agravios. Yo no creo que la polarización venga de Palacio Nacional, como dicen algunos; la polarización es el resultado de tener un país con esta profunda desigualdad, si no teníamos polarización antes era porque muchas voces estaban silenciadas.
¿De quién se debe esperar más rumbo al nuevo consenso?
—Debemos demandar que nuestros políticos tengan mayor inteligencia emocional cuando aborden los agravios, porque solamente de esa manera se va a poder llegar a una negociación más efectiva. Los medios también tenemos una gran responsabilidad al no representar a los extremos aunque te dé más clics, sino hacer un esfuerzo por encontrar las voces que tengan más consenso y retratar los distintos puntos de vista de manera justa.