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Nandutí se llama el textil con que está hecha la bandera de México colocada en la ventana de la oficina de Vanessa Rubio. Es un hermoso encaje elaborado a mano por artesanos de Paraguay y, en español, significa “tela de araña”.
La senadora también guarda en su despacho un toro de madera que le regaló el expresidente de Uruguay, José Mujica, y una chiva (camión rural decorado de manera artesanal) que le obsequió el expresidente de Colombia, Manuel Santos.
La historia latinoamericana y sus personajes corren por las venas de Vanessa Rubio, actual presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores América Latina y el Caribe del Senado de la República y vicepresidenta del Parlamento Latinoamericano. Por eso, conoce los fenómenos políticos y sociales de la región.
¿Nota alguna correlación entre la elección de Andrés Manuel López Obrador en México y Jair Bolsonaro en Brasil?
—Yo creo que en el mundo están habiendo liderazgos que tienden a ser muy populares, a veces populistas, que han creado este mundo tan inestable en el que estamos hoy. Es una tendencia global. Sucedió en Estados Unidos con Donald Trump, en Italia con Matteo Salvini, en Gran Bretaña con el Brexit y en Francia con Marine Le Pen. Estamos viendo una época en donde las guías se están trascendiendo y los personalismos atraen mucha más atención y esperanza de la gente; yo creo que estamos en una tendencia mundial de cambio de paradigma postideológico en donde la gente lo que quiere son líderes que le resuelvan sus problemas de manera mucho más pragmática.
¿AMLO es popular o es populista?
—Pues ya lo veremos. El Presidente electo López Obrador aún no está ejerciendo el poder. Hasta ahorita lo que hemos tenido son algunos planteamientos que incluso se han propuesto y luego se han cambiado o se han reconsiderado. Gobernar es algo diferente y las consideraciones y valoraciones que se tienen ya cuando se gobierna es distinto a cuando hace uno campaña, ya veremos cómo resuelve temas como el educativo, el energético, el migratorio o la seguridad.
Internacionalista y economista, Vanessa Rubio Márquez es la única mujer mexicana que ha sido tres veces subsecretaria de Estado y la primera en ser subsecretaria de Hacienda y Crédito Público. Ha estado al frente del Banco de Desarrollo del Caribe y del Banco Centroamericano de Integración Económica, por lo que entiende de las carencias que mueven a las caravanas de migrantes que en estos momentos se dirigen hacia Estados Unidos.
En el mundo hay liderazgos que tienden a ser muy populares, a veces populistas, que han creado este mundo tan inestable en el que estamos hoy”.
¿Coincides en que la ola de migrantes centroamericanos no es espontánea?
—Hay elementos para pensar que la caravana migrante que viene desde Honduras no fue un fenómeno espontáneo. Se trató de una movilización orquestada por liderazgos sin escrúpulos que se aprovecharon de la angustia de las personas. Embaucaron a niños, mujeres y hombres con el engaño de que México les daría una “visa de tránsito humanitaria”, cosa que no existe.
¿Qué le parece la idea de darles visa a los de la caravana?
—En México se puede pedir visa de residente, de trabajo, humanitaria, tarjetas de visitante regional y tarjetas de trabajador fronterizo, luego no se conoce toda esa disposición legal que existe y, por el otro lado, tenemos los mandatos y nuestros principios de respeto irrestricto a los derechos humanos. En su momento a mí me tocó enfrentar la crisis de los menores migrantes no acompañados y siempre lo que se hace es diálogo y más diálogo. Diálogo con los países de Centroamérica en este caso con los países del Triángulo Norte, el país de origen que es Honduras, en la coyuntura de esta caravana y desde luego diálogo con Estados Unidos porque ha manifestado la caravana que su es llegar a ese país.
Después de 24 años de trabajo en la administración pública federal, Vanessa Rubio incursiona en la vida parlamentaria, y lo hace en una coyuntura especial, pues el PRI tiene la bancada más pequeña de su historia y enfrentan a un gigante llamado Morena. Por ello, asegura, la misión de su grupo parlamentario será hilvanar al México que quedó fracturado después del 1 de julio.
El PRI quedó desgastado después de las elecciones. ¿Aún puede convertirse en una opción viable?
—Gobernar significa desgaste, y más cuando se gobierna priorizando el bien común. El instrumentar una reforma educativa, energética, financiera, fiscal y del Estado de derecho tiene un desgaste, pero cuando estas seguro de que hiciste las reformas correctas en la dirección correcta, yo creo que eso hay que defenderlo y avanzarlo. Yo creo que los partidos tienen que repensarse a sí mismos y tienen que ofertar nuevas propuestas y nuevas soluciones a las demandas ciudadanas día. Por ejemplo, la gente quiere a servidores públicos y a políticos más frescos, que hablen más claro, que digan las cosas con menos pose.
¿Qué tiene que hacer el PRI para sacudirse la imagen de corrupción?
Desde luego que es criticable cualquier acto que tenga que ver con falta de rendición de cuentas, corrupción y con un mal ejercicio del poder. En ese sentido, yo creo que todos los mexicanos y en general en el mundo se les está exigiendo a través de redes sociales y otras fuentes adicionales a todos los que tienen el poder, que lo ejerzan de manera adecuada, con los pesos y contrapesos que lo tienen que ejercer ❞.
¿Lo que se vive en el Senado es austeridad o precariedad?
—Todo lo que tenga que ver con ponerle límite a excesos o exigir rendición de cuentas, está perfecto. Yo la parte que donde creo que hay que ser muy vigilantes es en dos elementos: uno, de valorar al servidor público, de gente que ha estado trabajando por décadas bajo determinadas condiciones de trabajo y que de repente les digan pues ahora vas a ganar 30% menos y además no vas a tener estas prestaciones que tenías; no se puede desmantelar de un plumazo el servicio público. El segundo punto es que se preserve a los otros poderes como contrapesos efectivos, que esa austeridad no coarte su capacidad de operar y de ser un contrapeso relevante en nuestra democracia.