No se lo digan a nadie, pero las posibilidades de que Andrés Manuel López Obrador gane la Presidencia en 2018 ha obligado a varios de sus vecinos en la política a que pongan sus barbas a remojar. Uno de ellos es el jefe de la llamada “mafia del poder”, el expresidente Carlos Salinas, quien desde hace más de tres lustros ha sido el villano favorito del sempiterno candidato a la Presidencia. Don Carlos fue el operador de la primera temporada de los videoescándalos, producidos por el empresario en el exilio, Carlos Ahumada, muy cercano a la secretaria de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Rosario Robles, cuando aparecieron los lugartenientes, en ese entonces de López Obrador, René Bejarano y Carlos Imaz, recibiendo dinero en efectivo del argentino-mexicano, para operaciones políticas. No pasó nada en términos legales, pero el pleito político nunca se detuvo. Ahora, con el péndulo de regreso, don Carlos ya ordenó que empiecen a buscarle más propiedades en Londres —ya tiene alguna, que viene de sus tiempos de autoexilio durante el gobierno de Ernesto Zedillo—, y una infraestructura para aterrizar, porque de lo que se trata ahora, dicen los que saben, es que si como se anticipa López Obrador será el próximo Presidente, optará por ir nuevamente a refugiarse al Reino Unido, por las dudas y por si acaso don Andrés Manuel recurre a él para eso que a veces se necesita: legitimidad en el poder.